El Centro Interactivo de Ciencia y Tecnología–Abremate de nuestra universidad cumple este 7 de junio sus primeros 20 años de vida. Y para celebrarlo charlamos con su actual directora, Susana Espinosa, sobre las actividades que se brindan, los logros de su gestión, y la importancia de que la ciencia se fusione con otros lenguajes.

¿Cómo fue tu llegada a Abremate?

Cuando la rectora Ana Jaramillo me hizo la propuesta, yo le dije que no me consideraba una persona idónea en cuestiones de ciencia y ella me respondió que no, pero que sí era una persona de la gestión y prueba de eso era la Licenciatura en Audiovisión. Me pidió que hiciera lo mismo con el Museo, que en ese entonces estaba un poco alicaído. Así que comenzamos con una idea central que era la de darle un giro sociopedagógico al espacio.

¿Cuáles fueron las principales medidas que se tomaron?

Lo primero que hicimos fue establecer la gratuidad y la ampliación del horario de recepción del público, con franjas específicas para las instituciones sociales y educativas, y otras para el público en general.

Por otra parte, le otorgamos el rango de técnicos al personal de mantenimiento, quienes comenzaron a ser tomados en cuenta desde sus conocimientos tecnológicos. Esto les dio una jerarquización humana, por un lado, y significó un enorme ahorro económico para el Museo. Y esto lo digo con mucho orgullo porque han entregado todo y hoy son los creadores y diseñadores de los módulos.

Y, finalmente, el tercer punto fue el desarrollo de la investigación tecnológica y pedagógica, que no existía. El equipo docente lleva adelante investigaciones importantes y producción de material pedagógico, como la edición de libros, de fichas, etc. Además, impulsamos un área de protocolo comunicacional que hoy cuenta con un canal propio en Youtube y presencia en las redes sociales.

¿Cómo se logra fusionar a la ciencia con otros lenguajes?

Creo que hay un sello mío fundamental en este aspecto, que capitaliza la ideología con la que estoy comprometida desde hace tantos años y que es la integración de los lenguajes científico, artístico y tecnológico. La fusión es fundamental para la vida en general porque permite la amplitud de pensamiento y comprensión: las cosas no son blanco o negro, son en todo caso grises, porque estamos en un momento caracterizado por lenguajes híbridos, entonces los científicos se agrupan con artistas y tecnólogos, y unos a otros se nutren e influyen en nuevas creaciones.

¿Creés que es fundamental la capacitación de los docentes en ese sentido?

Nosotros trabajamos desde la docencia, la investigación y la acción (módulos, programas, talleres, festivales) para popularizar a la ciencia y que se integre junto al arte y la tecnología de forma ilimitada. Por suerte, hay una tendencia de los últimos 20 años en capacitar a los docentes en ciencia en pos de romper con esta cosa del laboratorio y del científico encerrado. Y nosotros acompañamos, porque no somos el único Museo ni tampoco en las currículas oficiales hay mucho espacio sobre este tema. Hemos diseñado los cursos de visitas autoguiadas para docentes, a quienes formamos para que vengan con sus estudiantes y hagan su propia recorrida. De esta manera, amplían sus clases a través del juego y los módulos.

¿Cómo es la reacción del público al ver que se puede interactuar? 

Los centros interactivos dejan a un lado la idea de un objeto que se muestra para que sea uno que se toca. Así, el receptor se vuelve activo y renueva su conocimiento a partir de la resignificación de los objetos. Hoy la palabra “museo» huele a naftalina, a cosa antigua, en el sentido de que propone una visita pasiva del receptor, sin interacción y, en todo caso, con la asistencia de una guía. Esto se está revirtiendo en general. En nuestro país hay 22 centros interactivos de ciencia y tecnología. Abremate es, quizás, el más destacado por la cantidad y variedad de módulos, y porque nuestra oferta incluye realidad virtual e impresión 3D, que no todos los museos tienen. Esto es gracias a que nuestra universidad le destina un importante presupuesto, lo que no pasa en el resto porque son un anexo que se mueve con subsidios.

¿Proyectos a futuro?

Nos gustaría la reforma total de la sala, en el sentido audiovisual. El proyecto está hecho, pero faltan los recursos. Algo se pudo ir haciendo, pero faltan televisores, computadoras y hasta un juego de luces y sonido. Y mi otro sueño es hacer la plaza de la ciencia afuera, con telescopios para ver el cielo, las estrellas.

¿Cuál es la importancia de Abremate hoy, a 20 años de su creación?

Considero que es un logro sociológico, ideológico y de compromiso. Fue una idea genial y creo que, si bien no tiene un acceso multitudinario como si estuviera en la Capital Federal, le da un sello significativo a la región, en el sentido de que todos somos iguales, todos tenemos derecho a acceder a lo mejor. El Conurbano, que era un lugar de ex gloria ferroviaria y de decadencia enorme de la modernidad, con la llegada de la Universidad cobró una potencia y una gran razón de ser.

“Cuando uno aprende mediante el juego lo recuerda por siempre”
Hace 20 años quisimos hacer un Centro de Ciencia y Tecnología en nuestra universidad que bautizamos “Abremate», y que tenía que ser interactivo para que los más chicos supieran que la ciencia no es crítica y para que se acostumbren a que lo científico puede interesarles, que pueden estar atentos y jugar con la ciencia.

En estas dos décadas han pasado muchas cosas y el avance de la ciencia y la tecnología ha sido considerable. Por eso, me parece que debemos hacerlas accesibles a todos y todas con las visitas de las escuelas públicas y privadas. Así, incentivamos a los jóvenes y a los niños para que sigan carreras científicas a través del juego.

Ana Jaramillo y Susana Espinosa

Recuerdo que cuando inauguramos Abremate vinieron funcionarios nacionales y autoridades locales y de la provincia. Entonces hicimos un sorteo para que cada uno abriera un módulo y muchos trastabillaron. Con esto quiero decir que uno se olvida de las cosas que aprende en abstracto, pero si lo hace por medio del juego lo recuerda para siempre. Yo siempre me acuerdo del Teorema de Pitágoras porque es una rueda que da vueltas y entonces las semillitas se van a la hipotenusa. Cuando uno aprende en abstracto no se da cuenta, cuando es mediante el juego lo recuerda por siempre.

Finalmente, quisiera destacar el rol de la directora, Susana Espinosa, quien lleva muy bien el Centro y hace innovaciones constantes. Estamos muy contentos.

Ana Jaramillo

Rectora de la UNLa

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