De acuerdo con un informe realizado en 14 países por las Naciones Unidas, “la probabilidad de que las estudiantes terminen una licenciatura, una maestría y un doctorado en alguna materia relacionada con la ciencia es del 18%, 8% y 2%, respectivamente, mientras que la probabilidad para los varones es del 37%, 18% y 6%”.

Sin embargo, las jóvenes continúan dando batalla y ese es el caso de Julia Etulain, investigadora del Conicet y vecina de la región, que fue distinguida en la categoría Talentos Emergentes Internacionales “International Rising Talents”, en el marco del Premio L’Oréal-UNESCO Por las Mujeres en la Ciencia “For Women in Science”.

El proyecto de Etulain se basa en la optimización del Plasma Rico en Plaquetas (PRP), con el objetivo de ser utilizado en medicina regenerativa. Distintas investigaciones demostraron que las plaquetas poseen una función regenerativa de tejidos, como tendones, cartílagos, huesos y músculos. El PRP ya se usa en otras regiones del mundo, pero en la Argentina es poco conocido.

 

-¿Por qué decidiste impulsar esta investigación?

-En el país tenemos una problemática que es la incapacidad de regenerar tejidos, lo que lleva a complicaciones clínicas. No tenemos métodos para hacerlo y necesitamos mecanismos fáciles, sencillos y baratos. Una de las formas es, por ejemplo, el PRP. Desde hace nueve años que trabajo con plaquetas en el laboratorio y pensé que se podía estudiar algo que todavía no se hubiera hecho. Entonces desarrollé este tratamiento médico que ya se usa. No inventé la pólvora.

-¿En qué etapa se encuentra la investigación?

-En el laboratorio estudiamos cómo responder a muchas inquietudes y por eso todavía el PRP no puede usarse como rutina. Hay muchas controversias sobre cómo elaborarlo, cómo aplicarlo. Hicimos ensayos con células en el laboratorio acerca de cómo optimizar el método y ahora estamos investigando el efecto de la medicación que toman las personas, su capacidad regenerativa. Falta mucho, pero la idea a futuro es que pueda ser utilizado en los hospitales públicos y que lo cubran las obras sociales.

-¿Qué sentiste al recibir la mención?

-A veces si no te dan un premio, no creés que sos buena en algo. Viajé a París a recibir el premio y viví la semana de las mujeres en la ciencia. Fue increíble. Compartí experiencias con referentes de diversas partes del mundo, sobre las trabas que tuvimos que pasar, las problemáticas comunes, las incertidumbres sobre hasta dónde seguir con la carrera, en qué instituto trabajar. Nos dieron coaching de negociación, de entrevistas, de oratoria. Fue genial y la estimulación fue constante.

-¿Cuáles son esas “trabas” que tienen las científicas?

-Es muy difícil para una chica tener interés en la ciencia, cuando no se siente identificada con la imagen preestablecida. Esa es una barrera que hay que borrar. Y también mostrar que somos gente común y corriente. Está el falso mito de que somos brillantes o ratones de laboratorio y la verdad es que hay que romper con eso, porque ciertamente un buen científico es una persona creativa, porque no podés ser bueno si no te imaginás cosas posibles, abstractas, sin poder identificar problemas y encontrar soluciones. La mayoría tiene una cualidad artística, yo por ejemplo soy muy buena con el decoupage, me gusta cantar, bailar, tejer. Estamos seteados para pensar de una manera y eso se aprende.

-Hay que descartar ciertos estereotipos…

-Sí. Particularmente no encajo en el estereotipo tradicional del científico que es varón, usa anteojos, no se ríe y que siempre es gente grande, aunque empezó de joven a estudiar. Y hay un montón de referentes que no entran en esa imagen, porque se maquillan, usan tacos, vestidos, y eso no va en detrimento del cerebro. Yo nunca me perdí una fiesta, no me privé de tener amigos, novios, de irme de vacaciones, como cualquier persona. La idea del científico loco y brillante es mentira. Simplemente tenemos alguna habilidad en matemática o en biología, nada más que eso.

-¿Y cómo se ve Argentina a nivel mundial?

