En 1976 el comunicador social Martín García -entre otras tantas cosas, ex presidente de Télam y actual conductor de “Yendo de la cama al living” por radio Caput- grabó un extenso reportaje a Héctor Germán Oesterheld para transmitirlo en forma de micros en “Cinco por Buenos Aires”, programa que García encabezaba por radio Belgrano[1].
“Lo había reunido a Héctor Germán Oesterheld con Osvaldo Ardizzone a comer fideos con tuco -cuenta Martín-, un mediodía de trabajo en la casa de mis viejos que estaban de vacaciones y me quedé con Héctor para reportearlo luego de la comida. Ardizzone y Oesterheld no se conocían, pero tenían en común un enorme humanismo. Escucho la voz aguardentosa de Osvaldo detrás del reportaje a Oesterheld. Me da gracia sentirlos tan cercanos. Un milagro”.
“Antes de él, las historietas eran de un blanco y negro total”
Martín García
“Contra lo que muchos creen que soy alemán y estuve en la guerra -decía en la cinta HGO-, soy argentino en segunda generación, mi abuelo era alemán. Nací en Balvanera Capital Federal, y cursé mis estudios primarios en un colegio alemán. Mitad argentino, mitad alemán, aunque siempre me sentí totalmente argentino. Hice el secundario en el Colegio Nacional Manuel Belgrano y estudié Geología, aunque no di la tesis para el doctorado en Ciencias Naturales en la Universidad de Buenos Aires (…) Hice la carrera en 9 años y trabajé como geólogo en YPF pero la fui dejando porque me invadió por dentro lo que en mi adolescencia fue un hobby. Nunca me dio por escribir poesía sino cuentos, cuentos para chicos. La aventura la agarré mucho después. La aventura nació en mí, la venía leyendo desde muy chico, pero no había leído historietas. Leía libros de aventuras, Robinson Crusoe, Salgari, Conrad. Yo era el cuarto de cinco hermanos, y sigo leyendo, pero mi acercamiento a la historieta fue en mi carrera en las editoriales”.
“En Abril conocí a Héctor Oesterheld -el dibujante Eusebio Zoppi a Lautaro Ortiz[2] sobre la creación de los agentes Alan y Crazy, personajes de ‘Cargamento Salvaje’-. Oesterheld ya escribía cuentos para niños con el seudónimo de Sánchez Puyol. Un día, Cesare Civita, editor responsable de Abril, le encarga una historieta sabiendo que Héctor desconocía el género. (…) Oesterheld me preguntaba todo pensando que yo tenía más experiencia que él, cuando en realidad yo sabía muy poquito. Recuerdo que charlamos, y al tiempo él ya había pescado el secreto. Era un tipo muy rápido, que le aportó a la historieta una gran temática y un desarrollo formal distinto. A tal punto que lo que sugería a partir de su ignorancia del género -siempre buscaba la manera de aclarar el texto- resultó tan bueno que la editorial tomó sus normas como base y exigió a sus guionistas que las siguieran. Oesterheld interrumpía la acción con un cuadro de puro texto que condensaba en pocas y precisas palabras todo lo que no se podía ilustrar, el mundo interior del personaje. Era parte de un método de trabajo que él había inventado”.
“Con Bull Rockett encontré una fórmula que luego apliqué a otras historietas: no hacer héroes solitarios sino héroes en grupo”
H.G.Oesterheld
“Bull Rockett empezó siendo un personaje muy simple -le decía Héctor a García-. Me pidieron un piloto de pruebas pero cuando lo empecé a vivir empecé a ver que un piloto de pruebas daba para muy poco, así que le fui agregando elementos y al final terminé convirtiéndolo en un súper sabio (…) Fue mi primer gran éxito y duró como cinco años. Lo que aprendí en la universidad me sirvió mucho para la historieta. Abandoné mi carrera de geólogo. No me quejo de haberla seguido y de haberla dejado. Mi hobby se convirtió en trabajo y sigo leyendo lo técnico y la aventura. Viví mucho tiempo en Béccar. A la mañana me gusta el pan con manteca y dulce de leche con una taza grande de café con leche. Me gusta la vida afuera. También me gusta tomar mate. No frecuento cafés por falta de tiempo. Me gusta mucho el centro de la ciudad de Buenos Aires y camino por ejemplo de Retiro a Constitución. Me gusta más el fainá que la pizza. El fainá es más comida que la pizza”.
