La médica geriatra e infectóloga Miriam Rozenek aseguró que los adultos mayores “necesitan un aislamiento físico y no social” y que “es importante que se los pueda acompañar, desde el teléfono, desde las redes sociales, no las modernas, sino las que se tejen diariamente: los vecinos, los hijos, los nietos».

Las declaraciones se dieron en el marco del reporte diario que funcionarios del Gobierno nacional brindar para informar a la población sobre la evolución de la pandemia del Coronavirus. Para hablar sobre este tema, consultamos a Gladys Martínez, coordinadora del Centro de Adulto Mayor de la nuestra universidad, quien también se refirió a las formas de acompañar a las personas mayores y a la importancia de escucharlos y comprenderlos.

¿Qué reflexión le merece el mensaje del Gobierno?

La cuarentena nos confrontó de un día para el otro con esta situación de aislamiento que además de movilizar nuestros sentimientos y emociones, trastocó nuestras rutinas cotidianas, obligándonos a adaptarnos rápidamente a esta nueva forma de “estar en casa”, lo cual es vivenciado en forma distinta por cada persona (haciéndose más visibles también las diferencias y las desigualdades). En la situación de las personas mayores esto sucede de la misma manera, con el agregado de que esta pandemia las ha denominado como “grupo de riesgo” y eso impacta de un modo específico en lo subjetivo, en lo familiar y en lo social. En el mundo pre cuarentena las personas mayores reclamaban su derecho a la autonomía, a la participación, a la inclusión social. Y en ese mundo cuidar era estar cerca y generar instancias socializadora. La cuarentena nos plantea esta contradicción de la manera más cruda, porque no hay alternativa: tienen que aislarse. Pero también produce la ruptura de normas y valores que venían siendo hegemónicos, por lo cual podemos darnos cuenta que no necesariamente cuidar es estar cerca , que los abrazos y besos no siempre implican afecto y que la distancia puede ser (tiene que ser ahora) el mejor modo de cuidar. Cuidar es, en primer lugar, reconocer la existencia (presencia) del otro/a, es acompañar desde la forma más saludable de la distancia, es brindar la ayuda necesaria. Por ello es muy importante que toda la sociedad comprenda que lo que llamamos “aislamiento social” en realidad es un “aislamiento físico” y que es nuestra responsabilidad no olvidarnos de las personas mayores y generar formas creativas de sostener el cuidado y el afecto desde nuestra propia cuarentena.

¿Cómo podemos estar cerca?

Las formas son las que cada persona y familia pueda construir, también hay quienes están solos. En este momento muchos adultos mayores de nuestro contexto tienen un celular, que ahora se convierte en el medio más oportuno de comunicación, pero si no lo tienen, en general sí tienen teléfono. La primera actividad que varios integrantes de nuestros programas han implementado, es llamar a compañeros/as, vecinos/as que viven solos/as, por ejemplo. Desde el Centro del Adulto Mayor, seguimos sosteniendo clases a través de whatsapp, generamos un segmento en el programa radial Feria Franca de Megafón UNLa (al que pueden llamar las personas mayores de la comunidad); desde el PAMI se organizó un voluntariado para llamar a las personas mayores y nuestros/as docentes están participando. Las formas son múltiples y la recomendación es que mantengan la realización de rutinas de actividad física, que puedan hacer las actividades que les resulten placenteras (escritura, jardinería, manualidades, cocina saludable, lectura, dibujo, canto) y dejar un ratito del día para los infaltables juegos de mesa si tienen alguien con quien compartir la cuarentena.

¿Cómo cuidarlos de manera correcta, sin que se sientan invadidos o atemorizados?

Lo correcto es hacerlo con respeto, siempre. Es frecuente que las familias den por sentado lo que ese adulto mayor quiere o piensa, pero no siempre se les escucha. Durante la cuarentena todos/as estamos más sensibles, pero es importante estar atentos/as a cómo tratamos a nuestros/as mayores, que sus tiempos sean más lentos o requieran algunos apoyos no nos da razón para convertirlos en objetos. La autonomía para las decisiones es un derecho que también incluye a las personas mayores y esto supone que no debemos vulnerarlo. Pero en algunas ocasiones percibimos que debemos asesorarlos, aconsejarlos, para ello en principio tenemos que asegurarnos que el adulto ha comprendido lo que se le dice o lo que sucede, y luego escuchar lo que esa persona opina, para finalmente arribar a acuerdos.

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