La dominación colonial británica, un problema nacional actual

La ocupación británica de las islas Malvinas es un problema actual de la Argentina. A apenas dos mil kilómetros de la Universidad Nacional de Lanús, en pleno siglo XXI, los británicos tienen su enclave colonial en nuestro territorio, custodiado por poderosas bases militares, que constituyen una amenaza para la Argentina y para toda América del Sur. Desde Malvinas ocupan, controlan y explotan la tercera parte de nuestro territorio, que incluye también nuestro mar y sus vastos recursos. Es como tener la tercera parte de la casa ocupada y, a los usurpadores, usándonos el baño, la wifi, disponiendo de nuestros ahorros y lo que tenemos en la heladera y la alacena de la cocina.

La actual ocupación británica de nuestras islas es la parte visible de la dominación colonial, hay una fuerza militar extranjera ocupando territorio propio; pero hay otra parte invisible que la hace posible, que opera a nivel de las ideas, del sentido común. La disputa por el poder sobre las cosas, los territorios, los recursos naturales, los grupos sociales, las naciones, se articula con la lucha por la visión del mundo que habilita, justifica o discute determinadas relaciones de dominación. Así como en la vida personal, si nos convencen de que no podemos, no sabemos, no tenemos, no somos, seguro que no vamos a poder, saber, tener, ni ser por nosotros mismos y quedamos atrapados como objeto de la voluntad de otros; lo mismo pasa en la vida de las naciones. Nos quieren convencer de que ya está, ya fue, es lo que hay, perdimos, que los argentinos no podemos, no podemos defendernos, no podemos liberarnos, que no servimos. Durante los últimos cuarenta y tres años, desde adentro y desde afuera de nuestro país, han intentado inculcarnos que las Malvinas son apenas dos islitas, que no tiene sentido tratar de recuperarlas, que hay que abandonar las políticas de defensa, promover el desarme y el vaciamiento de las fuerzas armadas, que esto es lo que nos toca en el sistema de poder mundial y que no podemos hacer nada para revertirlo, que en este orden global ya no importan los países y las fronteras, que para ser un exitoso ciudadano del mundo tenés que renegar de tu historia, de tus héroes, de tu tierra y de tu gente. Frente a quienes promueven desnaturalizar la consigna “las Malvinas son argentinas”, estamos convencidos de que lo que hay que desnaturalizar es la dominación colonial. Tenemos el desafío de la rigurosidad, la honestidad y el coraje para identificar y señalar la dominación colonial y sus instrumentos que, generalmente, se enmascaran con buenas intenciones (paz, solidaridad, protección del medio ambiente, defensa de las minorías, ampliación de derechos) imponiendo políticas globales que atentan fuertemente contra el poder de las naciones.

Trabajamos, investigamos, estudiamos y enseñamos en universidades públicas, sostenidas con el esfuerzo de todos nuestros compatriotas, incluso de aquellos que ni siquiera pueden soñar con venir a la universidad y que cada día deben librar la batalla por su subsistencia y la de sus familias. A ellos les debemos el coraje de insubordinarnos contra las corrientes hegemónicas en las ciencias sociales que obturan la crítica y cancelan la disidencia y resultan altamente convenientes para los intereses de la potencia ocupante y el poder global. El pensamiento crítico es un deber y una misión (muy especialmente para los que somos de ciencias sociales y humanas). El reto es animarnos a ejercer el control epistemológico sobre nosotros mismos, revisar en qué medida, como parte del habitus específico de cada una de nuestras disciplinas, hemos asimilado el punto de vista del opresor, cómo contribuimos a la reproducción del sometimiento y qué tenemos que hacer para transformarnos y, así, poder aportar, verdadera y eficazmente, los conocimientos y competencias que desarrollamos en nuestras universidades al servicio de la resolución de los problemas nacionales.

Estudiar la guerra más de cuarenta años después

Precongreso nacional pedagógico «Causa Malvinas» en la UNLa

La guerra de Malvinas es un acontecimiento histórico crucial, clave para comprender no solo el pasado, sino también las encrucijadas del presente. En 1982, la Junta Militar encabezada por el General Leopoldo Fortunato Galtieri encara la recuperación argentina de las islas Malvinas usurpadas desde 1833 por los británicos. Un gobierno ilegítimo, de facto, criminal, lleva adelante una acción fundada en una reivindicación nacional justa. Por eso el 2 y el 10 de abril de 1982 miles de argentinos salen a las calles y a las plazas para expresar su apoyo a la acción de recuperación territorial. Recordemos que, a partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 contra el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, la Junta militar impone el estado de sitio y busca hacer de la plaza de Mayo un lugar de paseo. La recuperación de las islas Malvinas es un acontecimiento sorpresivo que hace posible, después de varios años, la recuperación de la calle y la plaza como espacios de participación política. Vuelve, de nuevo, audibles las voces de la multitud y visible su presencia. Los argentinos que participan de estas movilizaciones masivas, como los combatientes desplegados en el sur, tienen orígenes diversos y valores en común, que han sido activados involuntariamente por la acción gubernamental, que los re-unen.

