El 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres; el mismo fue declarado por la ONU en memoria de las hermanas Mirabal, tres activistas de República Dominicana que fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960.

El  objetivo de esta fecha es visibilizar, reflexionar y aportar a la erradicación de todas las formas de violencia contra las mujeres. En este artículo compartimos algunas reflexiones sobre el aporte de las universidades a estos objetivos.

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La violencia contra las mujeres y personas LGBTI+ es una problemática estructural, que asume diferentes modalidades y tipos, y que encuentra sus bases de reproducción en la construcción histórica de relaciones de poder desiguales entre los géneros.

En la UNLa desde el año 2013 existe un Programa que despliega políticas institucionales de género y diversidad, dependiente de la Secretaría de Bienestar y Compromiso Universitario; el mismo se constituye en el área institucional dedicada a las políticas transversales de promoción, sensibilización y formación y construcción de relaciones de género igualitarias y pleno ejercicio de los derechos sin distinción por razones de género al interior de la comunidad universitaria.

Desde su aprobación el Programa favoreció la constitución de un espacio de escucha y acompañamiento ante situaciones de violencia por razones de género, articulado en el desarrollo de acciones de promoción de derechos y sensibilización sobre la problemática, entendiendo que el abordaje de la violencia de manera integral requiere de acciones que aporten a su prevención y erradicación a mediano y largo plazo, como así también de espacios y procedimientos de intervención en lo inmediato, es decir cuando ocurren situaciones de violencia.

Desde el Programa se realiza una sistematización de datos acerca de las intervenciones a partir del Registro de Primeras Consultas así como del Registro Único de Situaciones de Violencia, que incluye toda la información referida a las intervenciones en el marco del Protocolo de Intervención ante situaciones de violencia y/o discriminación por género, orientación sexual, identidad y/o expresión de género.

A partir de este registro podemos compartir la cantidad de situaciones que han sido abordadas desde que se creó el Programa y sus características año a año. Partiendo del año 2015, observamos por un lado el aumento sostenido de las situaciones que se abordan desde el Programa que en cinco años llegaron a cuadruplicarse, yendo de 20 en 2015 a 49 en 2019. Además, se analiza cómo se complejizan las situaciones y las modalidades de abordaje de las mismas. 

Universidades y violencias

En el proceso de visibilización de las violencias y el rol de las universidades en el abordaje de las mismas podemos identificar algunas situaciones de importancia. Por un lado el contexto nacional del ámbito universitario: desde el año 2015 se profundiza a nivel nacional el proceso de reflexión que venía gestándose en algunas universidades en torno a las violencias que suceden al interior de estas casas de estudios. A partir de esta reflexión e intercambio propiciado en el marco de la Red por la Igualdad de Género y Contra las Violencias, un espacio horizontal surgido de la articulación de distintas experiencias a nivel nacional en ese año, comienzan a elaborarse en distintas universidades herramientas que permiten la intervención/actuación ante las violencias que surgen de las relaciones que se entablan en el marco de la universidad, sean estas laborales, académicas y/o personales. La herramienta más extendida a nivel nacional son los protocolos. Estas discusiones comienzan a tener cada vez más resonancia a nivel interno de cada universidad.

En segundo lugar, es importante señalar que este proceso de cuestionamiento a las formas de violencias que se producen en la universidad se da en un marco más amplio de visibilización de las violencias por razones de género. Si bien este proceso se inicia en décadas anteriores, en el año 2015, motorizado por los feminismos al grito colectivo de Ni una menos, se expuso un cuestionamiento amplio a un problema estructural que requiere de políticas integrales para su abordaje. Catalina Trebisacce (2018) señala que el gesto fue incontenible y expansivo, llegando a tener impacto en las universidades, donde se crearon protocolos de actuación ante situaciones de violencia, tomando estas intervenciones un sentido urgente.

El tercer punto a destacar, volviendo al ámbito de la UNLa, es que en el año 2017 se comienzan a propiciar espacios de discusión para la elaboración de un protocolo interno. Estas dimensiones interactúan e impactan en la visibilización y denuncia de situaciones que ocurren al interior de la universidad y requieren de intervenciones específicas.

Asimismo en el año 2017 comienzan a articularse desde el Programa los mecanismo internos para el reconocimiento y respeto de la identidad de género y a partir del año 2018 se comienza a intervenir en situaciones que se originan en el marco de las relaciones que se establecen en la universidad en el marco del Protocolo, lo cual contempla instancias de escucha, orientación y acompañamiento así como de gestión de medidas de protección internas, solicitud de medidas disciplinares, articulaciones institucionales, etc.

