El grupo de trabajo sobre “Consumo, Territorios y Derechos Humanos” (en adelante el G.T.) del Doctorado en Salud Mental Comunitaria, fue convocado por Sedronar para participar en la realización de un informe sobre las modificaciones en las prácticas de consumo de sustancias y las respuestas de cuidado en la población en general, implementadas a partir del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) por COVID-19. Su incorporación fue en conjunto con otras seis universidades nacionales de distintas partes del país.
Creado en el 2019, uno de los objetivos de este G.T. es producir conocimientos e instalar debates en torno a los abordajes y a los modos de entender los cuidados en relación con los consumos en los territorios. Está conformado por Leandro Sabatini y Luciana Rubel en la coordinación, y por Milena López Bouscayrol, Cecilia Pizzo y Matías Segatorri, Lucía Alazraki y Pablo Quatrini. Cuenta además con el acompañamiento de Alejandra Barcala, Cecilia Ros y Alejandro Wilner, autoridades del Doctorado, Maestría y Centro, respectivamente.
“En el campo de los consumos hay bastante producción sobre políticas de criminalización y penalización. Pero, ¿qué hacemos con las personas que padecen alguna problemática de consumo en los barrios? ¿Qué prácticas vamos a diseñar con y para estas personas? ¿Cómo vamos a trabajar contra la estigmatización y las barreras para alojarlos y alojarlas en un dispositivo que las y los escuche y acompañe? En este sentido, nos proponemos dialogar con otros actores y actrices del campo, para pensar además de las políticas macro, qué modos de cuidados pensamos a nivel micropolítico” afirmó Luciana Rubel, doctoranda y becaria cofinanciada CONICET-UNLa.
Pudimos recoger un fragmento del informe en donde destaca haber logrado describir “la heterogeneidad de experiencias vividas durante el ASPO (…). Las modificaciones en las prácticas, sentidos y situaciones de los consumos de sustancias, tales como alcohol, tabaco, medicamentos psicofármacos sin prescripción médica y drogas ilegalizadas, y se vincularon fundamentalmente a la irrupción de otros modos de vivir el tiempo y habitar los espacios. Se recorrieron numerosas alusiones a experiencias, estados emocionales y modificaciones en los modos de vida a partir de la emergencia sanitaria (…), así como en distintas estrategias de regulación y cuidado tanto para sí como para con otros/as”.
Para la realización del estudio se conformaron grupos focales virtuales y el trabajo de campo, en el caso de la UNLa, se concentró en la región VI (Lomas, Lanús, Avellaneda y alrededores). El grupo tuvo varias capacitaciones y acompañamiento por parte de Sedronar. Los resultados finales del informe los articulará dicho organismo con los resultados de todas las universidades participantes.
“Me gustaría que este aporte sirva de emergente y disparador para que pueda alzarse la voz de los usuarios y las usuarias de drogas, que suelen ser silenciadas. Que podamos aportar al desarrollo de políticas más respetuosas de las autonomías y derechos de las personas, rompiendo la estigmatización y exclusión. Esto se da en todos los sectores, si bien los populares son los que cargan con la mayor estigmatización y criminalización”, afirmó la becaria y co-coordinadora del informe por la UNLa.
Metodología
La convocatoria se hizo a través de las redes sociales de la Universidad y de los dispositivos de Sedronar de zona sur. Participaron sobre todo personas relacionadas con la Universidad. Al respecto, Rubel afirmó: “Hubiéramos deseado que hubiera más heterogeneidad en torno a las trayectorias de las personas, pero fue dificultoso por las condiciones que nos imponía la pandemia. Por ejemplo, necesitábamos personas con buena conectividad y disponibilidad horaria para participar”.
El diseño de estudio fue realizado por Sedronar y el G.T., como el resto de las universades, tuvo que ajustarse a él. El trabajo de campo se concretó en Agosto de 2020. Se armaron grupos chicos, lo recomendado para cuidar a los y las integrantes, porque en algunos casos implicaba hablar de cuestiones ilegales.
Recorrido por algunos de los resultados
Consumos: ¿son siempre problemáticos?
Como que todo está concentrado en un mismo lugar y me doy vuelta y siempre tengo dos mil millones de cosas para hacer. Es como que nunca se termina. Y en ese sentido, cuando digo: “Bueno loco, basta, ya no aguanto más, me quiero relajar un poco”, me tomo una copa de vino. Y eso que yo lo hacía antes, hoy lo hago prácticamente todos los días (Mujer joven, B, UNLa, GF6).
