“Pero los hombres no han formado una comunidad solo para vivir, sino para vivir bien.”
Aristóteles
Un epitafio envidiable (si esas cosas pueden envidiarse) debería decir: “Tuvo una Buena Vida”, o algo por el estilo. Eso puede valer igual para personas, proyectos u organizaciones. No hay que pedir permiso para “vivir bien”, eso se logra solo con la lucha social. La “Vida Buena” es uno de los anhelos más añejos que la humanidad abraza y es, sin duda, de los más difíciles de definir y concretar. Por ahora.
Tan doloroso es no poder alcanzar la “Vida Buena” como terrible es no poder ni imaginarla. La “Vida Buena” no debe usarse como un ilusionismo de ocasión. Es, en todo caso, el objetivo máximo de quienes impulsan al Socialismo Científico como el método para emancipar permanentemente a los seres humanos. Bajo el capitalismo no ha habido “Buena Vida”: incluso eso que la burguesía entiende por “Vivir Bien” (según el gusto de banqueros, empresarios, clérigos y terratenientes) nada tiene que ver con un proyecto en el que de verdad se exprese la calidad objetiva de la vida. Las aberraciones son incalculables y se confunden el dispendio, la desmesura y la obscenidad con la “Buena Vida”. Para los pueblos reina la “Mala Vida” que ha hecho descender, sin freno, la calidad de todo. Hay “ajustes” desalmados y empobrecimiento demencial, vivimos infestados con incertidumbre; la situación de los trabajadores es peor día a día, y ya no es posible imaginar una vida liberada de las injusticias que el capitalismo acarrea a los trabajadores entre pobreza, marginación y abandono. Incluida la corrupción y sus efectos devastadores. Hasta hoy, “La vida es como una cebolla, uno la pela llorando”. ¡Ya basta!
Es que no nos gusta cómo se vive. La red absurda de los anti-valores burgueses norma un modo de vida en el que la inmensa mayoría de los seres humanos solo es útil para sostener los lujos de una minoría avariciosa, enloquecida y criminal. No hay atenuantes. La base económica del desarrollo de un pueblo, en condiciones justas y equitativas, es la base que debe sustentar la idea de la “Buena Vida” y de todas sus definiciones jurídicas, artísticas o filosóficas. Bajo cualquiera de sus nociones, la idea de la “Vida Buena” debe sintetizar el deseo de la humanidad cuando anhela, además de su bienestar, una relación justa y placentera con la naturaleza y con el conjunto de los seres humanos para un imaginario de conexiones e interacciones, objetivas y subjetivas, en el que nada permanece siendo lo que era, que se mueve, se transforma, en la concepción de la “Vida Buena”, renovada siempre como aspiración hacia un estado de ánimo que todo lo impregna.
La “vida” burguesa no es la “Buena Vida” por la que luchamos. Hay que definir la “Vida Buena” con un sentido de la verdad, en la esencia de la realidad, con integralidad comprometida y estimulante. No es accidental que, en general, sepamos muy poco sobre la “Vida Buena”, incluso que cueste trabajo imaginarla; sin embargo, al tener una mirada íntima de la vida nos encontramos con la lucha emancipadora que es su base y que es, exactamente, lo necesario. Esa lucha marca la diferencia.
La “Vida Buena” se objetiva sobre concreciones de justicia social que no es otra cosa que la generación de condiciones óptimas, dignas y concretas a través de la lucha y del trabajo, unidos en un devenir único en la transformación del mundo que la humanidad anhela para su vida activa como ser perteneciente a una especie que también desarrolla su conciencia y espíritu, no para beneficio de unos cuantos. No es imposible.
Buena parte de lo necesario para la “Vida Buena” ya existe, solo hay que liberarlo. Por consiguiente, la especie humana no debe aceptar otra cosa que no sea un “Buen Vivir”. La humanidad habrá de transformarse aceleradamente en condiciones verdaderamente humanas y únicamente en sociedad. Y solo en ese “Vivir Bueno” la sociedad resulta comprensible y realizable para sí. La esencia del “Buen Vivir” existe solamente en un ser social en lucha por lo objetivo y lo subjetivo. O logramos que la “Vida Buena” sea incluyente y perfectible… o será nada.
