“La obra que califico como gráfica política ‘militante’ estuvo desde un principio destinada a un contacto social directo y masivo (afiches, panfletos, ilustraciones en periódicos y revistas).

Ricardo Carpani, 1993

Pocos artistas del mundo pueden plasmar la lucha, la fortaleza y el trabajo como lo hizo Ricardo Carpani. En estos días, en que la UNLa expone la fantástica muestra itinerante que recorre su gráfica militante, es bueno detenerse en este artista profundamente argentino y en un estilo que fue pantalla y trinchera de una época.

Nació en Tigre en febrero de 1930. La familia se mudó luego a la ciudad de Buenos Aires, donde Ricardo Carpani terminó el secundario y comenzó a estudiar derecho en la UBA mientras trabajaba en el Banco de Crédito Industrial Argentino e incursionaba brevemente en el fisiculturismo. A los 20 años viajó a París sin pasaje de vuelta: allí, al tiempo que trabajaba como modelo vivo para una academia de pintura, comenzó a pintar y dibujar; uno de los hitos que más influirían en el desarrollo posterior de su arte fue la muestra de muralismo mexicano que visitó en Francia, y que lo decidió a internarse en la técnica del mural. Volvió al país en 1952 y de inmediato ingresó al taller del cubista Emilio Pettoruti, donde comenzó a construir un arte visual marcado por imágenes de fuertes trabajadores que conservaría como impronta de toda su obra. A fines de la década del 50 fundó el grupo Espartaco junto con Mario Mollari, Juan Manuel Sánchez, Espirilio Butte y Carlos Sessano, un movimiento artístico cercano ideológicamente a la izquierda nacional al que más tarde se incorporaron Juana Elena Diz y Pascual Di Bianco. Influido por el ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, el brasilero Cándido Portinari y los muralistas mexicanos, y muy lejos de la figura del artista encerrado en su torre de cristal, Espartaco planteaba la urgencia de un arte con raíces en el país, atento a las luchas y necesidades del pueblo trabajador.

En 1961, luego de abandonar el grupo, Carpani colaboró con diversos gremios diseñando afiches políticos y pintando murales en las sedes sindicales. En 1963 lo convocó José Alonso, al mando de la CGT reunificada luego de casi una década de proscripción e intervenciones a manos de la autodenominada “Revolución Libertadora”. El primer trabajo fue el afiche de la “Semana de la protesta”, etapa inicial de un plan de lucha de los trabajadores en los meses sucesivos. Las colaboraciones con la CGT unificada continuaron hasta 1966, año en que el país se vio sometido nuevamente a un golpe cívico-militar encabezado esta vez por el general Onganía, y Carpani resolvió alejarse frente a la burocratización de la central trabajadora bajo el mando de Augusto Timoteo Vandor.

En 1968 se incorporó a la CGT de los Argentinos, conformada en marzo de ese año como alternativa gremial a los sectores sindicales ligados a Vandor. La CGTA, antiimperialista y antimonopolista, se oponía enfáticamente al gobierno militar con las consecuentes persecuciones, detenciones e intervenciones en la sede de la avenida Paseo Colón que conducía Raimundo Ongaro. En ese espacio de lucha y militancia Carpani desarrolló la etapa más productiva de su gráfica militante: pintó murales, cartelones, realizó gráfica poítica y escribió libros y artículos; fundó revistas e hizo, al mismo tiempo, exposiciones en la Argentina y en el exterior. Iniciada la década del 70, además, denunció con sus imágenes la existencia de presos y asesinados por causas políticas: desde sus imágenes Carpani pedía libertad, gritaba y desafiaba al poder reinante para evidenciar la violencia política que signó aquel período de nuestra historia reciente.

En 1974 viajó a Estocolmo para exponer y a raíz del asesinato de su compañero Rodolfo Ortega Peña a manos de la Triple A decidió no volver al país, lejana posibilidad que tornó imposible el nuevo golpe cívico-militar de 1976. Hasta 1984 Ricardo Carpani permaneció en España, donde integró la Comisión Argentina por la Defensa de los Derechos Humanos vinculándose con otros exiliados para tratar de difundir las detenciones clandestinas, las torturas y las desapariciones de militantes que venían arreciando en la Argentina en el contexto del “Proceso de Reorganización Nacional” de 1976-1983. Una vez más Carpani ponía su arte al servicio del pueblo, en esta oportunidad con el objetivo de conseguir, mediante la visilibización de la situación del país ante el resto del mundo, la presión de los organismos internacionales sobre la cúpula militar.

A su vuelta al país en plena democracia participó activamente en las acciones de los organismos de derechos humanos, realizó importantes exposiciones y asumió una prolífica obra pictórica, mural y gráfica: entre sus creaciones se encuentra el gran retrato del Che Guevara en la Plaza de la Cooperación de la ciudad de Rosario, además de artículos y libros en los que desarrolló sus ideas: «El arte y la vanguardia obrera», «Arte y revolución en América Latina», «Nacionalismo burgués y nacionalismo revolucionario”.

Ricardo Carpani falleció en Buenos Aires el 9 de septiembre de 1997, pero sus obras —vivas, vigentes— seguirán por siempre reflejando las luchas de un pueblo que no se doblega ante la injusticia.

Carpani. Gráfica militante
La muestra puede visitarse del 17 al 27 de octubre en el ala norte del edificio José Hernández, en forma libre y gratuita. Esta exposición itinerante corona 8 años de trabajo ininterrumpido con el archivo del artista argentino y exhibe copias exactas de afiches clásicos e inéditos, bajo la curaduría de Ignacio Soneira.

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