Los términos obediencia, confianza y Comunidad Organizada no suelen encontrarse en los textos de los defensores de la Civilización Occidental (“Global”) progresista y liberal del Atlántico Norte. Cuando aparecen, se encuentran cargados de sentido negativo, asociados a la persecución política, limitación de libertades e intolerancia. No es casual entonces que para ciertos liberales y progresistas, los Estados Nacionales que necesariamente se sostienen con estos tres elementos deben ser reducidos al máximo. En otras palabras, los recursos destinados a fortalecer la obediencia, confianza y el sentimiento de comunidad que directamente se relacionan con las áreas de Salud, Educación, Asistencia Social y Fuerzas Armadas, son considerados innecesarios, mientras que festejan los gastos en seguridad urbanas, considerados como imperiosos en “sociedades bárbaras” como las nuestras, las latinas. Se adoptan las medidas que  toman las potencias de la OTAN pero no tanto, ya que como somos más bárbaros, justifican gastar más que ellos en seguridad urbana.

Me interesa reflexionar que esta idea no es más que una idea de Civilización entre otras posibles. Es una forma de Civilización promovida por las potencias del Atlántico Norte, hoy OTAN. Idea que, bajo los efectos de la pandemia, ha colisionado en nuestro país con otra idea de Civilización (nuestra) que considero haya expresión, por ejemplo, en las medidas tomadas prematuramente por el Gobierno Nacional. La otra idea de la que hablo tiene una larga tradición en nuestro suelo. Fue una idea de comunidad-solidaridad-reciprocidad presente en los primeros pobladores de estas tierras, con la forma comunal del ayllu andino, que también encuentro en el humanismo cristiano -como señala Amelia Podetti-, con su virtud de unidad y la aptitud de trasmutar tradiciones culturales. Aptitud que apareció durante el aluvión inmigratorio, y que nos distingue de los demás continentes: como dice Alberto Buela, América ha sido la tierra de “lo hóspito», en donde las gentes que arribaban a ella huían de la pobreza, la guerra, el hambre, del ahogo existencial y de la imposibilidad de ser verdaderamente hombres en otras latitudes de la tierra.

Reflexionemos en relación a la pandemia. ¿Cómo ha reaccionado la O.N.U. (=OTAN)? ¿Y la U.E.? ¿Dónde está ahora esa globalización que promueven? 

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