“Tenemos que reaprender lo que es gozar. Estamos tan desorientados que creemos que gozar es ir de compras. Un lujo verdadero es un encuentro humano, un momento de silencio ante la creación, el gozo de una obra de arte o de un trabajo bien hecho.”
Ernesto Sábato
Hace muchos años atrás la lectura de la historieta El Eternauta, del guionista desaparecido Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López, nos invitaba a vivir una aventura distinta. Unos extraños y mortíferos copos empezaban a caer y cambiaban para siempre la fisonomía y la vida de los habitantes de Buenos Aires. La mejor protección del lector contra la amenaza era la seguridad de que no sucedería, porque se trataba de ciencia ficción argentina, la mejor quizás de aquellos tiempos y los venideros[1].
La pandemia de Covid-19 nos sorprendió, nos dejó atónitos. Si bien el virus es invisible a los ojos, las consecuencias son bien visibles, por lo que la humanidad se puso en estado de alerta.
A partir del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio dictado por el gobierno argentino y ante la imposibilidad de continuar con las actividades presenciales, las tareas de la Dirección de Relaciones Culturales (que pertenece a la Secretaría de Cooperación y Servicio Público), así como las de toda la Universidad Nacional de Lanús, se reprogramaron y reconvirtieron en modalidad virtual. Para ello, tuvimos que diseñar colaborativamente todo nuestro trabajo en esa modalidad.
La enseñanza virtual no es algo nuevo, ya que en la Universidad se dictan carreras en ese entorno, hay modalidades semipresenciales y también cursos a distancia.
En ese sentido, según Federico Borges Sáiz, la sociedad se ha transformado en cuanto al aprendizaje y la tecnología digital tiene una gran importancia en el ámbito educativo. Proporciona entornos virtuales de transmisión e intercambio de conocimientos y posibilita que estudiantes y profesores se relacionen y cumplan sus roles respectivos.
Pero lo que cambió sustancialmente en esta coyuntura es que no había otra opción para continuar con las actividades educativas de la Universidad. Por eso, nos pusimos a trabajar con los docentes para diseñar nuevas propuestas de programas e implementación de los Talleres Culturales, adaptadas a la nueva realidad.
Hicimos flyers, videos para material de difusión y promoción en redes (Facebook, Instagram) y medios habituales. Se implementó un sistema de mail (talleresculturalesunla@gmail.com) y un formulario digital para las inscripciones, así como un drive con la información necesaria para compartir con el equipo de trabajo. Se diseñó un instructivo para el circuito de inscripción, creación de usuario y pago de cuotas por pago electrónico.
Así fue como nuestra cálida oficina de impronta ferroviaria, donde inscribíamos a los estudiantes, nos reuníamos con los docentes coordinadores y desarrollábamos nuestras actividades, se transformó en un entorno informático.
Tanto trabajo conjunto dio sus frutos por lo que pudimos implementar clases virtuales de los talleres de Danzas Folklóricas, Escritura (Voces Narrativas-Ficciones), Dibujo y Pintura (Libro de Artista-Análisis de obra- Dibujo y Pintura 1), Teatro, Stand up, Técnicas para escribir cuentos infantiles, Xilografía, Sellos y papel reciclado, Bordado, Fotografía con Celulares, Fotografía Básica, Fotografía Creativa y Documental, Encuadernación, Introducción al Retoque Digital, Revelado Digital y Mesa de Trabajo, Fotografía de Eventos Sociales, Tango, Canto, y otros que están en preparación.
Nuestros talleres culturales tienen contenidos artísticos. Según Patricia Stokoe, “la educación por el arte tiene como una de sus funciones principales la de favorecer el desarrollo de la capacidad humana de crecer, elaborar o producir algo nuevo a partir de una realidad preexistente, capacidad que es totalmente trasladable a otros ámbitos de la vida” (Stokoe, 1987: 25).
Agrega que educar por el arte promueve ciertas cualidades humanas tales como el desarrollo de la sensibilidad, la capacidad de expresarse, investigar, experimentar, transformar, pertenecer, compartir, colaborar y respetar. Es también educar para la belleza, el goce y la alegría.
En esa línea, en nuestros talleres no se promueve la competencia sino la cooperación y la construcción colectiva, apuntando al desarrollo de los participantes como miembros de la comunidad. Entre 2020 y lo que va de 2021 hemos inscripto más de 500 alumnos en 40 comisiones.
Para todo este enorme esfuerzo se debió gestionar vía Internet con las áreas involucradas, los contratos de los talleristas, la liquidación de honorarios y habilitar el acceso remoto al Sistema de Gestión de Cursos y Liquidación de Cuotas de Tesorería para realizar los controles correspondientes.
