El 21 de marzo pasado el Doctorado en Salud Mental Comunitaria alojó la presentación de Crítica de la razón psiquiátrica. Salud mental y psicoanálisis del doctor Emiliano Galende. El libro es una reimpresión de la obra escrita en los inicios de los ’90: un texto que marcó un hito en la formación y la práctica de miles de estudiantes, especialistas y lectores ávidos de un nuevo marco conceptual para el campo de la salud mental. La presentación estuvo a cargo del doctor Galende, la directora del Doctorado Alejandra Barcala, Paulo Amarante —Fundación Oswaldo Cruz de Brasil y docente del Doctorado— y los editores Tomás Pal y Emiliano Exposto, del sello Coloquio de Perros.
“El libro piensa conceptualmente desde el psicoanálisis, lo cual le da profundidad y densidad para trabajar —dijo Barcala—. A partir de ese libro empecé a pensar diferente el campo del hacer salud mental comunitaria”.
Con respecto a la esperada reedición de Crítica de la razón psiquiátrica, Emiliano Galende puntualizó que “… hay una cantidad de cosas que siguen estando muy presentes: si bien algunas cambiaron, otras parecen muy difíciles de modificar. Hay algo que en la cabeza de los psiquiatras, de los psicólogos, resiste bastante encontrar ese lugar de igualdad en un diálogo que lleve a una posibilidad de ir junto con el paciente, y abrir posibilidades creativas para generarse una conciencia diferente y una perspectiva diferente que pueda alimentar un proyecto de vida diferente. Para mí lo central ha sido siempre que el trabajo analítico tiene una consecuencia en la alegría, en la satisfacción, en el encontrar formas que saquen de la queja y del dolor para encontrar formas de satisfacción y felicidad. Sigo creyendo en eso. Y sigo creyendo que los psicoanalistas tendríamos que ser uno de los motores importantes en el cambio de la salud mental. Las pulsiones de muerte tienen influencia en la vida, y hay momentos históricos cuando se potencian. La mentira en sí misma ya es una violencia, y cuando eso se da a nivel social tiene efectos muy destructivos sobre los vínculos humanos. En ese sentido yo sigo apostando a lo que aposté hace 30 años cuando escribí este libro: a que es posible una sociedad más pacífica, más integrada, y que el psicoanálisis juega un papel importante en eso. La ‘construcción de una verdad’ acerca de uno mismo es como una limpieza del alma. Cuántos giros de la sociedad llevaban a muchas personas a querer ser algo que no son, y ahí empieza un recorrido que puede estar haciendo sintomáticamente una neurosis o una depresión. Si uno está ocultando o poniendo en las sombras las cosas de uno mismo, está anclando la capacidad de generarse felicidad”.
Emiliano Exposto (Coloquio de Perros): En el libro narrás que la dictadura vino a borrar todas aquellas prácticas de transformación social que la precedían y eliminó una serie de prácticas en el campo de la salud mental, y durante la dictadura lo terapéutico empieza a ocupar un lugar central en nuestra sociedad: las clases medias urbanas empiezan a ver el tratamiento individual de sus pasiones, malestares, etc., como una posibilidad de tramitar sus angustias. En otros términos: ya que no podemos transformar el mundo, nos transformamos a nosotros mismos.
Emiliano Galende: En la Argentina empezó a haber señales que también se habían dado en situaciones similares en Europa: muchas personas se refugiaron en sí mismas y las terapias empezaron a tomar un lugar nuevo. Esta apreciación de la verdad sobre sí mismo tiene que ir acompañada de una capacidad de lazos sociales. Lo que no percibe la gente con el individualismo es que ese camino se inicia con un repliegue hacia uno mismo y se empieza a abdicar de lo colectivo, y lo que va creciendo en las personas es la violencia, la frustración, el impedimento de encontrar satisfacción con la vida porque no hay placer que no nos vincule con otro. Cuando eso se pierde lo que aparece es la violencia, más gente enojada, reventada. Todo vínculo social tiene tres elementos: lo que puede llamarse “la libidinización del otro”, quiere decir que hay un componente de ternura, cuando uno construye una amistad o una relación. Y eso es parte de un análisis: si no hay transferencia, es difícil avanzar. Segundo, cuando uno quiere a otra persona, se deja de lado el narcisismo; si uno quiere a alguien de verdad tiene que aceptar la dependencia de ese otro. Y en tercer lugar hay siempre una relación de poder. En cualquier pareja ustedes pueden ver estos tres elementos siempre. Eso es lo que el individualismo y el neoliberalismo trataron de destruir. Entonces empezamos a ver personas que no se arriesgan a querer para no depender. El liberalismo confunde libertad con autonomía, creen que por ser más libres son más autónomos. Hay una idea de “independencia”: para ellos la libertad es la indiferencia frente al otro, al dolor, al sufrimiento. Y el poder se transforma en algo que comienza siendo autoritarismo y termina confundiendo la pasión sobre el otro con una posesión sobre el otro.
Emiliano Exposto: ¿Cómo ves el problema entre privatizar el malestar y politizar la salud mental?
Emiliano Galende: La política forma parte de cualquier análisis. No es la politización en el sentido de discutir política sino de discutir la política de la vida de las personas. Todos nosotros dependemos de la vida política. Organiza nuestros modos de relación, cierta ética con las personas. Muchos de nosotros vivimos en una sociedad menos ética, porque el individualismo genera que ya no hay una responsabilidad ética sobre el otro. Después de este libro se han hecho muchos avances en salud mental, pero en la vida social ha habido un crecimiento de un liberalismo que confunde bastante la libertad con la indiferencia por el otro.
Viento Sur: ¿Cómo tendría que reformularse el psicoanálisis en este momento, en que junto con un panorama de recrudecimiento del liberalismo hay una dificultad de acceso para muchísimas personas que no pueden afrontar el costo de un análisis?
Emiliano Galende: El psicoanálisis no es la aplicación de una teoría. Es la construcción de un vínculo humano entre dos personas que se proponen profundizar en la historia construyendo la verdad acerca de la vida de otra persona, en una transferencia que implica un vínculo de ternura. Es una relación humana. Freud dijo que la transferencia era transferencia no solo del paciente hacia el analista, sino recíproca; yo he trabajado mucho desde la idea de la capacidad de construir un vínculo humano que tenga como función que las personas puedan tener un mayor entendimiento y una mayor verdad sobre su vida porque creo que ese es el núcleo operatorio. Y que es eso lo que puede ayudar a una persona a liberarse de los síntomas de la sensibilidad que lleva al malestar psíquico.
Tampoco me parece que sea el único recurso para encontrar formas de verdadera satisfacción con la vida. Todos los trastornos del orden psíquico lastiman los lazos sociales. Hoy están surgiendo alternativas de otro tipo para la atención, y es ahí donde se produce la posibilidad de generar una transferencia sobre la vida de lo que le ha pasado a la otra persona, tramitarlo colectivamente, y ver cuáles son las alternativas para que esa persona pueda encontrar cierta capacidad de reintegrarse socialmente. Me refiero a todas estas experiencias de tratar de resolver terapéuticamente creando una cierta forma de colectividad, que es la forma de vida humana. No existe una vida humana en soledad. Lo que comentábamos del individualismo son anomalías, patologías sociales: son sociedades que no pueden lograr cierto grado de satisfacción en la vida social.
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