Umberto Eco dijo alguna vez que Internet es como una gran biblioteca, pero desordenada.

Por eso, para ayudar a que los usuarios puedan sacar el máximo provecho tanto de las funcionalidades como de la libre disponibilidad de información que provee la web, la Biblioteca Puiggrós de la Universidad Nacional de Lanús estrena su nuevo catálogo on line y amplía el alcance de los cursos de alfabetización informacional que brinda desde hace un largo tiempo. Para hablar de ello nos reunimos con Elvira Lofiego, directora de la Biblioteca;

Sofía D’alessandro, responsable de Procesos Técnicos; Paola Area, Referencista, y Noelia Fernández, responsable de Repositorio Institucional y Catalogadora. Ellas son parte del equipo interdisciplinario de 14 personas que día a día trabaja para que la Biblioteca Puiggrós sea una herramienta al servicio de la comunidad universitaria de la UNLa y del público en general. Abriendo las puertas de la Biblioteca a toda la sociedad. Y expandiendo más que nunca el acceso al conocimiento y la información.

“Veníamos trabajando con un software de gestión de bibliotecas propietario que habíamos comprado alrededor del año 2000 -dice Elvira Lofiego sobre el nuevo catálogo en línea-, y hace unos dos años decidimos migrar a un software libre en el que se integran todas las operaciones de circulación de la biblioteca, todas las operaciones de catalogación, todas las operaciones previas de adquisición y demás, para tener una circulación más funcional. Fue un gran esfuerzo liderado por Sofía D’alessandro en el que colaboraron todos los compañeros, quienes también tuvieron que lidiar con un tema que significó trabajar del otro lado de lo que se ve. Se migró toda la colección, incluso lo que hay en la Biblioteca Cafiero, que hasta ahora no tenía gran visibilidad hacia afuera”.

Además de las personas que trabajan en la Biblioteca, tuvo una gran participación en la migración la Dirección de Informática. “En toda mi experiencia como bibliotecaria es bastante inédito poder trabajar tan codo a codo con el área de Sistemas -añade Sofía D’alessandro-. Logramos hacer esta migración dentro de la Universidad, cuando la mayoría de las bibliotecas tiene que contratar gente de afuera para que se ocupe de esta tarea. Se trabajó muy bien en equipo y con rapidez, si bien hubo que hacer muchas cosas a mano, registro por registro. Son más de 43.000 volúmenes de la colección general, y unos 8.700 de la Biblioteca Cafiero”.

Gracias al nuevo software, el usuario puede ver e interactuar con la Biblioteca Puiggrós desde su computadora en un entorno mucho más amigable y transparente. Puede visualizar el régimen de préstamo de cada libro, saber si está prestado o disponible en ese momento, e incluso reservarlo vía Web. “Si el usuario no encuentra el libro que busca en el catálogo -explica Sofía- automáticamente se le aparece una ventana donde puede enviar sus sugerencias de adquisición para biblioteca de materiales y/o temáticas”. Varias funcionalidades que hasta hace poco eran manuales ahora se encuentran automatizadas, como el envío de mails a usuarios cuando se vence el plazo del préstamo. Incluso, “si estás buscando un libro o una temática, cliqueás en ese texto y abajo podés navegar la estantería real donde está puesto, es decir que podés ver qué otros textos tiene ese libro al lado sobre el mismo tema”, dice Elvira. “En el catálogo está todo lo que tenemos impreso. Pero la biblioteca dispone además de otras bibliotecas digitales: el archivo periodístico del exilio argentino en México ‘Delia Carnelli de Puiggrós’, la Biblioteca Electrónica de Ciencia y Tecnología MinCyT, el Repositorio Digital Institucional ‘José María Rosa’. Son todos recursos que ofrecemos como servicios a los usuarios”.

“En el Repositorio ‘José María Rosa’ alojamos toda la producción académico-intelectual de la Universidad -explica Noelia Fernández-. Tenemos algunos libros autorizados, ponencias, algunos artículos de revistas y las tesis de posgrado. Estamos cargando en el nuevo software todo el material autorizado para actualizar el repositorio, y así darles a las producciones de nuestra comunidad universitaria una visualización hacia afuera de la institución”.

¿Quién le teme a la Web?

A partir de la explosión del mundo de la información se empezó a hablar de “nuevas alfabetizaciones”. Entre ellas la “alfabetización informacional”, un proceso de aprendizaje y desarrollo de habilidades para el uso de la información que, en el caso de la Universidad, apunta a la información científico-académica.

“Desde la Secretaría Académica se ofrecen desde hace bastante tiempo algunas herramientas de alfabetización académica -dice Elvira- vinculadas a cómo se estudia, cómo se escribe, cómo se utiliza la información en la producción de documentos académicos. La alfabetización informacional, en cambio, viene a cubrir el espacio entre cómo usar una computadora y sus diferentes aplicaciones (llamada alfabetización digital) y cómo construir un documento académico con calidad: saber cuál es nuestra necesidad de información, con qué fuentes puedo contar, saber que los distintos tipos de fuentes bibliográficas –impresas y digitales- pueden proveer distintos tipos de información, cómo acercarse a esa información de manera más eficaz y más eficiente, cómo organizarla para poder volcarla en un trabajo académico de mayor calidad y finalmente cómo citar y hacer uso ético de esa información cuando uno tiene que mencionar las otras voces que utilizó para construir su texto”.