Jóvenes y adultos/as diferenciaron distintos momentos a partir del ASPO. Señalaron el principio de la cuarentena, cuando parecía que el aislamiento iba a ser de corta duración. A esa etapa la asociaron con el armado de “movidas virtuales” y al interior de las casas. Implicaba hacer reuniones por plataformas, fiestas en vivo por streaming, y/o consumir sustancias con intercambios sociales a través de chats. En esta etapa, el consumo apareció muy ligado a lo social y al encuentro con pares.
Marcaron un segundo momento, que tuvo que ver con un decaimiento de esa actividad inicial. Reconocieron que en esta nueva etapa se encontraban más cansados/as y que los encuentros sociales empezaban a espaciarse y debilitarse. Esto provocó que el consumo se vinculara más a un corte de la rutina. Así, el consumo de tabaco, marihuana, alcohol, aparecía como una forma de empezar a bajar y relajarse de las exigencias cotidianas de trabajo, estudio, tareas hogareñas.
Así, se reiteró la necesidad en el ASPO de consumir para “bajar, relajar, estar de mejor ánimo ante la incertidumbre del confinamiento, ante las problemáticas económicas”, y sobreponerse a los efectos del aislamiento. Entonces en muchos casos, el consumo aparecía como un recurso y no siempre asociado a un problema.
Muchos jóvenes que venían teniendo prácticas de consumo de marihuana, con el aislamiento y al estar conviviendo con sus familias, dejaron de consumir. A su vez, los consumos funcionaron también para relajar o morigerar la irritabilidad o enojos entre los y las convivientes.
Apareció una cuestión de género bastante diferenciada de las mujeres con hijos/as, dado que todo el tiempo ponían sobre la mesa la intensificación de las tareas de cuidado y, en ese sentido, una disminución de sus prácticas de consumo. En el caso de los varones con hijos/as, no apareció este dato ni la aclaración.
En relación a la accesibilidad, lo que más se nombró fueron los delivery de alcohol, que antes de la pandemia no eran habituales. Se relevó que consiguieron menos marihuana, y que en algunos casos esto generó el paso al consumo de tabaco o de alcohol, porque son sustancias más accesibles.
También se detectó en las personas que tenían prácticas frecuentes de consumos de marihuana, que pasaron a cultivar ellas mismas o detectaron redes para conseguir flores bajo esta modalidad de producción.
En relación a los efectos indeseados, se evidenciaron referencias vinculadas con la resaca, el exceso, la falta de regulación del consumo. Por ejemplo, en relación al tabaco aparecieron las molestias corporales después de fumar mucho. Lo mismo con el alcohol.
Se visualizaron otros efectos indeseados vinculados a los contextos y no tanto a las sustancias, como cuestiones vinculadas a las fuerzas policiales en contextos de consumo en la vía pública. Por ello, se puede afirmar la relevancia de indagar allí.
Apareció recurrentemente la dificultad para dormir, muy asociada a cierta confusión temporal y a la yuxtaposición de espacios de quienes viven en espacios reducidos. Esto implicó el uso de ansiolíticos, que al ser legales, suelen ser menos problematizados.
Yo tomo Clonazepam a veces porque tengo problemas para dormir, al no tener tanto gasto de energía, una rutina definida. Por ahí si una noche no puedo dormir y al otro día me pasó lo mismo, prefiero tomar Clonazepam de un miligramo, no es cotidiano, pero a veces cada tanto tomo (Varón adulto, A, UNLa, GF7).
Cuidados: cuando su definición es polisémica y cargada de sentidos varios
Sí, hay dos cosas para mí, primero que en la dinámica habitual de en mi caso ir a laburar después ir a la facultad a cursar. Me voy de mi casa a las ocho y vuelvo a las diez, y llego hecha mierda. Y como y me voy a dormir. Por ahí el porro ni aparecía, e incluso ni el pucho aparecía. Pero ahora, es como que tenés más momentos para… Y en relación a esto que dice (otra compañera), me pasa, por ejemplo, yo intento tocar la guitarra y me encuentro tan bola de nervios, tan como contracturada que no me libero para decir: “Bueno, paro un poco y me toco un tema”. Si fumo porro lo hago, entonces es como que también necesito generar ese momento donde digo: “Bueno, listo, me relajé, estoy bien, voy a hacer algo para mí”. Desde cocinarme alguna comida que esté piola, tocar la guitarra o mirar un documental (Mujer joven, B, GF6, UNLa)
La definición de los cuidados, como “aquello que se hace para que el consumo no sea un problema”, elegida por parte del diseño del estudio, fue trastocada, subvertida y cuestionada cuando el G.T. trabajó con ella en los grupos focales. Al respecto Luciana Rubel afirmó, “ratificamos la intuición que teníamos de que se trataba de una definición reduccionista acerca de los cuidados”.
