La escritora y periodista Araceli Bellotta aseguró que es injusto que a la hora de enseñar historia en las escuelas no se tenga en cuenta a las mujeres y que espera que, cuando cambien las currículas, puedan ser incluidas.

“Hasta ahora eso no sucedió, pero no pierdo la esperanza”, ironizó la también historiadora, durante una clase magistral organizada en el marco del Seminario de Pensamiento Nacional y Latinoamericano.

Bellota hizo un recorrido por las luchas feministas a lo largo de la historia y subrayó la importancia de darles una mirada nacional y latinoamericana.

“Rechazo completamente la definición de feminismo que aparece en Google. Hagan la prueba de escribir ‘historia del feminismo’ y les va a aparecer que comenzó con la Revolución Francesa, cuando se escribieron los derechos del hombre y del ciudadano. Sin embargo, las mujeres estuvieron excluidas, no les permitieron ocupar un espacio en las asambleas y por esa razón un grupo de ellas liderado por Olimpia de Gouges escribió unos años después los derechos de las mujeres y las ciudadanas, donde decía que si tenían la oportunidad de subir al cadalso también podían subir a la tribuna”, comenzó la escritora.

Y agregó: “En nuestra América del Sur, lo que llamamos la Patria Grande, las mujeres tenemos varios siglos más de resistencia. Para poner un hito, cuando los conquistadores llegaron a estas tierras se produjo lo que nos enseñaron como mestizaje, que no fue más que la violación sistemática de las originarias. Por eso mi definición de feminismo no es eurocéntrica, sino que tiene que ver con nuestra propia historia”.

 A lo largo de la historia, hubo mujeres que marcaron un antes y un después. Tal es el caso, por ejemplo, de  Mariquita Sánchez de Thompson, quien se rebeló contra la imposición de sus padres de casarse con el hombre a quien habían elegido como esposo.

“Cuando se produjo la Revolución de Mayo, hubo dos revoluciones que no se concretaron: una que tenía que ver con la paridad de género, es decir, que nada cambió para las mujeres y siguieron rigiéndose con las pautas coloniales; y la otra con la propiedad de la tierra, que no volvió a las manos originarias, sino que se repartieron entre pocas familias. En cuanto a las mujeres, especialmente las de las clases acomodadas, el matrimonio se acordaba por cuestiones económicas, existía la dote, o sea pasaba de la tutela del padre a la del esposo. La primera en rebelarse contra eso fue Mariquita Sánchez de Thompson, quien estaba enamorada de su primo. En el caso intervino el Virrey y se armó un juicio. Mientras sucedía eso a ella la internaron en una casa de ejercicios espirituales. Finalmente, se casa con Martín Thompson en 1813 y marca un precedente de que se podía buscar una alternativa a la costumbre de la época”, contó Bellotta.

Con las guerras de la Independencia aparecieron las heroicas guerreras como Juana Azurduy, que lucharon junto a los hombres. Pero también hubo miles de mujeres que se quedaron en sus hogares como sostén de los mismos y buscando el sustento para sus hijos.

Al respecto, Bellotta manifestó: “La paga de los soldados llegaba tarde o nunca. Gracias a ellas que sostuvieron las estructuras fueron posibles las guerras, la declaración de la Independencia, el surgimiento de las organizaciones políticas, las disposiciones, etc. Nada habría sido posible sin su aporte”.

Durante su clase magistral, la historiadora destacó a la figura de Domingo Faustino Sarmiento como el “primero en hacer un aporte para cambiar el status de la mujer”.

“A Sarmiento se le ocurrió que las mujeres podían ser maestras, porque eran las más capacitadas para serlo. Él venía de Estados Unidos donde vio que las maestras cumplían bien sus tareas y salían más baratas. Además estaba la extensión de lo doméstico, o sea que si las mujeres venían a parir y criar hijos también podían ser buenas para enseñar. Entonces, las mujeres se incorporan a los secundarios y ahí comenzó otra lucha que fue la de ingresar a la universidad”, indicó.

En esa época sobresalieron las referentes: Elida Paso, quien tuvo que hacer un juicio para que la admitieran en la Facultad de Medicina. No logró concretar sus estudios porque murió de tuberculosis y por eso la primera médica argentina fue Cecilia Grierson. También, estuvo Julieta Lanteri, médica y ferviente impulsora de los derechos civiles y políticos de las mujeres. Fundó el partido feminista nacional y se presentó como candidata a Diputada en 1920, cuando el voto todavía era excluyentemente masculino.

Bellotta subrayó la irrupción del peronismo de la mano de Juan y Eva Perón, quienes en 1947 sancionaron la Ley 13.010: “Evita, además, creó el Partido Peronista Femenino integrado solamente por mujeres, único en el mundo, con delegadas de toda las provincias del país. Y gracias a eso logró que las mujeres salieran de su casa, se capacitaran, hablaran y se involucraran en política”.

“Hay muchos feminismos, de derecha, liberal, de izquierda, pero también hay uno nacional y popular, que toma las banderas del peronismo. Hoy vivimos en una época donde conseguimos que el género sea transversal porque las mujeres no hablamos solo cosas de mujeres. El desafío es llegar a todo el país, especialmente a rincones que están atravesados por el patriarcado y que son muy distintos a lo que se vive en las ciudades. Por eso la lucha es con todes”, concluyó. 

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