Hasta hace unos años la Biblioteca Puiggrós ofrecía talleres con estos contenidos a demanda de docentes y tutores de trabajos finales que notaban que los estudiantes tenían poco entrenamiento en este campo. Después aparecieron otros usuarios -maestrandos, estudiantes de posgrado, de especializaciones- y la alfabetización informacional abandonó su carácter de iniciación para convertirse también en una profundización en el uso eficaz de la información. A partir del proceso de revisión curricular de 2015 se incorporaron dos módulos sobre el uso de la Biblioteca a los módulos de Informática, y algunas carreras han creado, dentro de su currícula, materias relacionadas con las búsquedas de información. “Tenemos una demanda creciente -dice Elvira-, sobre todo en los inicios de los cuatrimestres, o cerca de cuando empiezan los talleres de tutorías o de trabajos finales”.

“Hubo un cambio de rol en el bibliotecario -añade Paola Area-: de ser el observador a convertirse en un ‘profesional de la información’. Acompañamos a los usuarios de la Universidad en el transcurso de sus carreras y desde el ámbito de la investigación, dándoles las herramientas para encontrar y hacer buen uso de la información. En esa autopista enorme de explosión de información les damos las herramientas para determinar qué es válido, cuándo es válido, cómo es válido y cómo buscar en lugares confiables que ya hemos chequeado. Constantemente nos estamos actualizando para mantener esa información al día para nosotros y para poder retransmitirla. Les mostramos bases de datos bibliográficos, bases de datos referenciales, les damos las pautas para buscar en sitios confiables; para que usen también el Google académico y buscadores más fiables que recuperan material de sitios .org, .edu, .gov; somos más reticentes con las .com: al ser sitios comerciales siempre tienen otro interés detrás de la información. Si quieren buscar en su casa, les damos los criterios de qué mirar en la página, si el autor tiene datos de contacto, si hay una institución detrás de ese autor, si ha editado en editoriales importantes, si es citado en otros sitios web (referencia cruzada), si esa institución es académica, de investigación u organismos internacionales: muchos tips para evaluar las fuentes que están encontrando en Internet, porque todo puede ser tergiversado y, en los primeros años de la carrera, creído”.

“Trabajamos muy a la par de los docentes que piden las capacitaciones -interviene Noelia-, de acuerdo con lo que ellos manejan en las cátedras y los objetivos específicos de las carreras. Hay estudiantes que tienen un comportamiento más de investigación, por ejemplo los chicos de Alimentos que investigan más temprano que el resto; entonces la directora pide que nos enfoquemos a las publicaciones científicas. Este año empezamos en las carreras de posgrado, y estructuramos los cursos según los niveles de titulación de los asistentes”.

“En uno de los cursos, por ejemplo, estaban muy acostumbrados a buscar en Scribd –dice Sofía-. Entonces hablábamos de quién está capacitado como para evaluar si un PDF de una documentación científica subida a Scribd fue modificada o no. No se sabe si hay posteriormente una fe de erratas, si tiene o no un anexo, un apéndice. Si no van a la fuente y lo chequean, no sirve. Es importante hacerles ver el riesgo que se corre en caso que se pueda caer toda una investigación por algo tan sencillo; más allá de partir de cuáles son sus reales necesidades de información desde un principio. La solicitud de talleres por parte de los docentes está aumentando, porque las camadas de docentes han empezado como alumnos y ya tienen una cultura de biblioteca. Estamos reviendo también la cuestión de canales: el tema es ampliarlos, abrir el juego no solo dentro de la UNLa sino para todo el público que acceda a la página. Se van a subir tutoriales y se van a utilizar canales de youtube, para que cualquiera que consulte el catálogo tenga a su disposición toda esta información sobre búsqueda de fuentes. Está también el proyecto de un chat virtual”.

Además de responder a las ayudas puntuales que piden estudiantes y docentes, la Biblioteca Puiggrós ofrece el servicio de referencias virtuales “Pregunte al bibliotecario” para toda la comunidad educativa.

“Todo esto es una forma de acercar más la biblioteca a los usuarios -dice Paola- incluso a los que quizás todavía no se hayan acercado por distintos motivos. Aparte de las visitas guiadas que hacen los estudiantes al ingresar, todos los días hacemos formación de usuarios”.

“Nos da mucha gratificación que la Biblioteca esté integrada de tal manera al trabajo de la Universidad -señala Elvira-. Hay una visualización de que este es un lugar valioso, no solo porque preservamos la información en el tiempo en impresos, sino también porque podemos colaborar en los procesos de aprendizaje de estudiantes que en este punto y en este contexto socioeconómico y cultural traen, en muchos casos, falencias de bagaje cultural: que la Biblioteca colabore en la inclusión de ellos en el mundo de la información, siempre nos trae satisfacción. Y también que puedan contar con nosotros no solo los estudiantes, sino también los docentes y los investigadores”.

Actividades
“Estas actividades vienen a reforzar una tendencia que hay actualmente en las bibliotecas vinculadas a la función educativa: la misión pedagógica -señala Elvira Lofiego-. Rescatan al bibliotecario y la tarea de la biblioteca como un docente más dentro de los espacios educativos, que tiene un saber específico y que puede transmitirlo y apoyar al estudiante, en conjunto con el docente, en algún contenido en particular. Esto se está reforzando en las bibliotecas justamente por el tema de la sociedad de la información, el uso de Internet, la explosión de información en las redes, la disponibilidad del acceso y la interactividad que hacen que cualquiera pueda publicar: por lo tanto hay que reconstruir criterios de selección de esas fuentes. Antes uno sabía que un libro que estaba incorporado a la colección de una biblioteca universitaria tenía ‘la garantía’ de una selección previa hecha por los bibliotecarios o por los docentes de una universidad; ahora uno seguramente va primero a Internet a buscar una información, pero no todo lo que aparece ahí tiene la calidad necesaria como para ser incorporado a un trabajo universitario”.

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