A fin de 2020 realizamos muestras virtuales de todos los talleres, las que se difundieron por las redes sociales y los espacios institucionales. Posteriormente se enviaron por mail los certificados de participación a los y las estudiantes.
En cuanto al Coro Universitario, se siguió con los ensayos a través de plataformas digitales; se grabó un video con Va Pensiero de Verdi que se difundió en las redes sociales. Para el aniversario de la UNLa, el 4 de junio último se filmó un video con un fragmento del Gloria de Vivaldi. Se realizaron gestiones para futuras actuaciones del Coro y se sigue trabajando activamente en la realización de videos para difusión en las redes sociales.
También se participó vía zoom en reuniones con actores culturales de la comunidad para diseñar estrategias culturales regionales en común frente a la pandemia y para el futuro.
En otro orden de cosas, desde la Dirección el equipo técnico realizó, entre otras, tareas de edición de videos del Coro y para las muestras de los talleres.
Para todo lo antedicho fue necesario el trabajo permanente en los horarios asignados a cada trabajador/a; capacitar a los/as mismos/as en el uso de nuevas tecnologías, aulas virtuales, plataformas de comunicación, cursos de normas laborales en pandemia de Covid, etc. Asimismo, cada trabajador/a aportó sus insumos para realizar la tarea correspondiente a su función, tanto en lo referido a computadoras, impresoras, cartuchos, celulares, útiles de escritorio, consumo de electricidad, etc.
Todo este esfuerzo ha sido realizado con el convencimiento de que las actividades no debían suspenderse sino optimizarse, brindando una educación de calidad y al alcance de la comunidad: en el caso de esta Dirección, ofreciendo alternativas de distracción y aprendizaje artístico a la población, para sobrellevar la pandemia de la mejor manera posible. De esta forma, la universidad pública se hizo y se hace presente con propuestas al alcance de su comunidad en esta etapa tan dolorosa que atravesamos como humanidad.
Borges Sáiz nos dice que la educación en entornos virtuales dejó de ser una formación auxiliar, para abrir la puerta a muchas personas a la sociedad de la información. Actualmente es la opción que eligen muchas empresas y universidades como forma de captar nuevos estudiantes e ingresos. Este tipo de modalidad permite la formación continua a lo largo de toda la vida. Podemos agregar, en base a nuestra experiencia, que también permite el acceso a la educación a personas de distintas localidades, del interior del país y del extranjero. Tanto es así, que una vez superada la pandemia, hemos pensado continuar con ambas modalidades: la presencial y la virtual.
Jamás pensamos que algo así nos sucedería, pero sucedió; nuestra omnipotencia humana se vio herida en su narcisismo. De esta experiencia tenemos la oportunidad histórica de salir fortalecidos/as y mucho más creativos. Nunca más volveremos a ser los mismos porque cambiaron sustancialmente las formas de relacionarnos, cambió la Tierra, de alguna manera cambió también la naturaleza, cambiaron las economías, las expectativas. Muchos sentimos miedo, frustración, tristeza, cansancio, pero también sentimos ganas de seguir, de protegernos, de aprender, de adaptarnos, de superar la adversidad y concretar nuevos proyectos. Sentimos el desafío de poner el pecho elaborando formas de resistencia colectiva como las mencionadas, donde pudimos bailar, escribir, sacar y mejorar nuestras fotografías, actuar, cantar, escribir cuentos infantiles y monólogos de humor, dibujar y pintar, crear cuadernos artesanales, xilografías, sellos caseros, diseñar bordados, y muchas otras cosas, para reinventarnos como sociedad, como universidad, sin dejar de lado nuestros objetivos educativos y culturales.
Como Juan Salvo, protagonista principal de El Eternauta, entendemos que la lucha es colectiva, y esta resistencia nos convoca a organizarnos para que juntos/as podamos encontrar la salida a este duro momento que estamos transitando.
Bibliografía:
Borges Sáiz, F. (2007). “El estudiante de entornos virtuales. Una primera aproximación”. Digithum, núm. 9, maig, Universitat Oberta de Catalunya Barcelona, España.
Stokoe, P. (1987). Expresión Corporal: Arte, Salud y Educación. Bs. As., HVMANITAS.
[1] Publicada en Hora Cero Semanal de 1957 a 1959, tuvo varias reediciones. La trama, centrada en una invasión extraterrestre, comienza con una lluvia de copos de nieve tóxica que mata a gran parte de la población y se centra en la resistencia colectiva de los sobrevivientes en Buenos Aires.
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