Después de Bull Rockett vino el éxito del Sargento Kirk, que fue traducido al inglés, francés, italiano, alemán, y le dio incluso su nombre a una revista. “Bull Rockett fue una especie de introducción pero con el Sargento Kirk yo ya sabía adónde quería ir. Deliberadamente en vez de un héroe solitario, hice un grupo de héroes basados en la amistad simple que surgía de la misma vida que llevaban ellos (…). El Sargento Kirk o El Eternauta o Bull Rockett vuelven a tener vigencia -decía Oesterheld frente a Martín García en la cinta grabada en 1976- porque sus historias trascienden el tiempo. Yo trataba de hacer historias lo más válidas posibles con personajes reales en relación a sus sentimientos o pasiones. Estos cambian muy poco con las épocas. Los personajes auténticos no mueren nunca”.
Editorial Frontera
Cuando se desvinculó de Abril Oesterheld fundó con su hermano Jorge la editorial Frontera con la cual comenzaron a publicar las revistas Frontera y Hora Cero: ellos dos eran los únicos guionistas y contaban con un cuerpo de dibujantes excepcional. Llegaron a tirar 90 mil ejemplares de sus títulos en ediciones semanales y mensuales. Entre 1956 y 1961 -año en que tuvieron que cerrar la editorial- nacieron historias y personajes inolvidables: Ticonderoga, Randall, Sherlock Time, Patria Vieja, Ernie Pyke, El Eternauta.
“Ernie Pyle era un corresponsal que se ocupaba de los problemas humanos de los soldados norteamericanos -dice HGO en la cinta de García-. Durante la Segunda Guerra se publicaban con enorme repercusión. A mí me impactaron y en su homenaje le puse un nombre parecido al de él. Ernie Pike cumple esa diferencia. Es la guerra vista con un enfoque más humano. Allí la guerra es el villano (…) Nosotros, los pibes que éramos entonces, no habíamos leído relatos de alemanes o japoneses buenos, jamás, dentro de esa guerra cruel que mató a a 40 millones de personas”.
Con la quiebra de editorial Frontera Oesterheld vuelve a trabajar para las editoriales como guionista de historietas por encargo y de alguna manera deja de estar visibilizado por sus lectores. En los 70 aparece con la revista TOP Maxi historietas, en la que vuelve con -y como- Ernie Pike, presentando en 1971 las nuevas historietas: “Aquí estoy, de regreso, después de un silencio de años. Siempre con mis historias ‘no periodísticas’, por algo no pude publicar nada en tanto tiempo (…) cañones y fusiles siguen su diálogo letal: hoy la guerra se llama Vietnam. Imposible seguir recordando la guerra vieja cuando el presente arde al rojo vivo. Por eso esta nueva etapa de mi carrera periodística, enteramente dedicada a la guerra que hoy, en este mismo momento en que me estás leyendo, lector, está desgarrando el cuerpo tan lleno de vida de un muchacho como tú”.
