En el mes de abril la Universidad Nacional de Lanús recibió la muestra “Del Golfo al Pacífico”, exposición fotográfica de El Colegio de la Frontera Norte (COLEF) de México para ser presentada en el marco del trabajo que realiza el Programa Migración y Asilo del Centro de Justicia y Derechos Humanos de la UNLa en México, Estados Unidos y Centroamérica. El evento fue presentado por el Dr. Gustavo Palmieri, director del Centro de Justicia y Derechos Humanos, y expusieron en su inauguración la rectora Dra. Ana Jaramillo, el Dr. Tonatiuh Guillén López -Presidente de COLEF-, la Dra. Agostina Carla Hernández Bologna -Investigadora del Programa Migración y Asilo- y el Dr. Alejandro Alba Fernández, Jefe de Cancillería de la Embajada de los Estados Unidos Mexicanos en Argentina. También participó en esta iniciativa el Centro Ugarte de la Universidad Nacional de Lanús. El Colegio de la Frontera Norte fue fundado en el año 1982. Desde entonces, estudia la migración con distintas perspectivas disciplinarias y siguiendo diversas metodologías, entre las cuales la fotografía es un recurso de investigación más por su valor en el registro del fenómeno fronterizo y migratorio en los límites entre México y los EE.UU. Su muestra “Del Golfo al Pacífico” ofrece una cura de fotografías que la institución ha reunido desde su creación, capturadas por los ojos de fotógrafos que viven en la zona y los equipos de El COLEF. Las escenas fueron registradas en el territorio comprendido desde Matamoros hasta Tijuana y desde el Golfo de México hasta el Océano Pacífico. En el material de difusión, el COLEF declara que la selección fotográfica es un reconocimiento a los migrantes, mujeres, hombres, niñas y niños. Es un acercamiento visual a las personas, a su cultura, a una dinámica constante (…). El panorama de imágenes es un llamado a trascender a las fronteras como barreras últimas para las personas. Es un mensaje que reclama civilidad, trato digno y respeto a los derechos fundamentales.
Por su parte, la Dra. Agostina Hernández Bologna señala que fue muy interesante recibir a los y las compañeras del COLEF en la Universidad. El Colegio articula un perfil académico con mucho trabajo territorial con organizaciones, por ejemplo, como las ‘casas de los migrantes’. Fue muy productivo el intercambio con ellos y, así, compartirles cómo trabajamos en Argentina el tema y abrir el panorama al abordaje que hacen los distintos países de América del Sur de las políticas migratorias. Esto es importante en nuestro trabajo en Centroamérica, México y EE.UU, porque permite contrastar prácticas desde distintas ópticas: ellos tienen una visión securitaria y de control y nosotros una visión de inclusión y de derechos humanos –aunque muchas veces algunas prácticas disten de lo establecido normativamente-. Además estamos muy complacidos con la visita del COLEF y que, a partir de la muestra fotográfica, hayan podido contar sobre la realidad en la que trabajan, porque el tema de migraciones es un tema poco abordado, o abordado desde la criminalidad y el estereotipo”.
El COLEF y el Programa
“Hace 8 años que el Centro de Justicia y Derechos Humanos de la UNLa trabaja el tema migraciones desde una perspectiva de derechos humanos a nivel local, nacional, regional (América Latina y el Caribe) y global –continúa la Dra. Hernández Bologna-. En 2014 visitamos El Colegio de la Frontera Norte que está ubicado en Tijuana, en el norte de México, como parte de nuestro trabajo en proyectos de investigación e incidencia en el triángulo norte – Guatemala, Honduras y El Salvador-, México y Estados Unidos. Participamos en una conferencia y en un taller, y visitamos la frontera donde un muro y vallados dividen México de Estados Unidos llegando hasta el mar. La muestra retrata este muro, da cuenta cómo el control migratorio en estos países atraviesa la vida de las personas migrantes, la de sus familiares y la de quienes residen en esos países -dice Agostina-. “El muro de la vergüenza” tiene como consecuencia un aumento de la peligrosidad en el viaje. Estas vallas y muros en realidad nunca son un obstáculo eficiente: cuando la persona tiene que salir de su país de origen y tiene que migrar por cuestiones políticas, económicas, huyendo de diferentes clases de violencias, por situación de pobreza extrema, falta de trabajo, falta de salud y educación o porque quiere reunificarse con su familia que está viviendo en el país de destino, las personas van a hacerlo: saltará la valla, cavará un pozo, lo que sea. Lo único que provoca ese muro es que sea más peligroso el cruce y que ponga en mayor riesgo su vida”. Hernández Bologna señala que esta peligrosidad crece aún más por dos motivos: por un lado el cruce de la frontera se realiza en una zona desértica, y por el otro, estas zonas suelen estar dominadas por el crimen organizado.
