Biblioteca Rodolfo Puiggrós
A fines del mes de noviembre la Biblioteca Rodolfo Puiggrós de la UNLa sumó un nuevo espacio a la sala Antonio Cafiero: el Espacio Envar El Kadri.
Todo empezó hace cerca de un año, cuando Ester Manna de El Kadri y Susana y Sara El Kadri –la mamá y las hermanas de “Cacho”- se encontraron con Ana Jaramillo en la cena de fin de año de la Agrupación Oesterheld.
Para entonces ya hacía varios años que la familia había constituido una asociación civil junto con algunos compañeros, con el objetivo de crear la Biblioteca Envar El Kadri. El proyecto era complicado y se hacía difícil concretarlo, hasta que Ester, Susana y Sarita, luego de encontrarse con la rectora Jaramillo, resolvieron donar a la Universidad Nacional de Lanús la biblioteca que perteneció al artista, productor y militante.
“No era fácil, porque esto implicaba desprendernos de una parte de nuestra vida: de Cacho –dijo Susana en la inauguración-. Pero la vimos a Ana, le conté la idea y enseguida se prendió. Nos alentó mucho y fue muy comprensiva con nosotros. Ella es dueña de sueños imposibles. Vino a ver el material con Daniel López, director de Patrimonio Histórico de la UNLa, y todo se puso en marcha”.
Además de los libros la familia El Kadri confió a la Universidad el escritorio y la silla que usaba Envar en su oficina, con los cuales Daniel López recreó el entorno de trabajo de El Kadri. Y no solo eso.
En el año 1994, el doctor Adolfo Silenzi de Stagni -abogado, escritor, funcionario público y docente universitario, destacado por el impulso a la producción nacional de petróleo- invitó a Envar a tomar un té y le regaló la caja fuerte que había sido de Eva y Juan Domingo Perón. “El único que merece la caja fuerte de Perón que compré cuando derribaron toda la casa –contó Ester que le había dicho Silenzi a su hijo en esa oportunidad- sos vos, Cacho, así que te la regalo. Envar estaría muy contento de que la caja fuerte esté acá”.
Desde ahora esa caja fuerte, con la documentación que contenía, ocupa un lugar en el Espacio El Kadri de la Biblioteca Puiggrós junto imágenes y objetos de Envar, sus libros y sus papeles, y el mueble especial que su mamá hizo construir para alojar la biblioteca de Cacho.
Todo ello estará muy pronto a disposición de la comunidad universitaria de la UNLa y de todos aquellos que quieran acercarse a conectarse con la historia viva de nuestro pasado reciente.
La inauguración
La numerosa familia El Kadri estuvo acompañada por militantes, amigos y compañeros de Cacho, por la gente de la Biblioteca encabezada por su nuevo director Javier M. Areco y la licenciada Marcela Le Bozec del Área de Gestión de la Información de la biblioteca Puiggrós, y por autoridades, docentes y comunidad UNLa.
“Tener a Cacho acá también nos inspira” dijo la rectora Jaramillo, sumando el nombre del militante a los de los pensadores, políticos, escritores y artistas que nombran los edificios y los espacios de la Universidad Nacional de Lanús.
“A Ana, a Daniel López, a todos los que recibieron sus libros, los clasificaron y lo pusieron en valor, queremos decirles que tanto mi madre como nosotras estamos eternamente agradecidas –se emocionó Susana sobre el final de sus palabras- y que nos sentimos muy felices con esta decisión. Nosotras decidimos donar los libros para que muchos jóvenes se beneficien y lo recuerden siempre a Envar, y para pensar, como decía él: ‘perdimos, no pudimos hacer la revolución, pero tuvimos, tenemos, tendremos razón en intentarlo y ganaremos cada vez que algún joven lea estas líneas y sepa que no todo se compra ni se vende y sienta ganas de cambiar el mundo’. Con ustedes lograremos que este mensaje se mantenga vivo. En cada militante y en cada joven que venga a visitar este espacio”.