Si bien se detectaron estrategias de autocuidado, muchas veces estas implicaban el consumo de sustancias, y poner atención a su calidad o a los contextos de consumo. Así, el cuidado no se relacionó de manera directa con la idea de consumos problemáticos o la prevención de intoxicaciones, sino que el cuidado parece separarse de la sustancia para ampliar su horizonte a otras dimensiones.
“El trabajo que venimos haciendo, a la par de otras organizaciones, es el de situar a las experiencias de consumo en sus contextos y a partir de los sentidos que les atribuyen los y las usuarios y usuarias. El énfasis que las mismas personas pusieron a los contextos de las prácticas de consumo, ayuda a cuestionar esa mirada reduccionista para poder ver más allá de la sustancia y los efectos específicos de las drogas”, sostuvo Rubel.
Sí aparecía una referencia a los cuidados vinculados a los efectos de las sustancias. Estos se relacionaban a evitar malestares corporales, como la regulación de cantidades administradas, pautas para no consumir con el estómago vacío, hidratarse adecuadamente y no mezclar distintas sustancias en un mismo momento.
La atención en pandemia
En los resultados de la muestra hubo poca referencia a los cambios en la atención durante la pandemia, porque eran muy pocas las personas que conocían a alguien en tratamiento justo en el momento en que se dictaminó el ASPO. Algunos retomaron experiencias pasadas, pero no fueron muy exploradas porque no era objeto de la investigación. Sí se hizo referencia a que muchos abordajes pasaron a la virtualidad.
Eureka
Lo más paradigmático del estudio para los/as especialistas fue la multiplicidad de sentidos en torno a los cuidados y la cuestión de género, porque fue muy significativo y recurrente cómo las mujeres traían, cuando se preguntaba por los cuidados en relación a los consumos, los cuidados de los y las hijos/as una y otra vez.
Es que consumía cuando iba a la casa de mis amigos, que por lo general era los fines de semana, a veces me traía algo, alguna florcita, pero es lo mismo que el alcohol, cuando estoy con la bebé no consumo. Ninguna sustancia porque no estás atento igual, así que a lo mejor me traía y sola es medio aburrido fumar igual, pero bueno (Mujer adulta, A, UNLa, GF5).
“Hay una pregnancia muy fuerte en los discursos femeninos de la intensificación de los cuidados en el ASPO y de cómo esto condiciona sus vidas, trabajos, consumos o no consumos. Eso apareció sobre la mesa y forma parte de los analizadores que nos permiten seguir pensando líneas de investigación y de producción de nuevos conocimientos” aseguró Rubel.
Necesito una mano: ¿a dónde me comunico?
- SEDRONAR: Línea 141 de escucha y atención. Este es un servicio gratuito, anónimo, de alcance nacional y que atiende las 24 horas. El mismo tiene por objeto acompañar a aquellas personas que atraviesan situaciones de consumo de sustancias, como así también a quienes solicitan ayuda para un/a familiar o amigo/a.
- 0800 Salud Responde: 0800 Salud Responde | Argentina.gob.ar que comprende una línea de Salud Mental.
- Órgano de Revisión de Salud Mental, para informar sobre cualquier situación que involucre los derechos de los usuarios y usuarias de los servicios de salud mental (011) 4342-5916/5848 o 0800-333-6776. Mail organoderevision@mpd.gov.ar
- Respecto de violencia familiar y sexual, la línea 137 (Ministerio de Justicia y DDHH de la Nación) atiende las 24 horas, los 365 días del año. Funciona desde el año 2006 y es atendida por profesionales de Psicología, Trabajo Social y un equipo jurídico, todos con una larga trayectoria de acompañamiento, orientación y seguimiento en estas situaciones de emergencia.
- Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, línea para informar sobre hechos de Violencia Institucional. Contacto: 0800-122-5878.
- Subsecretaría de Salud Mental de la Provincia de Buenos Aires: 0800-222-5462. “Son tiempos de reforzar cuidados. Momentos como estos, donde se incrementan los contagios, las enfermedades y la muerte, generan también impacto en la salud mental del pueblo. El mayor riesgo es quedarnos solos/as. Por eso desde la Subsecretaría de Salud Mental construimos una red de dispositivos en salud mental para que la política sanitaria del Estado llegue a los y las bonaerenses. Brindamos acompañamiento en los operativos Detectar, los CETeC; los 150 CPA y Centros de Día; los 80 Hospitales generales y los de salud mental; también con los equipos móviles, y el programa Cuidar a los que Cuidan para acompañar a las y los trabajadores de salud”.
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