Igual como cuando María Eugenia Vidal dijo que nunca los/as pobres llegan a la Universidad o cuando Mauricio Macri se refirió a los sectores sociales que no tenían otra alternativa que caer en la escuela pública, las declaraciones de Soledad Acuña, Ministra de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, ponen de manifiesto su concepción de la educación y su opinión sobre los/as trabajadores/as de la educación. 

Los/as docentes han hecho y siguen haciendo un enorme esfuerzo para sostener el vínculo pedagógico y continuar educando en medio de la pandemia, que ha implicado la extensión de la jornada laboral; la adaptación de las propuestas de enseñanza; en muchos casos, la compra o la actualización de las PC propias; la participación en la distribución de alimentos en barrios populares, entre muchas otras tareas. Seguro que estas tareas están plagadas de dificultades, que reflejan las profundas desigualdades sociales que existen en nuestro país; la cuestión es ver quién trata de reducirlas y quién las profundiza.

Las declaraciones de Acuña son un ataque a los/as docentes en su carácter de trabajadores/as que tienen la osadía de seguir estudiando y esto me recuerda las críticas que recibió la UNLa cuando a finales de los 90 creó el Ciclo de Licenciatura en Gestión Educativa, para que los/as docentes de todos los otros niveles educativos pudieran seguir estudiando y obtener un título de grado que les brindaba una perspectiva amplia de la gestión y que, en muchos casos, facilitó que accedieran a puestos de conducción en las escuelas y en el sistema educativo provincial, así como también seguir estudios de posgrado. En ese momento, algunos/as especialistas de las universidades tradicionales alegaban que esas carreras que articulaban la formación docente previa y la experiencia profesional con la formación universitaria no brindaban una formación académica adecuada. Los agravios de Acuña y estas críticas a que los/as trabajadores docentes sigan estudiando comparten una concepción elitista de la educación, que en la UNLa y en las otras universidades del Conurbano no compartimos y procuramos superar con nuestro diario quehacer.

Por otra parte, la crítica a los/as docentes no solo es injusta y estigmatizante, sino que también es infundada: como enseñaba Juan Carlos Tedesco, las reformas y las políticas educativas que no les asignaron un rol protagónico a los/as docentes fracasaron, porque el aula es la clave del sistema educativo y el accionar del/a docente en el aula es insustituible, como se advierte en estos días. ¿O acaso la Ministra cree que puede reemplazar a los/as docentes por «voluntarios» como quería hacer la exgobernadora?

A la Ministra no le gusta la ideología de los/as docentes porque estos defienden la educación pública y pelean por sus derechos como trabajadores y, recordando prácticas de los días de la Dictadura, llama a los padres de los/as estudiantes a denunciar a los docentes que «bajan línea» o «militan».

Las docentes en su evolución como sujeto colectivo dejaron de percibirse como santas o segundas madres como pretendía el Estado liberal oligárquico de los días de la formación del sistema educativo y, junto con los docentes, se consideraron como trabajadores/as y se organizaron en sindicatos y marcharon junto a los otros trabajadores por sus derechos.

La Ministra seguro que, como quienes se oponen a una educación para todos y todas, añora esa escuela elitista, donde las maestras procedían de los sectores sociales medio altos, porque esa era la opción educativa posible para las mujeres de ese sector social. Esta es la discusión de fondo: una educación y, finalmente, un país para todos y todas u otro para pocos, muy pocos, los que no quieren pagar impuestos por la riqueza que acumularon con el trabajo de todos/as los/as argentinos/as. Y los/as docentes tienen posición tomada frente a esta disyuntiva, por eso en los momentos de crisis con su esfuerzo constituyen el último sostén del lazo social, como en la presente pandemia.

Por último, nos preguntamos ¿cómo alguien puede gestionar la educación si considera que los/as docentes son fracasados/as? ¿qué políticas educativas puede impulsar quien considera que los/as docentes no tienen el capital cultural que se requiere para su profesión? ¿qué formación docente puede promover quien cree que en los Institutos de Formación Docente se forma para «bajar línea? Quien piensa así solo puede alentar la privatización de la educación y desalentar la educación pública.

*Foto crédito: lavaca.org

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