“La historia de ciencia-ficción más grande que se haya escrito en Argentina”
Carlos Trillo
“El Eternauta arranca con cuatro amigos jugando al truco: Polski, Favalli, Juan Salvo y Lucas -le contaba Oesterheld a García en el reportaje de 1976, sobre la historieta creada en 1957-. Aparecía todo Buenos Aires desde Vicente López, la Batalla de River Plate, la General Paz, el subterráneo de Plaza Italia. La historia de la invasión de los Ellos se manifiesta con la nevada que mata todo lo que toca, y el silencio que irrumpe de golpe en la casa de Juan Salvo y corta la partida de truco. La amistad y la solidaridad es la base de toda la historia. Algunos lo han destacado como una característica mía, no querer tanto el héroe tan individualista sino querer el héroe más en grupo. Juan Salvo es uno de tantos dentro de la historia. Cuando va avanzando la aventura el que va copando con su protagonismo es Franco, un tornero, que es el que junta la capacidad de acción y la decisión de actuar y es solidario con todos, es el que trata de resolver el problema tremendo que trae la invasión. Otro personaje que quizás fuera yo metido en la historia era Mosca, el pobre tipo que trata de escribir la historia que lo sobrepasa por todos lados (…) Juan Salvo también en cierto modo me está reflejando su preocupación por la familia, por los hijos y por todo ese Buenos Aires que se le muere de pronto, y cada uno me resulta especialmente querido como los mismos Manos, que en parte también son uno de nosotros. Como yo los pensé entonces, los Manos eran seres como nosotros, tenían sentimientos, tenían amor por las cosas sencillas, tenían las mismas cosas que nosotros, solo que tenían esa glándula del terror que les habían impuesto, y que les obligaba a comportarse de la manera en que lo hacían, solo cuando está seguro que se muere, que cometió el error de asustarse, entonces puede franquearse con los terrestres. Y ahí se muestran como son (…) El Eternauta tiene un final un tanto insólito, salió como salió y yo creo que era el final que le correspondía. Siempre hay esperanza, al menos nunca hice una historieta donde se acabara la esperanza. Los Ellos son lo que queda en la imaginación de cada uno, ni siquiera les puse un nombre de fantasía”.
En 1974 Oesterheld le había comentado a Roberto Vacca[3] que desde que había trabajado en la colección “Más allá” que editaba Abril “… me había quedado pensando en un cuento corto que empezaba con unos amigos jugando al truco mientras la ciudad muere a su alrededor por la acción de una nevada mortífera. La idea era hacer una historia de final rápido, pero tuvo tal éxito que se convirtió en un folletín semanal que duró dos años”.
Decía Héctor Germán Oesterheld que “La aventura es el resultado de la asunción, por parte de una persona ‘común’, de una situación límite que lo pone en circunstancias de elegir ser/hacer lo que cree o sueña, o quedarse en el molde. Es esa decisión interior lo que lo convierte en héroe. Más allá del resultado final: no hay héroe anterior a la aventura. Y la aventura es una decisión ética, existencial”.
Epílogo
Como comentamos al principio de esta nota, las cintas grabadas con la voz de Héctor Germán Oesterheld por Martín García, en aquel verano de 1976, iban a ser emitidas en forma de grageas, una vez por semana, el mismo día y a la misma hora, en el programa “Cinco por Buenos Aires” que Martín encabezaba en radio Belgrano.
“Una tarde corrió la noticia de que Oesterheld había sido secuestrado -dice Martín-. En esos momentos no pensé que la dictadura del Proceso iba a ser tan cruel como lo fue, por lo que seguimos poniendo en el aire su reportaje varias semanas más hasta que lo pasamos todo. Después nos levantaron todos los programas, sin comentarios al respecto”.
En 1983 Martín García fundó con un grupo de amigos -entre ellos Litto Nebbia, Otelo Borroni, Caloi, Fontanarrosa, Crist, Alejandro Pont Lezica- la revista de humor “Feriado Nacional”. En su Nº 5 “Feriado” publicó una contratapa en la que Martín, director de la revista, resolvió plantear públicamente la desaparición de Oesterheld en el año 77, algo que no había dicho ningún medio de comunicación nacional: en la ilustración de Félix Saborido, que se convirtió luego en un ícono en todo el mundo, los personajes de Oesterheld marchaban hacia Plaza de Mayo denunciando su desaparición. En 1997 Martín García creó junto a otros compañeros la agrupación política, social y cultural que lleva el nombre del gran creador del Eternauta. “Ya había centros culturales Jauretche, Marechal, Scalabrini Ortiz, Discépolo -decía García en Viento Sur-. En ese sentido nosotros decidimos inaugurar otra etapa, y le pusimos ‘Agrupación Oesterheld’”.
[1] La presente nota fue elaborada con la información vertida en el artículo “Sobre la figura de Héctor Germán Oesterheld” de Martín García, publicado en las ediciones 8 y 9 de revista Viento Sur.
[2] Nota en el suplemento “Radar” de Página/12, 23 de enero de 2003.
[3] Revista Siete Días, 29 de septiembre de 1974.
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