Envar “Cacho” El Kadri
Nació en la localidad cordobesa de Río Cuarto el 1° de mayo de 1941. Fue abogado y comenzó su militancia luego del derrocamiento de Perón en 1955 en las filas de la Juventud Peronista. Desde 1960 estuvo detenido en las cárceles de Caseros, Neuquén y Santa Rosa hasta su liberación por la ley de amnistía de 1963. En 1967, el año en que Ernesto “Che” Guevara preparaba su guerrilla en Bolivia, El Kadri organizó las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). Fue nuevamente detenido en un campamento guerrillero en Taco Ralo, en la provincia de Tucumán, en 1968, y recuperó su libertad varios años después, el 25 de mayo de 1973.
Militante del Peronismo de Base, partió al exilio en 1975 amenazado por la Triple A y, luego de pasar por Beirut y Madrid, solicitó asilo en Francia. En ese país trabajó como sereno en el “Theatre du Soleil” de Ariane Mnouchkine, participó en numerosos organismos de derechos humanos y colaboró en la fundación de la Asociación Música Esperanza de Miguel Ángel Estrella. Al mismo tiempo estudió en la Universidad de París y obtuvo sendos diplomas superiores en Derecho del Trabajo y la Seguridad Social y en Relaciones Internacionales. En 1979 publicó Argentine: una cultura interdite, libro editado luego en España, en castellano, en 1980.
A su regreso al país, en marzo de 1984, produjo los primeros conciertos de Miguel Ángel Estrella y la presentación de José Luis Castiñeira, Susana Lago y el grupo Anacrusa. Ese mismo año publicó Diálogos en el exilio con Jorge Rulli -reflexión sobre la historia reciente que ambos habían protagonizado- y en
1985 comenzó su colaboración con Fernando “Pino” Solanas.
Junto a Solanas, Envar El Kadri produjo Tangos, el exilio de Gardel (1989) y El Viaje (1992). La actividad de productor cinematográfico lo llevó a participar en seminarios y congresos en el país y el exterior, y en varios festivales internacionales de cine.
En 1989 creó junto a Emmanuel Chamboredon la sociedad Milán Sur, especializada en la edición de música de películas y principalmente en la producción de discos de música argentina: entre otros, varios registros de Astor Piazzolla, la Camerata Bariloche y Fito Páez.
Fue abogado en la CTA y profesor en la cátedra Ernesto “Che” Guevara en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y de las Universidades de La Plata, Mar del Plata y Río Cuarto, su ciudad natal.
La película “Cazadores de Utopías” de David Blaustein y “Che Ernesto” de Miiguel Pereira, y el libro “La voluntad” de Caparrós y Anguita, recogen su testimonio de vida.
En esta época de ‘post modernidad’, hasta la palabra ‘revolucionarios’ suena mal, tan desvalorizada frente al fracaso de «los socialismos realmente existentes», el auge del «fin de las ideologías» y esos espejitos de colores con que quieren hacernos aceptar que «pobres habrá siempre».
Pero hace un tiempito nomás, nuestro país fue capaz de parir una generación de luchadores por un mundo «sin explotadores ni explotados», de signos diversos y hasta contradictorios, pero de una capacidad de entrega y pasión por sacudir las injustas estructuras de la dependencia, que nos debe hacer sentir orgullosos a todos.
Fueron necesarios los métodos de represión del Terrorismo de Estado para hacerla desaparecer físicamente e intentar «borrarla» de la memoria histórica, por miedo a que su ejemplo le sirviera a los jóvenes para saber que se puede y se debe luchar para transformar la realidad.
(…) Pero «si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia», que no es perfecta, ni lineal, ni sin contradicciones. Pero que tiene una dignidad y una fuerza que, de ser asumida por los dirigentes más consecuentes, movilizaría más a nuestra juventud que las meras invocaciones electorales.
Hace 25 años, frente a una dictadura militar que disolvió el Congreso, avasalló la democracia, intervino las universidades, explotaba al pueblo y entregaba el país, tomamos las armas.
Hoy rescatar la experiencia de aquellas luchas y derrotas, debería permitirnos encontrar formas participativas de solidaridad, organización y memoria, para asumir sin sectarismos, el compromiso que muchos de los que participamos entonces seguimos asumiendo, por una democracia con justicia social, que honre los ideales por los que miles de compañeros dieron su vida.
Envar El Kadri, año 1993
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