Las manifestaciones de las violencias en la universidad

Cuando pensamos en las manifestaciones de las violencias en las universidades es importante identificar no solo las características que las mismas asumen sino también incorporar una mirada que las conecte con las otras violencias, dimensiones y ámbitos en los que se manifiestan (Gago, 2019) y no perder de vista el carácter estructural que las desigualdades de género presentan.

Repasando las formas en que las violencias se expresan en las universidades podemos compartir algunos datos que surgen del informe “Diagnóstico sobre la implementación de políticas de género en el sistema universitario argentino” elaborado por la Red Interuniversitaria por la Igualdad de Género y Contra las Violencias (RUGE-CIN), en conjunto con la Iniciativa Spotlight. En este informe publicado en 2021 se consultó tanto a estudiantes, docentes y no docentes acerca de las experiencias de situaciones de violencia tanto al interior de la universidad como fuera de la misma. En total, cerca del 30 por ciento de las personas consultadas respondieron haber vivido en persona descalificaciones, burlas y desvalorizaciones en relación con su cuerpo, género, orientación sexual o expresión de género, mientras que más del 60 por ciento señala haber escuchado dentro de la universidad comentarios sexistas o discriminatorios sobre las características, conductas o capacidades de mujeres, varones y otras identidades.

En el marco de la UNLa, tomando la información de los años 2018 y 2019, podemos compartir que los tipos de violencias más frecuentes que se han registrado corresponden a situaciones de acoso y hechos de connotación sexista. Esta información  es importante para reflexionar y diseñar políticas que atiendan a este tipo de violencias. 

Respecto a los hechos de connotación sexista, lo que se observa son principalmente comentarios con contenido que estereotipan y/o discriminan en relación al género. Este tipo de violencia que actúa de forma más sutil, reproduciendo estereotipos que condicionan y obstaculizan las trayectorias académicas y/o laborales, era hasta hace algunos años invisibilizado. Con el avance del movimiento feminista en el cuestionamiento de las formas de violencias, comienzan a cuestionarse prácticas lesivas que formaban parte de la vida cotidiana. Los comentarios misóginos y sexistas encubiertos en supuestas “bromas”  constituyen prácticas sobre las que debemos reflexionar e intervenir para lograr instituciones libres de violencias.

Algunas reflexiones para continuar

La pandemia de Covid-19 ha profundizado las desigualdades de género ya existentes y ha presentado nuevos desafíos para hacer frente a las mismas, incluida la violencia contra las mujeres y personas LGBTI+. En ese marco los espacios de abordaje de las violencias también nos enfrentamos a desafíos y posibilidades de repensar las estrategias de intervención basadas en los principios rectores establecidos por la universidad. En ese sentido las reflexiones situadas nos permitieron desplegar políticas tendientes a fortalecer la escucha, el acompañamiento y la intervención ante las situaciones que sucedieron durante este contexto, tomando los aprendizajes y los desafíos de estos años de construcción feminista contra las violencias en la universidad, entendiendo el rol insoslayable que las universidades tienen en la visibilización, reflexión y erradicación de las violencias.

Patria, Minerva y María Teresa Mirabal dedicaron su vida a luchar por la libertad de su país. Fueron asesinadas en 1960 por su resistencia al régimen de Trujillo.

Bibliografía

Gago, Verónica (2019). La Potencia Feminista o el deseo de cambiarlo todo. Traficantes de sueños, Madrid.

RUGE-CIN (2021). Informe Final. Diagnóstico sobre la implementación de políticas de género en el sistema universitario argentino. Red por la Igualdad de Género y contra las violencias e Iniciativa Spotlight.

Trebisacce, Catalina (2018). “Habitar el desacuerdo. Notas para una apología de la precariedad política”. En Nicolás Cuello y Lucas Morgan Disalvo (Compiladores): Críticas sexuales a la razón punitiva. Insumos para seguir pensando una vida juntxs, pp 127-138, Ediciones Precarias, Neuquén.

Autoras del artículo

Andrea Vallejos es especialista en Políticas Públicas y Justicia de Género (FLACSO BRASIL/ CLACSO). Trabajadora social (UNLa). Coordinadora del Programa por la Igualdad de Género. 

 Rocío Cordones es licenciada y docente en Sociología (Facultad de Sociales -UBA). Integrante del Programa por la Igualdad de Género.

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