El 27 de octubre de 2010 amaneció fresco pero soleado. Las calles estaban desiertas y en las ciudades se respiraba una tensa calma. Los argentinos esperaban en sus casas a que llegaran “los del censo”, con la típica incertidumbre de no saber a qué hora tocarían el timbre. La mañana transcurría y con ella los primeros rumores. La radio y la televisión anticipaban una noticia que nadie podía creer y que, lamentablemente, se confirmaría con el correr de los minutos: el ex presidente Néstor Kirchner había muerto a los 60 años. 

El Colegio Armenio Jrimian de Valentín Alsina -Lanús- fue el lugar donde Néstor encabezó su último acto político, 21 días antes de su fallecimiento. Allí instó a los jóvenes a “tener convicciones y principios” y a ser “políticamente incorrectos y transgresores”.

“Es muy importante que haya más participación de jóvenes, que van a llevar a una profunda renovación en la Argentina. A las cúpulas dirigenciales les molesta, pero ustedes tienen hacer con ideas y con principios, sin agravios ni descalificaciones. A ustedes nadie les tiene que regalar el futuro, ustedes lo tienen que construir, porque son el presente claro y concreto y son parte activa de este presente como lo somos nosotros. Terminemos con los discursos del maquillaje que sirven para que haya una partidocracia política que muchas veces creen que se puede hablar y mentir durante todas las campañas políticas y después no hacer lo que hay que hacer. Lo importante es que cuando un movimiento como el nuestro se llena de jóvenes tiene futuro, tiene oxígeno, tiene esa primavera que tanta falta nos hace para que algunos no engorden demasiado ni se olviden que están para representar al pueblo”, expresó el entonces presidente de la UNASUR, Diputado Nacional y titular del PJ nacional.

Esas palabras no fueron en vano. Y eso quedó reflejado en los cientos de jóvenes que se acercaron hasta la Casa Rosada a despedir a ese dirigente que los había invitado a sumarse a la política y a pensarla como un espacio válido de transformación. Pero no fueron los únicos. Durante más de dos días, miles de personas de todas partes del país llegaron a Buenos Aires para darle el último adiós. Velas, flores, fotos y carteles formaron parte del luto.  

Néstor Kirchner llegó a la presidencia el 25 de mayo de 2003, con solo el 22 por ciento de los votos. Una Plaza de Mayo colmada le dio la bienvenida con la esperanza de dejar atrás una de las peores crisis sociales, políticas y económicas del país. Su estilo desestructurado y afectivo quedó evidenciado ese mismo día cuando, tras jurar como Presidente, rompió los protocolos y se acercó a saludar a la gente. En medio de la euforia un fotógrafo lo golpeó con su cámara, lo que le provocó un corte en la frente. 

El pago de la deuda externa al Fondo Monetario Internacional (FMI); el ‘No al ALCA’ en la IV Cumbre de las Américas; la política de derechos humanos; la creación de la UNASUR; y la creación de puestos de trabajo fueron algunos de los hechos más destacables de su gestión, junto con la plena convicción de que se puede forjar una patria soberana, productiva y latinoamericana. 

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