El diseñador es un optimista profesional.

                                   Ezio Manzini

                        Con este tango que es burlón y compadrito

                        Batió sus alas la ambición de mi suburbio

                        Con este tango nació el tango, y como un grito

                        Salió del sórdido barrial buscando el cielo.

                                   Enrique Santos Discépolo

                        Contempla el mundo.

                                   Raúl González Tuñón

Experiencias de la enseñanza de Diseño y la Comunicación Visual en universidades públicas de la periferia

A mediados del año 2015, el diseñador suizo-francés Ruedi Baur y su esposa Vera Baur visitaron la Universidad Nacional de San Martín para dictar un workshop de posgrado y una conferencia con el apoyo del Institut Français y la Alianza Francesa de Buenos Aires en el marco del Ciclo Gráfico Internacional UNSAM bajo mi dirección.

LLegando en automóvil al campus, Ruedi comentó: “Nadie conoce realmente una ciudad si no recorre su periferia. Los centros son cada vez más parecidos entre sí, y no guardan mayor interés. En la periferia en cambio, surge la personalidad, la cultura particular de cada ciudad”. De una u otra manera, los siguientes invitados de aquel ciclo coincidieron con la apreciación de Ruedi pues llegaron a estos bordes urbanos con la misma curiosidad y expectativa, la misma certeza de que allí algo ocurriría en algún momento, que algo esperaba en el futuro y para mejor. No tenían la misma ilusión en relación a su lugar de origen.

La periferia tiene ese atributo de riesgo, de ansias de superación en la desesperación, de pulsión humana, de lo que no ha sucedido, lo que no ha sido realizado aún. Del futuro que no ha llegado todavía. De la utopía.

Por muchas décadas ha sido puerto de arribo de capas y capas de inmigrantes transoceánicos, regionales y nacionales que la han nutrido y le han construido nuevas tradiciones forjando una trama infinita compleja, contradictoria y monumental en la escala metropolitana de San Pablo y Ciudad de México, las otras megalópolis de la región.

Hoy, con varias generaciones nativas herederas de esas migraciones se impone con una fuerte y orgullosa impronta local.

Aquí y ahora, la periferia de la periferia: al sur de una ciudad, desde un país al sur de un continente del sur.

¿Hay una manera en particular de enseñar Diseño desde la periferia?

Quizás, en principio, sería importante pensar a la periferia no como una isla, como un ámbito cerrado y autónomo, sino como un conector, un hub de múltiples enchufes en distintas direcciones, hacia adentro y hacia afuera: para poder entender otras periferias de cualquier lugar del mundo, para comprender lo cercano con curiosidad de extranjero. Cruzar territorios para descubrir y conocer lo más lejano y diferente, sin prejuicios. También para mirar el pasado como un mundo rico a descubrir. Tan rico como el futuro.

No imagino una manera particular de enseñar Diseño en la periferia en relación a la enseñanza en los centros de las ciudades o en casas de estudio de más extensa tradición académica.

Pero nuestra universidad y nuestra carrera reúnen algunas características particulares que pueden generar una buena oportunidad para reflexionar sobre su quehacer y también sobre el futuro posible de la práctica del Diseño construyendo las herramientas más eficaces para esa tarea.

La Universidad Nacional de Lanús es una institución joven, con menos de treinta años de historia, pujante y y activa, en crecimiento permanente, muy receptiva, que ofrece un terreno muy fértil para desarrollar nuevos proyectos. Tiene un fuerte arraigo con su entorno social y cultural y está atenta a los problemas de la comunidad más cercana.

Cuenta con recursos limitados que definen una escala acotada y diferente de otros centros de estudios y su campus, construido en espacios donde funcionaron talleres ferroviarios desde el siglo XIX, tiene una gran belleza.