La Operación Rosario se basó en la hipótesis de que, ocupando las islas, la Argentina quedaría en una posición favorable, frente a la persistente negativa británica de participar de las negociaciones diplomáticas por la soberanía del archipiélago a instancias del Comité de Descolonización de la Organización de las Naciones Unidas, confiando en que la mediación equilibrada de Estados Unidos entre dos aliados evitaría la escalada bélica y abriría canales de diálogo favorables al reclamo argentino. Los altos mandos estaban convencidos de que no habría guerra; por eso no planificaron, no realizaron los preparativos necesarios ni tomaron las medidas adecuadas. El plan original era dejar una pequeña guarnición militar en Malvinas, mientras se resolvía diplomáticamente la cuestión. Ante la agresiva respuesta británica, comenzaron a enviar unidades militares a Malvinas sin un plan integral consistente. Así se produce la guerra de 1982, un acontecimiento extremo, que produce muertos y marca para siempre las vidas de los protagonistas y sus familias, un hecho histórico trascendente que aún no ha sido debidamente reconocido ni estudiado. En las islas, en el aire, en el mar, a pesar de los errores de los altos mandos, de la hostilidad del clima y del terreno, jóvenes combatientes argentinos, soldados, suboficiales y oficiales, de las distintas fuerzas intervinientes, enfrentaron a los británicos y les produjeron bajas y daños materiales que sorprendieron a los ingleses y al mundo.

En la recuperación argentina de las islas Malvinas de 1982 aparece con inusitada potencia un actor fundamental, muchas veces ninguneado por la historia oficial que es, nada más ni nada menos, que el pueblo argentino: el pueblo argentino en armas en las islas y el Atlántico sur y el pueblo en las calles y en las plazas del continente. Por eso la desmalvinización: la negación, la voluntad de convencernos de que lo que pasó no pasó, para lo cual hay que silenciar las voces de los protagonistas, despojar a la guerra de su dimensión heroica y patriótica para desactivarla como experiencia de integración nacional en la lucha por la emancipación. Para esto se instaló un modelo de interpretación del conflicto bélico que clausura la representación de los combatientes argentinos como víctimas de la dictadura militar, que implica el desplazamiento de la identificación del enemigo, del usurpador inglés a los militares argentinos. Investigamos los orígenes británicos de esta matriz interpretativa. El discurso oficial inglés, durante el conflicto mismo, desarrolla núcleos que se integran al sentido común de muchos argentinos, a través de los cuales habitantes del país invadido asumen el punto de vista de la potencia invasora.

Investigar la guerra nos desafía a enfrentarnos a dos vicios de origen que funcionan como eficaces obstáculos epistemológicos. En primer lugar, el instalado concepto de la heteronomía de las masas, producto de la refundación del campo intelectual argentino, en torno a la obra de Gino Germani, luego del golpe de Estado de 1955 contra el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón; esto es, la concepción de las multitudes argentinas como masas anónimas y pasivas, sin voluntad ni voz propia, incapaces de actuar por sí mismas, sino siempre objeto de la voluntad de otros que las manipulan. En segundo lugar, avanzamos contra la corriente hegemónica en las ciencias sociales que encapsula la interpretación de la guerra de Malvinas como el último capítulo de la dictadura militar, continuidad del terrorismo de Estado.

No se trata aquí de oponer al modelo de las víctimas el de la gesta heroica, que también reduce y simplifica; sino de animarnos al entrevero de la guerra, sus paradojas, enigmas y lecciones. Para eso contamos con una gran ventaja, aún tenemos protagonistas vivos, por eso nos ocupamos de registrar, estudiar y preservar para la posteridad sus testimonios que hablan de la Argentina y los argentinos, sus potencialidades y miserias, sus fortalezas y debilidades, de lo que los argentinos fuimos, somos y lo que podemos ser. Y esto tiene una gran relevancia; porque la memoria no es solo conmemorativa, sino también prospectiva: se proyecta hacia el porvenir. Son modos de hacer presente el pasado, de actualizarlo, de darle sentido en función de las necesidades actuales y de un futuro deseado.

La defensa de la soberanía argentina sobre las islas Malvinas es una causa nacional capaz de re-unir a los argentinos, a pesar de los esfuerzos de algunos por convertirla en bandera de una facción. La recuperación de las islas Malvinas depende de la recuperación de la Argentina, de sus Fuerzas Armadas, de las políticas de defensa, del desarrollo económico, pero también científico, educativo, cultural, político. Opera como un faro.

Artículos Relacionados

Hacer Comentario