ALIMENTARSE EN CUARENTENA

El aislamiento social y preventivo trae consigo la readecuación de nuestra cotidianeidad. Pero, en algunas oportunidades, se pueden producir ciertos desajustes en especial con la comida y los hábitos saludables.

Por este motivo, Mónica Yedvab- coordinadora de las prácticas de tercer año de la Licenciatura en Nutrición y directora del proyecto de Huerta Agroecológica de nuestra universidad- nos brinda ciertos consejos a tener en cuenta sobre la alimentación durante la cuarentena.

¿Qué alimentos son recomendables a la hora de elegir?  

Con el invierno, además del Coronavirus, aparecen distintas patologías. Entonces la naturaleza, que es muy sabia, nos da los cítricos que son fuente de vitamina C, que trabaja en la protección general del organismo. Y, como son de estación, van a estar más económicos que el resto de las frutas. Después debemos incorporar vitamina A, que está en alimentos de origen animal y en otros que tienen la posibilidad de transformarla, como en los vegetales anaranjados rojizos, por ejemplo, las zanahorias, el zapallo, los tomates, los ajíes. También es muy importante la vitamina D, la cual sintetizamos en la piel y para eso tenemos que exponernos a los rayos del sol. Cuando se tenga un ratito antes de las 10 de la mañana desde una ventana, el balcón o a través de cualquier vidrio hay que exponerse entre 10 y 15 minutos al sol, lo que favorece la reabsorción ósea y el sistema inmune, y trae un plus de energía vital.

¿Existen alimentos que mejoren el sistema inmune?

No hay nada que pueda comer que evite que me infecte de Coronavirus, pero sí hay formas de potenciar o mejorar mi sistema inmune para que los mecanismos de defensa de mi organismo funcionen de la mejor manera. Es una gran oportunidad para pensar en los pequeños productores, en los trabajadores de la tierra, en los campesinos y campesinas que desde hace años promueven la agroecología como una forma soberana de alimentación. Si en la proximidad hay nodos o alguien que trabaje con productores es mejor optar por esa alternativa.

Todas las crisis son momentos de aprendizaje. Nosotros no somos un país con patrones de consumo que nos favorezcan, ya que el consumo de alimentos procesados, con alto contenido de sal y grasas nos estaba dando un perfil epidemiológico bastante complicado. Está bueno volver a las recetas de la abuela, el juntarse a cocinar, aunque uno no se junte.

¿Cómo podemos evitar los desajustes alimenticios?

Hay que mantener un orden con los tiempos. No saltear comidas, porque sino en algún momento voy a percibir un estado de hambre que me va a llevar a comer lo primero que encuentre en la heladera o alacena. No ponerse a hacer ninguna clase de dieta particular, justamente porque los nutrientes tienen que estar y se garantizan con una dieta que contenga todo tipo de alimentos. Una fruta y una porción de vegetales como mínimo por día- en un omelette, tarta, tortilla, ensalada- acompañada con cereales y legumbres, que tienen muchos minerales y ayudan al sistema inmune. Después debería haber algún aporte proteico en la medida que se pueda. Para aquellos que consumen todo tipo de alimentos puede ser huevo, leche y sus derivados o carne. Y el resto, de acuerdo a sus preferencias o posibilidades, lo va incorporando como pueda, por ejemplo, agregándole un huevo a cualquier preparación dulce o salada, o leche en polvo al puré.

¿Qué otras actividades sirven para complementar?

Mucha gente también está empezando a hacer actividad física, miran un video o un tutorial, y está manteniendo un nivel de ejercicio que es algo muy bueno. Nosotros tenemos un gasto de energía invisible, que es la que no vemos y la que hace que nuestro corazón funcione, que crezca el pelo, que las células se recuperen, etc. Eso se lleva el 50 por ciento, el resto estaba en caminar hacia el trabajo, subir y bajar del tren y otras actividades. Yo aconsejo mantener las cuatro comidas, no sobresaturarse de acciones ni estar tirado todo el día, exponerse al sol y animarse con alguna actividad física que permite mantenernos en el peso y evita el stress, que es el principal factor inmunosupresor de la respuesta inmune.