La  carrera de Diseño y Comunicación Visual fundada por el Prof. Gustavo Pedroza hace veinte años y a mi cargo desde 2019 tiene un equipo de dirección con varias coordinaciones (académica, pedagógica, de ingreso, de trabajos de graduación) y un equipo de asistentes. Posee una fuerte articulación con el Departamento de Humanidades y Artes al que pertenece. Sus docentes, de diversas generaciones, provienen de ámbitos diferentes, y poseen una formación rica y diversa que promueve la discusión y genera una mirada amplia sobre la enseñanza. Son la base fundamental, el cotidiano sobre el que se construye y se apoya todo el proceso pedagógico de base.

Nuestros estudiantes pertenecen fundamentalmente al área de influencia de la institución, hay un alto porcentaje de ellos que son primera generación universitaria en sus familias. Muchos de ellos poseen bajos recursos económicos y llegan con carencias de formación en el nivel de educación media lo que requiere un aporte integral y general de conocimientos, no solo específicos de la carrera.

Las experiencias de la enseñanza del Diseño en la periferia de los últimos años aparecen frágiles en un contexto social y económico tan duro, pero con algunas certezas para seguir adelante: un aprendizaje continuo entre estudiantes, docentes, investigadores, no docentes y autoridades, sin soberbia ni fundamentalismos integrados en comunidad educativa. Un hacer grupal antes que individual, social antes que estético para lograr un ámbito educativo y humano, amplio y rico.

Pero solo una parte de la enseñanza está en manos de nuestra licenciatura.

Nuestros estudiantes, como nunca imaginaron sabios en milenios, están a un solo click de conocer cualquier tema nuevo que los convoque en la siguiente media hora.

Así, las urgencias de los saberes, de la búsqueda de respuestas inmediatas se contraponen a los tradicionales tiempos académicos, los tiempos de taller aparecen como tempos medievales.

Al mismo tiempo, cada estudiante, desde esta misma periferia, consume a mucha velocidad una gran cantidad de contenidos visuales de ningún lugar. Pero la suma de esos contenidos hacen a su cultura y al repertorio visual que reflejará en sus proyectos visuales en su vida profesional.

¿Cómo hacer para aprovechar ese océano anodino de imágenes sin pertenencia?

Creación o apropiación de imágenes. Resulta fundamental formar protagonistas de la imagen antes que espectadores.

Hay algunos temas a tener en cuenta: El análisis de la experiencia de otras universidades con trayectorias más largas. La actualización de la bibliografía. Los docentes Investigadores, exploradores veraces que “dibujan” lo que ven del otro lado del mundo. Y siempre, la utilización de fuentes argentinas y latinoamericanas que nos pone en diálogo con sus autores, genera trabajo genuino y aporta identidad.

Hoy resulta insuficiente un plan de estudios de grado.

Es imposible asimilar en una currícula el vértigo de las alteraciones constantes del mundo del Diseño y es por eso que aparecen esenciales las prácticas extracurriculares que estamos llevando a cabo en nuestra licenciatura.

Entre ellas, las visitas nacionales e internacionales de referentes del diseño, el arte y la cultura en el marco de diferentes ciclos tales como Giroscopio, siempre dejan una palabra, una idea, una bocanada de aire fresco: la mañana soleada que llegó el artista y calígrafo Hamano Ryuho de Japón, había mucho viento. Ese fue el denominador común que encontró para dialogar con nuestros estudiantes: hablar del viento, “no importa su dirección, el viento les llevará siempre a un nuevo lugar.”

Juana Pérez, artista visual chilena, en un encuentro de taller de murales en grupo, habló de “su” conurbano en las afueras de Santiago. Y el experimentado Felipe Taborda explicó que en Río y en cualquier ciudad del mundo, sale a la búsqueda de nuevos proyectos, como si iniciara hoy su carrera.

También son fuente de inspiración y de reflexiones las exposiciones didácticas en colaboración con instituciones públicas culturales y académicas, las conferencias, talleres y seminarios y los convenios nacionales e internacionales con otras casas de estudio.