–¿Cómo se conjuga el narcotráfico con las migraciones?
-Históricamente existen los “coyotes”, personas que ayudaban a cruzar a grupos de migrantes porque vivían en una zona fronteriza, o porque ya habían hecho la ruta. En un principio lo hacían como favor y, más tarde, como un servicio pago. El “negocio del coyotaje” hoy en día está muy relacionado con los carteles de droga y con el crimen organizado. Las personas que atraviesan estas rutas migratorias no solo van a tener que escapar de las policías fronterizas y de migraciones, sino también de estos carteles. El crimen organizado ha encontrado un lucrativo “negocio” a partir de los obstáculos que encuentran los migrantes para transitar rutas regulares y seguras. La única alternativa posible que queda es hacerlo por rutas peligrosas y clandestinas, quedando a merced de ser víctimas de secuestros por parte del crimen organizado que terminan pidiendo rescate para su liberación a los familiares en los países de origen o destino. Cuando no, las desaparecen, las matan. Así pasó en el tristemente conocido caso de la “Masacre de Tamaulipas” ocurrida en el año 2010, donde se asesinaron a 72 personas migrantes. Lamentablemente no fue, ni es, la única masacre. Aunque muchas veces sea la única opción, contratar los “servicios” de un coyote puede resultar caer en manos de quien va a ser tu asesino. Además de peligroso es costoso: los migrantes llegan a pagar hasta diez mil dólares (un pasaje de avión cuesta diez veces menos…). Este negocio millonario y delictivo sobre la vida de las personas genera una situación de vulnerabilidad extrema.
-¿Hay cifras de la cantidad de personas migrantes que cruzan la frontera?
-No hay estadísticas oficiales debido a que el cruce se realiza de modo irregular y por mecanismos informales. Dimensionar la cifra de personas que migran se vuelve dificultoso por la propia irregularidad a que el Estado las empuja, borrándolas (“desapareciéndolas”, también) de las estadísticas oficiales. En general, los números corresponden a las personas que fueron detenidas y expulsadas. Cuando en junio de 2014, EE.UU. declaró la famosa “crisis humanitaria de refugiados” fue porque habían llegado a su frontera 90.000 niños, niñas y adolescentes no acompañados, pero este es un fenómeno que lleva años y que las soluciones que se plantean siguen sin ser abordadas desde una perspectiva de derechos.
-Las personas migrantes que intentan llegar a EE.UU. no son solo mexicanos y mexicanas, y México como país de destino…
-Muchos migrantes centroamericanos intentan llegar a México como país de destino, y no sólo atravesarlo como un país de tránsito. Sin embargo, México los detiene y los expulsa. Las personas salen de un contexto y de una situación en sus países (Honduras, El Salvador y Guatemala) que son de los tres países más inseguros del mundo. Es un escenario de muchas y diversas violencias: violencia institucional y de pandillas, violencia intrafamiliar, situaciones de pobreza extrema, falta de trabajo y acceso de derechos básicos como la salud, la educación y una vivienda digna. Son países que continúan recuperándose de los procesos dictatoriales que sufrieron, y que además tampoco atravesaron las instancias de integración regional que, como un avance, supo atravesar América del Sur. México opera, así, como un “Estado tapón”, practicando lo que se conoce como “externalización de las fronteras”. En este proceso, pasa a ser el “Estado tapón” de los Estados Unidos: el país detiene, deporta y rechaza en frontera a casi todas las personas migrantes que quieren llegar a Norteamérica. Idéntica situación se da en la frontera sur de México con Guatemala. Esto concluye en una sumatoria de obstáculos, adversidades y el consecuente aumento de la peligrosidad de las rutas migratorias.
-¿Cómo se instrumenta el trabajo del Programa Migración y Asilo?
-El Programa Migración y Asilo anuda alianzas con el objetivo de trabajar en conjunto con instituciones que se desempeñan en la región, académicas, universitarias, actores gubernamentales, y, fundamentalmente, organizaciones de la sociedad civil. Con ellos, se comparten información de lo que sucede para, en conjunto, transformar esa realidad en informes y documentos que sirvan como sustento para incidir en gobiernos y/o agencias internacionales. Una de las principales virtudes del Programa es el trabajo de investigación aplicada que realiza, es decir, su objetivo principal en la incidencia a partir de políticas públicas concretas con enfoque y garantías de derechos humanos. Transformar la realidad diaria de aquellos que se encuentran en situación de extrema vulnerabilidad, en este caso, las personas en contexto de migración.
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