Hacer que las cosas fluyan con normalidad en un contexto absolutamente anormal: la profunda paradoja de estos tiempos de aislamiento asume un grado superlativo cuando se habla de estudios universitarios. ¿Cómo conseguir que la vida académica siga adelante fuera de las aulas? ¿Cómo construir el ambiente propicio para que la comunidad universitaria sufra lo menos posible el cambio radical que supone dar y tomar clases en el living o el dormitorio de la casa? Sobre esta mudanza obligada a la virtualidad hablamos con Valeria Suárez, Secretaria Académica de la UNLa.

“Estamos apelando a la creatividad para tratar de sostener a los estudiantes dentro del sistema universitario -dice Suárez-. Me pasó vivir la ansiedad de los que terminaron el ingreso y entran de esta manera en la UNLa. El elegir entrar en una universidad implica en muchos casos elegir otro proyecto de vida: sobre todo en nuestros estudiantes, esta es una decisión cargada de sentido. Sostener las cursadas también tiene que ver con que sientan que sigue habiendo un proyecto hacia adelante”.

¿Cuándo empezó a funcionar la modalidad de cursadas online?

El proceso empezó el fin de semana anterior a que se decretara la cuarentena, cuando se sugirió el aislamiento de los mayores de 60 años. Entonces hicimos una primera coordinación, porque poner en funcionamiento el campus virtual en corto tiempo, no solo para las carreras a distancia de siempre sino para un montón de carreras que tenían que trabajar desde una nopresencialidad, supuso reforzar el servidor ocho veces. Para coordinar esta etapa nos reunimos con gente del campus virtual, de informática y uno o dos representantes de cada departamento y del área de idiomas e informática, y creamos masivamente todas las aulas. Postergamos una semana el inicio de clases y en ese lapso capacitamos a estudiantes y a docentes porque ni unos ni otros están acostumbrados a esta herramienta: se crearon tutoriales muy accesibles para ambos grupos y por Zoom se hicieron capacitaciones explicando a los profesores cómo es el campus y cuáles son las herramientas básicas; en cada aula, además, los profesores tienen un enlace por el que pueden consultar lo que precisen. Mientras tanto seguimos abriendo capacitaciones en forma permanente.

En la UNLa la mayoría de las materias son cuatrimestrales. ¿Cómo se instrumentan las promociones?

Con los directores de departamento coordinamos los temas que tienen que ver con decisiones y modos de dictado, por ejemplo con respecto a materias que usualmente se promocionan. Había muchas materias que estaban pensadas para dictarse de manera promocional, que no se pueden dictar ni evaluar de esa forma de manera virtual. Este es un trabajo sobre grandes cuestiones y a la vez implica trabajar cada caso en particular. También esto lo conversamos con los estudiantes: a partir del mes de marzo nos cambió la vida a todos, esto significa que docentes y estudiantes están trabajando de una manera diferente a la que se hacía y que teníamos previsto a comienzo del año, el contrato de trabajo se actualizó a partir del aislamiento, por eso teníamos que ver en cada caso si podía sostenerse o no este régimen.

¿Y los exámenes finales?

Las universidades en general estamos viendo qué hacer. Creo que masivamente nos vamos a inclinar a flexibilizar las correlatividades para que los estudiantes puedan cursar en el segundo cuatrimestre. Mientras tanto, estamos evaluando las cursadas. Una de las cosas que tratamos de trabajar con los docentes cuando pusimos en acción el dispositivo es que no hay correspondencia entre lo presencial y lo virtual. En lo virtual se trabaja desde la idea de un proceso de evaluación constante, porque hay que encarar de otra manera el vínculo con los estudiantes: hay que ver si entendieron, cómo van, hay que tratar de conocerlos, como un sistema de práctico permanente. Es otra la lógica: no los evaluás en los parciales, los van evaluando en el proceso. Cuando volvamos a la universidad haremos mil turnos de examen a medida que podamos, quizás con distintos horarios para rendir para que no estén todos juntos.

¿Cómo hacen en materias que son básicamente talleres, por ejemplo en las carreras de Diseño?

Hay cosas que podemos hacer y otras que no: eso lo define el profesor y la carrera. Esto sucede también con algunas materias de la carrera de Música, con las del Departamento de Salud Comunitaria. En todo el sistema universitario, estamos dejando registro de lo que hacemos y de lo que no podemos hacer, que será lo primero que encararemos cuando volvamos a las aulas. Entonces priorizaremos las prácticas que no podemos dar en lo virtual, salvo las hospitalarias que no se van a poder hacer hasta el año que viene.

¿Qué son las “becas de conectividad”?

En la segunda semana de este proceso hicimos un relevamiento de los estudiantes que tenían problemas de conectividad, y a partir de eso se trabajó con la Secretaría de Bienestar y Compromiso Universitario sobre la asignación de becas con este propósito, más allá de las que el Ministerio gestionó con las compañías de telefonía celular para que sea gratuito todo lo relacionado con los dominios de las universidades. Pero por ejemplo hay profesores que deciden dar una clase por Zoom, fuera del campus virtual, y para eso hay que asegurar la conectividad. Ya dimos la beca a una primera tanda de estudiantes y ahora las vamos a seguir dando a medida que las soliciten. En el caso de estudiantes que no tienen conectividad en sus barrios, o que no tienen celulares que accedan a Internet, vamos a tratar de identificarlos y anunciarles que cuando vuelva la presencialidad buscaremos hacer tutorías especiales, o cursadas de verano, por ejemplo. También están los estudiantes del tramo final de Enfermería, por ejemplo, que no están cursando porque están trabajando un promedio de 15 horas. En estos tiempos hay que buscar un equilibrio entre las ansiedades de lo que uno quiere y lo que uno puede, entre el pasado que fue y ya no es, y pensar en lo que será.

Valeria Suárez en la Biblioteca de la UNLa

Me señalabas la creatividad que exige esta situación inédita…

Es justamente esto, buscar las maneras de que nadie sienta que se está quedando afuera. En nuestra universidad pasó algo superinteresante, que no es frecuente ni sencillo en el sistema universitario: los profesores se pusieron en un lugar de aprender algo nuevo. En dos semanas tuvieron que preparar su clase con herramientas que no conocían y que en algunos casos son ajenas a ellos etariamente. Un profesor me planteaba que el repensar cómo dar la clase lleva a volver a encontrarse con uno mismo pensando los contenidos. A veces idealizamos lo presencial y sin embargo a veces implica ponerse el automático… Acá la mecánica es otra, uno se encuentra con el programa de la materia desde otro lugar: esto habilita la reflexión de los docentes y al mismo tiempo resulta en muy buenos trabajos por parte de los estudiantes, ya que el espacio de la lectura es otro y el tener que producir permanentemente habilita otra dinámica.

La semana pasada los Secretarios y Secretarias Académicos del CIN -Consejo Interuniversitario Nacional- nos reunimos y confeccionamos un documento: decíamos que hay que pensar que esta es una situación excepcional, y que estamos tratando de adecuar lo que podemos a las herramientas que tenemos para seguir adelante con carreras que están pensadas para lo presencial. Tenemos también con los Secretarios y Secretarias Académicos de las universidades nacionales un grupo de WhatsApp por el que nos comunicamos continuamente y nos pasamos el material que estamos trabajando.

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