Plan de gestión integral ambiental: incluye una prueba piloto en un establecimiento, el mapeo de la actividad y un proyecto de Parque Avícola

Investigadores/as del Departamento de Desarrollo Productivo y Tecnológico (UNLa), obtuvieron un subsidio del programa ImpaCT.AR, que depende del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, para aplicarlo en el Municipio de Cañuelas. Buscan promover un plan de gestión integral para la actividad avícola, a fin de lograr su sustentabilidad económica, ambiental, y su desarrollo armónico con el crecimiento habitacional local. El proyecto inició este año y su duración comprende treinta y seis meses.

En las últimas dos décadas, la cadena aviar argentina ha demostrado una fuerte expansión dentro del mercado interno. El crecimiento de la actividad se vincula también con la exportación, fruto de la tendencia mundial alcista en su consumo. En 2020, según un artículo disponible en el INTA[1], casi la mitad de los establecimientos industriales con habilitación de SENASA se encontraban ubicados en la provincia de Buenos Aires (44%), seguida por Entre Ríos (30%), y en menor medida por Santa Fe (11%) y Córdoba (4%). No obstante, el desarrollo de esta actividad en el Municipio de Cañuelas se encuentra conmovido por un movimiento habitacional vinculado a una de las secuelas que dejó la pandemia por Covid-19 en nuestro territorio.

Dirigidos por María Sol Quiroga, directora de la carrera de Gestión Ambiental Urbana (GAU), un equipo transdisciplinar de investigadores/as de nuestra casa de estudios participa en este proyecto: especialistas en energías, transferencias de tecnologías, gestión de los alimentos, antropólogos/as, sociólogos/as e ingenieros/as. Viento Sur conversó con su directora y con Ariel Monzón, coordinador del Laboratorio Ambiental de la Carrera.

¿Cuál es el problema que el Municipio de Cañuelas debe resolver?

Ariel Monzón: Fruto de la pandemia que exacerbó la tendencia a que la gente migre a lugares más verdes y tranquilos, la Municipalidad de Cañuelas advirtió que crecía un conflicto de los nuevos residentes con las actividades productivas del lugar. Entre ellas, la avícola que implica la producción de pollos, huevos y derivados. Mientras Cañuelas era un área totalmente rural y no habían zonas urbanas alrededor, el impacto de esta actividad no se sentía. Me refiero principalmente a los olores y las moscas. Pero los conflictos crecieron cuando empezaron a asentarse en el territorio áreas residenciales. Esto le compete al Municipio, porque la actividad avícola es muy fuerte allí. Nosotros vamos a promover un plan integral que propicie el desarrollo de la actividad, para que siga funcionando, pero que a su vez pueda convivir en armonía con estas zonas urbanas en desarrollo y el ambiente.

¿Cuáles son los antecedentes de este proyecto?

María Sol Quiroga: Desde GAU veníamos trabajando con varias instituciones de la provincia de Buenos Aires con líneas vinculadas al tratamiento de efluentes, y en particular con algunas problemáticas en relación con la producción avícola que está muy expandida en toda la provincia. Cuando surge la convocatoria ImpaCT.AR, desde el Municipio de Cañuelas nos proponen hacer este proyecto.

¿Qué implica este Plan Integral?

MSQ: El proyecto va a brindar una alternativa para aquellos productores que tienen problemas de infraestructura. Va a iniciarse con la prueba piloto en un emprendimiento de la actividad avícola en Cañuelas y luego va a brindar asesoramiento al Municipio para pensar cuál es la mejor zonificación y las necesidades para determinar el funcionamiento de un Parque Avícola. Allí se reunirán emprendimientos de distintas escalas. Hay emprendimientos ya instalados con sus propios tratamientos de efluentes. Con ellos vamos a colaborar para que minimicen el impacto. Pero hay otros que son cooperativas. En este caso vamos a generar las condiciones con el Municipio para que puedan mudarse, establecerse en un lugar que tenga las condiciones ambientales y de infraestructura necesarias para poder funcionar de manera sustentable. Por eso este proyecto implica el trabajo entre el Municipio y la Universidad, junto con cooperativas y productores.

¿El plan promueve la aplicación de alternativas a los sistemas tradicionales de tratamiento de efluentes?