De lo que se trata es de que la humanidad conquiste la Felicidad para todos. La “Vida Buena” en abstracto puede convertirse, para los pueblos, en un tormento; no solo por aparecer como inalcanzable sino, además, como inimaginable. El proyecto de la “Vida Buena” exige método claro y realizable para no quedarse como una posibilidad ilusoria preñada con incertidumbres o como la zanahoria del burro. Por eso, la democratización de la propiedad privada y el método para abolirla, bajo control de los trabajadores, constituye la completa posibilidad de construir la “Buena Vida” con todos los atributos en los que los seres humanos se vuelven humanos, subjetiva y objetivamente. Así se llega a una definición más completa de la “Vida Buena”: democratización de la propiedad privada y, por lo tanto, real apropiación de la esencia humana a través de sí. Todo lo que esté por fuera de la “Vida Buena” pasará, entonces, a ser prehistoria.
La lucha por la “Vida Buena” convierte a la humanidad en una fuerza dinámica, efectiva y concreta, que debe hacer de sí un hecho histórico expresado como triunfo contra la alienación, la cosificación y la deshumanización existentes en un mundo trastornado por el dogmatismo de la mercancía. La lucha por la “Vida Buena” implica un alto grado de desarrollo productivo para hacerla más cercana a la libertad que a la necesidad, hoy más que nunca, y eso solo es posible si se cuenta con una tecnología democratizada. La “Vida Buena” faculta la oportunidad de cultivarse con mayor libertad, porque los pueblos necesitan ponerse a salvo de toda forma de esclavitud.
Tras la abolición de las clases sociales, y con un importante control humano sobre la naturaleza, cada individuo aportará en la medida de sus posibilidades al “Buen Vivir” y recibirá de este según sus necesidades. La “Vida Buena” debe ser el reino de la libertad donde termina el trabajo que esclaviza a los seres humanos por la necesidad y por la coacción. La ”Vida Buena” es solo imaginable, y realizable, cuando los seres humanos regulen racionalmente su intercambio, lo pongan bajo su control con ahorro de esfuerzos y en las condiciones más dignas. La “Buena Vida” socialista implicaría, por tanto, un cambio cultural al mismo tiempo que económico.
Es que “Vivir Viviendo” implica la capacidad de disfrutar la vida toda y las más diversas creaciones de los seres humanos. “Vivir” implica el control consciente del trabajo y la riqueza que, nacidos de la acción humana, el capitalismo ha convertido en fortalezas absolutamente extrañas.
Hace mucha falta identificar el significado más rico en la “Vida Buena”, como plan de acción concreta, y acceder a sus contenidos de manera revolucionaria en todos los caminos que la inteligencia humana trazará en el plazo corto. Será necesario elegir las categorías y los pasos concretos donde la “Vida Buena” se sintetiza como lucha para asegurarnos victorias sucesivas. No hay tiempo que perder, los métodos deben refrescarse porque los problemas se complejizan y exigen soluciones dinámicas. La realidad debe cambiar, nada viene de la nada; la “Vida Buena” saldrá de lo viejo y de ella saldrá su perfeccionamiento permanente. O será nada, instamos.
No estaría de más que se reconociese esto más a menudo y dedicarnos a “Vivir Viviendo” para que surjan, incluso, formas de relaciones sociales nuevas, entre hombres y mujeres, entre familias, entre colectivos… sin determinaciones de clase, donde seamos libres para desarrollar el amor y la felicidad que no hemos conocido. Con la “Vida Buena” no se solucionan todos los problemas de la condición humana, pero se elimina la desigualdad más brutal de la historia, la de las clases sociales. Lejos de ser un reino idílico, por bien de todos el “Buen Vivir” deberá enfrentarnos a nuestras más duras limitaciones para que revolucionemos nuestra subjetividad dentro de un sistema social en el que ya no serán ajenos, ni totalmente exteriores, la alegría, el buen humor, el sentido del reconocimiento social.
“Ya que la vida no ha de ser larga, que por lo menos sea ancha” dice C. Boullosa.
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