“La riqueza, la renta y el interés del capital, son frutos exclusivos del trabajo humano(…) Queda prohibida toda forma de explotación del hombre por el hombre o por el capital, en cualquiera de sus manifestaciones. La igualdad jurídica y social de los habitantes de la Nación hace del abuso de la libertad un delito”.
Juan Domingo Perón
A fin de colaborar al conocimiento histórico de las políticas encaradas por el gobierno peronista acerca de la función de las cooperativas, así como a la relación que para Perón existía entre la doctrina cooperativa y el justicialismo -que muchas veces fue tergiversada-, entendemos que el fomento estatal al cooperativismo en esa época ha sido de suma importancia y quizás desconocido por muchos: y que como siempre, pero siempre, la verdadera historia es historia contemporánea.
Cuando comenzamos nuestra investigación en 1988, los textos todavía se encontraban en la Biblioteca Peronista Reservada del Congreso de la Nación (solo para legisladores) donde por Decreto de Isaac Rojas del 4 de mayo de 1956 fueron recopiladas todas las publicaciones, discursos y otros documentos del gobierno del Presidente Perón, porque el Almirante dictador creyó que servirían de prueba para el enjuiciamiento histórico del “régimen depuesto”. Nada nuevo tampoco.
Afortunadamente dichos textos sobrevivieron a la quema y desaparición como sucedió con tantos otros documentos durante las distintas dictaduras que sufrió nuestro país. Sin embargo, el pueblo argentino no necesitó de dichos textos para volver a elegir a Perón en 1973 y a otros gobiernos nacionales y provinciales hasta el día de hoy, cuando se retoma la política de redistribución del ingreso, de fomento a la producción, de inclusión social y de lucha contra la pobreza.
¿Qué es la Economía Social? ¿Por qué planteamos la disyuntiva entre “especulación financiera” y “productividad social”?
“Nosotros no estamos ni en la defensa de un capitalismo de explotación ni en la defensa de una explotación estatal”. Nosotros tenemos una tercera posición, donde no queremos que el hombre sea explotado ni en nombre del capital ni en nombre del Estado.
Juan Domingo Perón
Perón sostenía que la política social del gobierno debía lograr que “sea digno solamente el que trabaja e indigno solamente el que vive del trabajo ajeno”.
En reiteradas ocasiones y fundamentalmente en torno al problema agrario, Perón remarcaba la necesidad de la cooperativización y elogiaba los logros que el sistema cooperativo había alcanzado en la producción.
La necesidad de que los trabajadores sean dueños de su producción y del fruto de su esfuerzo y sacrificio, se transforma en una posibilidad concreta a través del sistema cooperativo, que puede producir, industrializar y comercializar, y sobre todo lograrla productividad social y no apoyar la especulación financiera.
Dicho objetivo estaba expresamente planteado en el Segundo Plan Quinquenal, a través del cual se determinaba que el Gobierno favorecería a las cooperativas en todos los casos. Era una intención fundamental del gobierno justicialista -que buscaba el bienestar del pueblo y no el enriquecimiento del Estado- la autogestión de las cooperativas que deberían llegar a bastarse a sí mismas y estar absolutamente libre de tutelajes así como cubrir todo el país.
El humanismo de la doctrina justicialista, que tiene como eje al hombre y que tiende a lograr que este sea dueño de su propio destino, sostiene que esto es imposible si no se posee la libertad económica y si los trabajadores no son dueños del fruto de su esfuerzo.
La doctrina cooperativa sintetiza en ese orden, la organización de la producción económica definida por el justicialismo entre sus postulados. Para Perón, “las cooperativas son unidades básicas justicialistas para la organización nacional de la producción, la industria y el comercio”. En la economía social de la doctrina peronista las cooperativas “son unidades de acción económica que realizan el acceso de los hombres que trabajan a la posesión total del instrumento y del fruto de su esfuerzo”.
La cooperativa busca eliminar el conflicto entre capital y trabajo, suprimir los intermediarios, poner al capital al servicio de los hombres para que los trabajadores puedan autogestionarse, ser dueños de sus decisiones y propender al bienestar de sus familias y de la comunidad.
La doctrina cooperativa, al igual que la doctrina justicialista, es profundamente humanista. Tiende a elevar la producción, no a través del eficientismo económico, en la búsqueda de la maximización del beneficio del capital, sino a través de la humanización del trabajo y el capital y de las relaciones laborales a partir de la asociación libre de los productores. Para ello se debe elevar la productividad social, mejorar la educación y la capacitación de los trabajadores, propender al bienestar de la comunidad y conquistar la participación de los hombres en las decisiones, logrando a través de su independencia económica, la desalienación y la libertad.
La Constitución Nacional de 1949 sostiene que el capital debe tener una función social. Dicha función implica que debe propender al bienestar del pueblo y no a su explotación. El capital, fruto del trabajo humano, no debe utilizarse como medio de explotación para vivir del trabajo ajeno. Por ello afirmaba Perón que “en la solidaridad humana, la cooperativa representa la más trascendente y fundamental de todas las instituciones”.
La posibilidad de abarcar todo el ciclo económico planteada por Perón, cooperativizando la producción tanto como la comercialización y el consumo, coincide asimismo con los propios principios cooperativos de integración horizontal y vertical.
