Para las independencias el papel de la imprenta y sus periódicos fue fundamental

Todos los procesos independentistas entendieron la necesidad de contar con una “artillería del pensamiento”. Todos entendieron que junto a la independencia económico-política era necesaria la independencia semántica y la independencia comunicacional. Es verdad que no toda imprenta instalada en Latinoamérica tenía objetivos independentistas pero es igualmente cierto que toda lucha por la Independencia vio en la imprenta una herramienta indispensable. Y a pesar del predominio de la lengua del conquistador (que produjo muchas experiencias amargas en un continente multi-lingüístico) los pueblos y sus líderes con sus propias palabras redactaron e imprimieron sus actas, sus decretos y sus publicaciones inflamadas de soberanía e independencia.

Eso lo entendieron también los independentistas españoles que lucharon contra Napoleón: “El Conciso (16-I-1814) reconocía su eficacia contra Napoleón. El Observador la llamó «guerra de los principios» y el Semanario Patriótico (29-VIII-1811) puso de manifiesto la guerra político-literaria entre liberales y serviles. Ello explica la eclosión publicística tan intensa que se dio a lo largo del conflicto bélico y la toma de postura de Capmany, «desde hoy todos somos soldados, los unos con la espada, los otros con la pluma»”.[1]

En las imprentas y en los periódicos o panfletos se imprimió el repertorio de las ideas y los debates que el periodo independentista latinoamericano produjo -necesariamente- como programa para cimentar un imaginario histórico nuevo con mujeres y hombres libres que, además de las luchas objetivas y concretas, debían enfrentar las luchas en el campo de la subjetividad hacia una humanidad libre para pensar y libre para expresarse.

Liberar la expresión de los pueblos es impensable sin independencia verdadera. Ningún pueblo despojado de las herramientas para la “Libertad de Expresión”, analfabeto, amedrentado o domesticado para el silencio… hubiese podido imaginar y construir una sociedad dispuesta a convertir su independencia en valores, hábitos, ejemplos y convicciones nuevas y cotidianas, atadas al hecho revolucionario -e inédito- de ser independientes de todos los caprichos materiales y espirituales imperiales. Independientes para relatar (con sus medios y modos) su independencia integra.

Bolívar, San Martín, Martí, Hidalgo, Morelos, Miranda, O’Higgins… y muchos otros luchadores por la Independencia vieron en la “artillería del pensamiento” un arma de doble valor que, por una parte, ayudaba a demoler la ideología dominante de la época y, por otra parte, ayudaba a construir un pensamiento nuevo basado en acciones e idearios antiimperialistas. Proliferaron las gacetas, los volantes y las publicaciones que fueron simientes fértiles de una etapa histórica desafiante e ignota que demandó inteligencia y creatividad para liberar los caudales expresivos de los pueblos empeñados en no vivir arrodillados.

La prensa era una herramienta emancipadora, un arma del talento para organizar a los pueblos y para transmitir los ideales de los hombres libres. En lo teórico tanto como en la práctica. Ese espíritu no debe perderse. “De hecho, no había ninguna diferencia entre revolucionarios, políticos y periodistas, pues las funciones estaban compartidas. Simón Bolívar y José Martí, dos de los más destacados revolucionarios de nuestra América –aunque corresponden a épocas diferentes –, fueron también periodistas. Bolívar fundó El Correo del Orinoco (1818) y dispuso la publicación de La Gaceta de Santa Fe de Bogotá (1819). José Martí, en Cuba, fue muy prolífico: cuando tenía apenas 16 años, creó El Siboney, redactado a mano por los estudiantes secundarios de La Habana para apoyar el levantamiento de Céspedes en contra de la corona. Luego, fundó El Diablo Cojuelo y La Patria Libre, donde reafirmó su posición independentista y revolucionaria. En Ecuador, el mariscal Antonio José de Sucre, líder de la independencia nacional, creó El Monitor (1823). En Colombia, el prócer Antonio Nariño fundó La Bagatela (1811). En Venezuela, el patriota Francisco Miranda introdujo la primera imprenta para utilizarla como arma de combate contra el colonialismo. En Argentina, Manuel Belgrano publicó el Correo del Comercio (1810) y Domingo Faustino Sarmiento dirigió El Nacional. El general José de San Martín, uno de los forjadores de la independencia de América del Sur, publicó La Gaceta, en Chile.” [2]

Aquella prensa que asumió el deber de defender a la humanidad de toda calamidad económica y moral tiene en la experiencia independentista un “Alma Mater”, ineludible, a la que debe rendir cuentas históricas con Independencia Comunicacional. Aunque algunos pretenden reducir la producción de la Información y la Comunicación a un ejercicio de mercado, sujeto a los devaneos de intereses trasnacionales (incluso con representantes nacionales), es deber político e histórico de todos los tiempos saber recordar y comunicar el valor y el aporte de las luchas independentistas también en el campo de la información y de la comunicación que hoy son un Derecho Humano inalienable.[3]

[1] Papel y poder de la prensa en la Guerra de la Independencia (1808-1809). El caso valenciano. Vicente León Navarro https://argonauta.revues.org/436

[2] Los primeros periódicos y la prensa insurgente en América Latina. José Villamarín Carrascal  http://www.saladeprensa.org/art655.htm

[3] Declaración Universal de los Derechos Humanos. Artículo 19  http://www.un.org/es/documents/udhr/index_print.shtml

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