-El país no tiene industria nacional que fabrique los insumos de laboratorio que nosotros usamos y necesitamos. Eso significa que pagamos todo más caro, porque es en moneda extranjera, más los costos de importación de todos los productos, y esperar los tiempos de llegada. Entonces se hace muy difícil competir a nivel internacional. Pero los argentinos tenemos una virtud, que es “lo que no te mata te hace más fuerte”. Con tan buenas universidades públicas, los científicos locales son excelentes y tenemos mucha creatividad porque aprendemos a trabajar con muy poco y eso es algo que en el exterior se destaca mucho. No por nada cualquier colega triunfa en el mundo porque de la nada te fabrica oro. Esa es la mayor diferencia. Hay que apoyar a la educación pública y a la ciencia, tenemos buena materia prima.

-¿Cómo nace esta pasión por la ciencia?

-Mis papás compraban la revista “Muy Interesante”, que es de divulgación científica. Y algo de eso debe haberme quedado en el inconsciente y desde chica quise ser científica, no sé por qué. Me recuerdo pasando las páginas y no sé si entendía lo que decían, pero las fotos para mí eran increíbles, de los microscopios, del cosmos, todo era fascinante. Estudié licenciatura en Ciencias Biológicas en la UBA, después cursé un doctorado en el área de hematología y parte de mi tesis la hice en el laboratorio en el que trabajo, gracias a una beca del Conicet. Estudié las plaquetas que son famosas por evitar el sangrado y tienen roles no tradicionales, como estar involucradas en la regeneración de tejidos.

-Imagino que ser becario del Conicet es un gran orgullo para una joven investigadora

-Sí, cuando me enteré estaba en mi casa y me conecté a internet, porque sabía que iban a estar esos resultados. Entré en la página y vi mi nombre en la lista. Me acuerdo que mi hermano estaba tomando mate en la cocina y me puse a saltar, lo abracé, tenía una felicidad muy grande.

-¿Y cuándo decidiste que querías ser investigadora del Conicet?

-Viajé cuatro meses para trabajar en el Boston Central Hospital, que está asociado a Harvard, donde aprendí algunas técnicas que ahora aplico. Cuando volví, tuve que decidir qué hacer con mi vida y elegí entrar en la carrera de investigador científico del Conicet y ser un empleado fijo. Escribí el proyecto y lo presenté. También lo mandé a la instancia nacional de “Las mujeres en la ciencia” de la Fundación L’Oréal Unesco y en el 2015 lo gané y al mes entré al Conicet.

-Trabajaste en el exterior, sos reconocida a nivel internacional, ¿te gustaría seguir tu carrera fuera de Argentina?

-El proyecto en el que trabajo busca optimizar algo que ya existe y aplicarlo en un país como el nuestro que es en vías de desarrollo. Eso en el exterior no es atractivo. Nosotros tenemos que resolver nuestros propios problemas, porque a nadie le importa lo que nos pasa. Por eso es bueno que haya científicos y médicos enfocados a resolver problemáticas autóctonas.

 

Premio L’Oréal-UNESCO
Desde 1998, la UNESCO y la Fundación Empresarial L’ORÉAL apuestan por “promover los trabajos realizados por científicas que contribuyen a afrontar los importantes desafíos planteados a la humanidad”. Cada año, el programa ‘La Mujer y la Ciencia’ pone de relieve la excelencia de la mujer en el quehacer científico y estimula a las científicas de talento. Hasta el momento, el Premio L’Oréal-UNESCO “La Mujer y la Ciencia” ha recompensado a más de 97 científicas de 30 países, dos de las cuales recibieron el Premio Nobel en 2009. Asimismo, ha concedido más de 2.720 becas nacionales, regionales e internacionales a jóvenes de 115 países para que puedan proseguir sus trabajos de investigación. El programa International Rising Talents elige “a las jóvenes más destacadas entre las becarias del programa Por las Mujeres en la Ciencia”. Este año el Comité de Selección Internacional de Talento estuvo integrado por doce científicos provenientes de Brasil, Canadá, Chile, China, Francia, India, Italia, Líbano, Marruecos, Polonia y Rusia. Las áreas de investigación premiadas fueron: “Observación del cerebro en funcionamiento”, “En el camino para idear nuevos tratamientos médicos”, “Descubrimiento de potenciales nuevas fuentes de drogas”, “Camino al corazón de la materia”, y “Examinar el pasado para entender el futuro o viceversa”.

Fuentes: Conicet/ Unesco

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