Para el justicialismo los intermediarios políticos, sociales y económicos deben desaparecer, pero desaparecerán cuando los mismos productores y consumidores a través de las cooperativas de producción y consumo se hagan cargo de la comercialización y distribución.
Para Perón “es indudable que la cooperativa es una de las formas a la cual hemos dado nosotros preferencia en toda la organización de nuestro sistema local. La cooperativa es para mí, una forma del gremialismo orientada en otra dirección y con otra finalidad, pero tan útil como todos los demás gremialismos”[1].
También sostiene que la Ley de Cooperativas fue creada por el justicialismo para desarrollarlo, ya que “es el único que nos puede ayudar para barrer definitivamente los monopolios”[2] . Para Perón todo cooperativismo muere en el régimen capitalista, mientras que en el Estado justicialista “los que mueren son los monopolios”[3].
En el discurso a los delegados de la Cooperativa del Personal de Ferrocarriles del Estado de 1953, Perón sostuvo: “En el panorama argentino han de desaparecer los intermediarios políticos, sociales y económicos, para que de esta manera podamos ser un poco más felices que lo que somos hoy bajo la férula de esos intermediarios que disfrutan de todo y no hacen absolutamente nada”. Para él, todo el pueblo deberá estar en acción política. “En el orden económico, se logrará reemplazando a esos intermediarios que hacen el negocio por teléfono, desde la cama, quedándose al final con el santo y la limosna, para que se hagan cargo de la comercialización y distribución de la riqueza los mismos productores y consumidores a través de las cooperativas de producción y de consumo. El intermediario, entonces, tendrá que ir a levantar la cosecha de maíz, porque si no, no podrá vivir”.
El cooperativismo debe entonces organizarse no solo en la producción sino en todas las actividades. “La reforma económica –decía Perón- se debe realizar sobre la base del cooperativismo. En todos los campos de la producción del comercio, la industria, la intermediación debe desaparecer para dar paso a la acción cooperativa”.
Para el justicialismo “la cooperativa de producción es la cooperativa madre, originaria y original de todas las asociaciones cooperativas”. Por eso, durante el gobierno peronista se brindó todo tipo de preferencias a las cooperativas de producción agrarias e industriales.
También propuso Perón la creación del Consejo Nacional de Cooperativas para que el sector de cooperativas aconsejara al gobierno nacional en todo lo que le competía al sector. Su proyecto era favorecer el desarrollo y la implementación integral del sistema nacional cooperativo como organización del pueblo.
Para él, el fracaso de las cooperativas se debía a que en el sistema capitalista estas sucumben ante los monopolios nacionales e internacionales. Por eso para subsistir tienen que ser apoyadas por el Estado. A su vez, el cooperativismo “será el único que pueda ayudar a barrer definitivamente a los monopolios”.
El cooperativismo era la única manera de terminar con la explotación inescrupulosa de la producción por parte de los intermediarios. Por esta razón en el primer Plan Quinquenal se planteaba que la política debía ser realizada por los ciudadanos de la República y no por políticos profesionales y la riqueza debía ser administrada por los propios productores.
En el segundo Plan Quinquenal ya se determinaba que en el orden de la organización, el cooperativismo es lo mismo que el justicialismo. En ese sentido, Perón sostenía que “el cooperativismo era la orientación natural del obrero”.
En dicho Plan el cooperativismo tenía un decálogo de acción que sostenía que el “Gobierno aspira a que las cooperativas agropecuarias constituyan las unidades básicas de la economía social agraria y participen:
- en el proceso colonizador y en la acción estatal y privada tendiente a lograr la redistribución de la tierra en unidades económicas sociales adecuadas.
- que participen en el proceso productivo mediante la utilización racional de los elementos básicos del trabajador agropecuario.
- que participen también en el proceso interno de comercialización de las cosechas de los asociados, para lo cual el Estado auspiciará el acceso de los productores organizados a los centros de consumo, mercados oficiales, proveedurías, etc.
- que participen en el proceso de industrialización regional primaria de la producción agropecuaria de sus asociados en los mercados internacionales.
- que participen en el proceso de industrialización regional de la producción agropecuaria de sus asociados.
- que participen en la acción estatal tendiente a suprimir toda intermediación comercial innecesaria.
- que participen en la fijación de los precios básicos y precios diferenciados que se fijarán a favor de las cooperativas agropecuarias.
- que participen en la redistribución de los márgenes de utilidad que se obtengan con motivo de la comercialización.
- que participen en la acción social directa a cumplirse en forma integral en beneficio de los productores agrarios, y
- (el) Estado auspicia la organización de un sistema nacional unitario de cooperativas de productores agropecuarios que represente a todos los productores del país y defienda sus intereses económicos y sociales.
A su vez, el Estado mediante todos sus centros de enseñanza promoverá la formación de una nueva conciencia nacional agraria hacia el cooperativismo.
El Instituto Argentino para la
Producción del Intercambio (I.A.P.I) como monopolio estatal en un primer tiempo
debía ser reemplazado por la organización integral de los productores.
[1] Perón ante delegados de Cooperativas Agrarias. Septiembre 20 de 1949
[2] Acto inaugural del VI Congreso Agrario Argentino, Noviembre 8 de 1949
[3] Ante los representantes de la Asociación de Trabajadores del Estado 2 de agosto de 1950
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