AM: Trabajamos sobre un esquema de análisis de ciclo de vida y economía circular. Esto implica minimizar el uso de agua, de energía y reducir los residuos. Hablamos de promover la eficiencia energética, reducir el uso del agua y promover su reutilización. En relación con los residuos, promover que muchos de sus derivados puedan ser utilizados como insumos de otros procesos productivos, como por ejemplo el guano que se utiliza para hacer biogás o las cáscaras de huevos para hacer compost o para la producción de alimentos. Vamos a abordarlo desde una perspectiva ambiental que es técnica y dura.

Según las distintas etapas de este proyecto, ¿qué resultados esperan conseguir?

A.M.: De la primera, que implica trabajar sobre el establecimiento que defina el Municipio, lograr en ese establecimiento la disminución de los conflictos entre productores y residentes y promover allí la utilización de energías renovables. Vamos a identificar también determinantes que en la etapa de elaboración del proyecto no pudimos desarrollar de antemano. En síntesis para esta etapa, que los resultados de la prueba piloto alimenten la etapa que sigue. Para la segunda etapa, que implica el desarrollo de un mapeo de todos los emprendimientos avícolas del Municipio y medir lo que denominamos el “grado de conflictividad”, vamos a aportar herramientas al Municipio y a la provincia. ¿Y por qué es importante esto? Porque nosotros aspiramos a que el desarrollo económico siga su curso. Y desde un abordaje ambiental, que esta actividad sea sostenible en el tiempo y que pueda convivir con otras actividades. Para la tercera y última etapa que se vincula con recomendar al Municipio dónde se podría instalar el Parque Avícola y qué condiciones debería tener según la realidad local, esperamos que este trabajo desarrollado en Cañuelas pueda ser proyectado hacia otros territorios.

¿Qué se podrá observar en el mapa?

MSQ: La cartografía va a ser un insumo para el Municipio. Va a incluir los impactos desde lo ambiental de cada uno de los productores avícolas de la zona, y va a abordar también el grado de conflictividad entre productores y la población, producto de la convivencia. Para esto vamos a atender varios factores vinculados con la logística (entrada y salida de vehículos, estado de los caminos), y vamos a relevar la disposición de los residuos, los niveles de contaminación de suelo y aire, y otros elementos que las/os vecinas/os no advierten a primera vista. En síntesis, vamos a desarrollar un índice de conflictividad que se va a volcar en ese mapa y para ello vamos a trabajar con nuestro Laboratorio Universitario de Información Geográfica (LUIG).

¿Cuál sería el beneficio para los productores avícolas?

AM: La deposición final de los residuos tiene un costo elevado cuando se trata de residuos especiales. Minimizar esos costos refiere para el productor una ganancia. 

¿Y para el Municipio/Estado?

AM: Desde lo económico, al daño ambiental se lo determina como una externalidad. De esa externalidad, en general se hace cargo el Estado, por eso es importante que participe con políticas activas para promover desarrollos sustentables y sostenibles. Si bien aspiramos a que no haya daño ambiental, también existe un daño desde lo económico cuando no hacemos las cosas bien.

¿El proyecto tiene una dimensión educativa y de vinculación?

MSQ: Vamos a trabajar con las cooperativas en la concientización de los impactos que generan. Al hacer el relevamiento para el mapeo y ponernos en contacto con los productores, hay todo un trabajo de vinculación que al Municipio le sirve porque en general cuando hay una universidad u otra institución que intermedia, el diálogo se facilita. 

María Sol Quiroga es docente titular y regular de la UNLa. Es arquitecta, urbanista, y doctora en ingeniería de proyectos ambientales. Dirige la carrera de Gestión Ambiental Urbana (GAU) desde hace doce años.

Ariel Monzón es magister en Gestión Ambiental por la UTN; está en el tramo final de la Maestría en Políticas Públicas y Gobierno (UNLa) y es graduado de la carrera de Gestión Ambiental Urbana (UNLa). Tiene varias diplomaturas y coordina el Laboratorio Ambiental. Es también docente investigador adjunto de GAU.

Integran también el proyecto: Flavia Carabajal; Isabel Caparelli; Diego Medrano; Luis Cervera Novo; Gabriela Parodi y Juan Manuel Alderete.


[1] Maria Cecilia Paolilli, Bernardo F. Iglesias, Silvina Cabrini, F.A. Fillat, L.O. Pagliaricci (2021).  La cadena de carne aviar en Argentina. Indicadores económicos e informes técnicos. Disponible en: https://www.engormix.com/avicultura/articulos/cadena-carne-aviar-argentina-t48612.htm

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