Ante la pandemia, los clubes de barrio se pusieron la 10 y salieron con todo a la cancha. No hubo lugar para las dudas, porque era su propia comunidad la que los necesitaba. Y el esfuerzo valió la pena. Sus instalaciones se transformaron en ollas populares, centros de aislamiento y paradores destinados a personas en situación de calle.   

Hoy se enfrentan a un nuevo desafío: organizar y poner en marcha la vuelta. En ese contexto, el Ministerio de Salud y el de Turismo y Deportes de la Nación presentaron el «Protocolo Covid-19» para orientar la reapertura de los clubes de barrio.

«Es un avance y te predispone a estar mejor y a pensar que hay un regreso posible. La realidad nos dice que la situación es muy compleja, sobre todo en el AMBA. Creemos que vamos a ir de la mano con el inicio de la escuela. Somos optimistas, pero también tenemos los pies sobre la tierra» asegura Martín Sabio, presidente de la Unión de Clubes de Barrio de Lanús.

En líneas generales, el Protocolo establece recomendaciones y sugerencias acerca de cómo llevar adelante la apertura de las entidades cuando esté permitido. Además, indica que deberá aplicarse en conjunto con los elaborados por las federaciones de cada actividad deportiva. Ante realidades tan diversas, el interrogante que se plantea es si la medida puede o no ser viable.

«Creo que es un protocolo básico y que cada club va a tener que adaptarse a su lugar y a las disciplinas que brinda. Seguramente el Estado va a tener que hacerse presente, poner los recursos y los medios para cumplirlo. Los clubes están en una situación límite, no han tenido ingresos, adeudan salarios. Creo que tuvimos un gran gesto al ponernos a disposición y estar al pie del cañón durante la pandemia, así que es momento de reparar eso, estando cerca, llevando los materiales de limpieza, los informes y capacitación que se exigen para todas las personas de la institución», manifiesta Sabio.

De igual manera, Juan Loiseau -director de Deportes de nuestra universidad- afirma que el Protocolo «tiene un nivel de exigencia muy alto» y por ese motivo es fundamental el aporte del Estado.

«Entiendo que hay que extremar las medidas de seguridad, pero ¿de dónde van a salir los recursos? Los clubes cumplen una función esencial en el desarrollo de los pibes y de la comunidad, sacan a los chicos de la calle, entonces hay que darles una mano para volver. El Estado tiene que ser el responsable, porque si no, no abre ninguno».

Miriam Juaiek es docente de la Especialización en Economía Social y Gestión de Entidades sin fines de Lucro de la UNLa. Desde su punto de vista “es difícil que el Protocolo pueda contemplar las particularidades de cada club» y aboga por un abordaje integral en el territorio.

«Es esencial el trabajo con las organizaciones sociales y el barrio, para pensar de manera conjunta estrategias de acción. Se necesita ese ensamble que puede ser complejo, pero no imposible. Desde Nación es difícil pensar en las individualidades, pero sí debe haber un acompañamiento monetario».

Luchando por subsistir

«Cuando hablamos de los clubes de barrio hablamos de los clubes de verdad, que tienen entre 5 y 2 mil socios, donde se organizaron bingos virtuales, se vendieron barbijos para poder subsistir, se organizaron ollas populares, y donde se intentó cobrar de forma electrónica la cuota social como para pagar la luz, el agua y el gas», relata Sabio al ser consultado sobre las acciones que realizaron las instituciones durante el aislamiento para no cerrar sus puertas definitivamente. 

Para Juaiek uno de los mayores inconvenientes es «la situación irregular» en la que se encuentran más de la mitad de las entidades, lo que les restringe la posibilidad de acceder a subsidios o al Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP).

«Si los servicios no están a nombre de una asociación civil o una sociedad de fomento no se pueden obtener tarifas reducidas; lo mismo para los subsidios destinados a las organizaciones civiles o a los trabajadores que están en una situación informal, como el ATP. Hoy por hoy una de las situaciones que está dificultando la regularización es la posibilidad de obtener el CUIL de manera online. En Ciudad de Buenos Aires, hay resoluciones con estatutos predeterminados para agilizar la inscripción de los clubes barriales. Pero una vez realizada tenés que tener un CUIT y esto no se puede obtener de manera virtual. Se necesita legislación que permita a las instituciones hacer estos trámites de manera ágil y con un acompañamiento. Hay proyectos también en la Legislatura bonaerense que espero se puedan aprobar», explica.

Y agrega: «Hay que hacer modificaciones desde las instituciones del Estado para que se facilite el funcionamiento. Toda normativa que contemple la situación de asociaciones civiles y clubes sería buena porque hoy no hay una ley o reglamentación que la ponga en práctica. Los tiempos legislativos son muchos y es fundamental contar con resoluciones intermedias que incluyan las realidades de cada región o municipio, y las particularidades de los clubes hasta tener una determinada ley».

El tercer eslabón

Además de las prácticas deportivas, los clubes de barrio son una herramienta de inclusión y de fomento cultural e identitario para todos sus integrantes. Sabio asegura que «el club es el tercer eslabón en la educación de los chicos: familia, escuela y club».

En el contexto de pandemia y aislamiento, las entidades debieron recurrir a la tecnología para no romper los lazos de pertenencia y acompañamiento.

 «Lo tecnológico sumó un montón, desde el teléfono o computadora, por los entrenamientos, las charlas con referentes. Todo sirvió para que los chicos mantengan la integración y tengan ganas de volver a jugar. Un año es mucho para la actividad de los pibes», dice Sabio.

Por su parte, Loiseau describe que desde la Dirección de Deportes «se impusieron ser un espacio de contención socio-afectiva para la comunidad de deportistas. A través de las clases o los grupos, les dan una mano y los docentes arman textos personalizados para estar a disposición de cada integrante».

Finalmente, Juaiek apunta sobre la importancia de los clubes como organizadores de la comunidad: «Son espacios de contención social y de promoción de la salud, especialmente en los barrios populares donde no hay espacio para hacer deportes. También hay gente que trabaja ahí y mueve la economía del barrio. El club en sí contempla varios aspectos”.


Convenio para regularizar la situación de los clubes
La Secretaría de Deportes de la Nación firmó un convenio marco con nuestra universidad, que tiene como objetivo implementar un programa de regularización de clubes de barrio y capacitación de dirigentes deportivos. Este acuerdo busca asistir a las entidades que presenten irregularidades administrativas, hecho que les dificulta el acceso a los programas vigentes en los distintos niveles del Estado.

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