“Somos una sociedad porno. Lo porno nos llena todos los agujeros sociales, culturales, políticos y económicos. Los rebalsa. Hay porno en la televisión, en los kioscos, en las calles, en los clubes, en las escuelas, en los trabajos, en las playas, en los boliches, en nuestras casas, en nuestras camas, en nuestras computadoras, en nuestras mentes. Lo porno nos puede estimular y dar placer, también nos puede incomodar, someter, violentar. Pero hay algo de lo porno que lo hace inmensamente poderoso: su condición de tabú, su omisión decorosa. De lo porno no se habla. Y sin embargo…”
Así empieza el artículo “Mundo Porno” de Federico Polleri, ganador del primer concurso de ensayos contra la violencia de género organizado por la Universidad Nacional de Lanús. Su texto, junto con el de otros once autoras y autores, integran el libro “Basta. Ensayos contra la violencia de género” editado por EDUNLa como parte del concurso.
La organización estuvo a cargo del “Programa por la igualdad de género” de la Dirección de Bienestar Universitario, que en septiembre de 2014 lanzó esta convocatoria y que tuvo su cierre tres meses después. El jurado que seleccionó los ensayos ganadores –y todos los que participaron en el libro— estuvo integrado por Violeta Correa, María Sonderéguer, Silvina Chejter, Cristina Álvarez Rodríguez y Karina Nazábal, especialistas, profesionales y militantes vinculadas a la temática de género.
El premio fue abierto a toda la comunidad y además hubo algunas consultas internacionales de personas que tenían la intención de participar. En total se presentaron 75 ensayos.
“Nuestra idea fue generar contenidos para poder entregarlos como material pedagógico en el trabajo con otras instituciones” explicó Andrea Vallejos, la trabajadora social responsable del Programa de Género. “Trabajamos con escuelas secundarias y con organizaciones de la sociedad civil, por eso nos parecía que teníamos que producir un material que estuviera en condiciones de salir y de ser útil más allá de los debates puertas adentro que suelen darse en la Academia”, reflexionó.
En 2016 habrá otra convocatoria para el concurso pero esta vez estará centrado en los temas de identidad, diversidad, y organización y participación.
“Apuntamos a distribuir un material que le aporte a la sociedad, especialmente a los jóvenes, a las mujeres y a los hombres tanto en los territorios como en las políticas públicas”, agregó Vallejos.
-¿Sorprendió que el primer premio lo haya obtenido un hombre?
-Un poco sí. Pero estamos muy contentos con la calidad de los textos que se presentaron en general y en este caso se trata de un varón interpelando otras masculinidades. Tuvimos varios tipos de trabajos, con diferentes estilos. Algunos más periodísticos, otros más académicos.
-Además del trabajo que hacen hacia adentro de la Universidad, ustedes hacen un trabajo con la comunidad y con organizaciones territoriales. ¿El libro lo utilizarán para trabajar con ellos?
-Para hacer el trabajo hacia afuera, además del libro hemos elaborado un cuadernillo para jóvenes que va en la lógica de pensar situaciones cotidianas de violencia y que están muy invisibilizadas; abordamos algunos estereotipos que circulan sobre las jóvenes en las instituciones educativas, opiniones acerca de cómo se visten las mujeres. Se trata de un cuadernillo de participación popular que presentaremos en algunos meses.
-¿Cómo empezó el trabajo con la comunidad?
-Desde este año empezamos con un trabajo en profundidad con unidades básicas, con organizaciones políticas y vecinales y además articulamos con las áreas de diversidad sexual de las instituciones vecinas. En ese sentido el municipio de Lanús tiene un área bastante consolidada, así que coordinamos con ellos; en Avellaneda, Almirante Brown y Lomas de Zamora recién están empezando a abrir áreas de estas características así que allí viene más atrasado. Con ellos trabajamos principalmente en dos aspectos: capacitación del personal, tanto de los municipios como de la Universidad, y la otra línea es inclusión de las personas trans. La Universidad Nacional de Avellaneda tiene un trabajo bastante avanzado en ese sentido. En la UNLa estamos empezando a trabajar en una línea similar: apuntamos a visibilizar y mostrar a nuestra Universidad como un espacio amigable para que puedan venir a hacer sus carreras, a estudiar. En ese marco, ya tuvimos algunas reuniones para que no solo piensen en estudiar acá, también para que sean parte de las actividades extra académicas que ofrece nuestra Universidad como pueden ser los cursos, hacer deporte o ir al cine.
-¿Tienen alguna experiencia anterior en el trabajo con adolescentes y jóvenes?
-Nos quedó una muy buena experiencia en el trabajo audiovisual que hicimos el año pasado con chicos de escuelas secundarias. Fue un trabajo conjunto con el Centro de Derechos Humanos y Megafón TV.
-¿Cómo comienzan a trabajar con el Programa?
-La Universidad viene trabajando hace algunos años la cuestión de género, primero a través del programa “Género y políticas públicas” desde una perspectiva académica y desde el Centro de Derechos Humanos. En el año 2013 el Consejo Superior aprobó la resolución para que se creara el “Programa por la Igualdad de Género”. Cuando hace unos años evaluaba las solicitudes de becas que hacían los estudiantes en nuestra Universidad (2008/2009/2010) y entrevistaba a las postulantes siempre aparecía alguna cuestión atravesada por el género, con diferentes situaciones. A veces, empezar a estudiar en la Universidad implicaba un quiebre en las situaciones de sumisión; mujeres que venían de años de dedicarse a la familia, a los hijos, empezaron a tener otro tipo de autonomía y otro tipo de intereses y aparecían situaciones más visibles de violencia. Tal vez con el comienzo de una carrera la problemática se hacía más evidente, porque el control sobre alguna mujer era más fuerte, los celos más explícitos y porque la mujer rompía con ese marco que la sostenía en su vida. Desde esa época trabajé en un diagnóstico de cómo era la situación. En ese punto había realidades diferentes: mujeres que “naturalmente” durante toda su vida se dedicaron a la casa y a los hijos; otras que argumentaban que querían estudiar para que en unos años, y ya con independencia económica, pudieran irse de sus casas porque estaban hartas y cansadas de situaciones violentas. En 2012 empezamos con una campaña de promoción de derechos, prevención de la violencia, hicimos capacitaciones con estudiantes y después ellos tomaron la posta sobre la promoción de derechos y la prevención de la violencia.
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