Volver al sur

Llegué a la Universidad Nacional de Lanús con la ilusión de transmitir lo aprendido. Es una maravillosa oportunidad para volver al sur. Lanús es en lo personal un sitio de pertenencia porque fue el lugar de llegada de mi abuelo calabrés y de mi abuelo bonaerense a principios del siglo pasado. También lugar de nacimiento de mis padres y de parte de mi infancia antes de que una de las tantas crisis económicas locales llevara a mi familia y a mí a otros barrios más al sur.

Aquella infancia en Longchamps estuvo marcada por la palabra sensibilidad. Con cierto misterio, me resultaba de un sentido vago, aunque intuitivamente me barruntaba que debía de tener una connotación negativa: ser sensible, demasiado sensible, aparecía como un problema, una falencia. Frente a la fuerza, a la violencia, a la burla, o el grito, esa palabra, esa característica era un atributo de extrema fragilidad. ¿Cómo hacer para eliminarla? Imposible.

Sin embargo, en la adolescencia, esa dificultad se transformó en faro, en radar, en guía. Reconvertida de sentido, fue la llave para abrir puertas a nuevos e infinitos conocimientos, para descubrir mundos lejanos desde ese mínimo, pequeño sur.

Luego de más de cuarenta años de vida profesional en el ámbito del Diseño para el arte y la cultura y de más de veinte de vida académica, pienso que la guía de nuestra enseñanza, por sobre cualquier transformación de cualquier índole en el devenir del Diseño, se trata, en un sentido amplio, de construir y proteger la sensibilidad:

  • Sensibilidad social, en un área de extrema inequidad.
  • Sensibilidad en contra de la violencia de toda índole y escala.
  • Sensibilidad contra el autoritarismo, la injusticia y la ignorancia.
  • Sensibilidad para cuidar al entorno, nuestro habitat, el medio ambiente que compartimos.
  • Sensibilidad para desarrollar tolerancia frente a lo diferente.
  • Sensibilidad hacia la cultura visual, hacia lo bello, a través de la curiosidad y de la exploración.
  • Sensibilidad para el saber hacer de los oficios tradicionales.
  • Sensibilidad en el uso de la tipografía, ese instrumento precioso, complejo y delicado que es exclusivo de nuestra tarea y que debe siempre sonar afinado, a tempo y con expresión.
  • Sensibilidad en el trazo de la línea del dibujo reflexivo, que piensa.
  • Sensibilidad en el uso de la forma y el color: su presencia y sus significados son tan diversos y particulares en cada cultura y en cada época.
  • Sensibilidad en la creatividad individual como atributo para una realización proyectual integral.
  • Sensibilidad en el respeto por el otro, en la escucha, en la reflexión grupal e interdisciplinaria.

Ir y venir del mundo, todo nos incumbe, nada es ajeno.

Pertenezco a un lugar, así lo dice mi historia, mi entorno, mis pares.

Construir una identidad particular en un sitio particular a partir de una pertenencia.

Y confiar en esa pertenencia.

La identidad vendrá. Es seguro.

Más rica cuanto más diversa.

Construir identidad es ver alrededor y dialogar con el afuera y procesar todos los estímulos del mundo exterior desde una sólida percepción propia.

Quizás la manera de vivir y hacer en un mundo deslocalizado, sea formar jóvenes sensibles desde esta periferia, seguramente con mucho en común con otros sitios, para realizar profesional y apasionadamente su tarea, y cumplir su compromiso como seres humanos que integran una sociedad, haciendo honor al histórico rol transformador del Diseño.

Pensar en el ser humano común y en lo común del ser humano.

En lo que nos hermana.

Mirar lejos, desde aquí.

Dijo Rainer María Rilke: “La verdadera patria del hombre es la infancia”.

El niño que fui, el adolescente que fui están allí, en el suburbio, buscando el cielo.


Foto de portada: Exposición “BIEN COMÚN. Cinco Proyectos de Diseño Social de la Universidad Nacional de Lanús”. Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires, 2022. Convenio UNLa—CCR.

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