Es cuanto menos extraño celebrar la felicidad en un mundo sacudido por cuestiones —tanto coyunturales como estructurales— que todas y todos conocemos. Pero así es: hoy, 20 de marzo, es el “Día Internacional de la Felicidad” establecido por la ONU en el año 2013.

Más interesante es recordar que la propuesta de la celebración fue hecha por esos años por el Reino de Bután, un pequeño país budista situado en pleno Himalaya, en la frontera entre China e India. Bután reconoce desde principios de los años 70 a la felicidad nacional por encima de los ingresos nacionales, con el índice de Felicidad Nacional Bruta (FNB), que prioriza por sobre el Producto Bruto Interno. Lo curioso —y tal vez ejemplar— es que en Bután tanto la televisión como Internet ingresaron tardíamente con respecto al resto del mundo, recién en 1999. Claro que no todo es tan idílico como suena: en los más de veinte años transcurridos desde entonces, la modernidad y el consumismo fueron entrando naturalmente sobre todo en la vida de los butaneses más jóvenes, y actualmente Bután, tanto como gran parte del mundo, enfrenta una serie de problemas que incluyen la pobreza, el desempleo juvenil (7,3% en 2013) y una creciente deuda externa que hace cerca de diez años rondaba el 90% de su PBI.

Claro que mencionar “la felicidad” hace que se despierte desde algún lugar de la memoria aquella canción de 1967, inevitablemente pegadiza, que entronizaba al amor romántico como único motivo de bienestar mientras el país se hundía bajo las botas de Onganía y sus secuaces.

Pero es también un buen camino para recordar a J.D. Perón, que desde el primer lugar del Estado sonreía francamente y hablaba de un camino mucho más veraz, social y solidario para conseguirla: “La felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación se fundan en la justicia social, la independencia económica y la soberanía política”, decía.

En su último escrito, leído póstumamente el 17 de octubre de 1952, Eva Perón tampoco tuvo reparos en hablar de felicidad, un término que solía recortarse en sus discursos: “He sufrido mucho —dice en Mi mensaje—, pero mi dolor valía la felicidad de mi pueblo y yo no quise negarme, no quiero negarme”.

Como sea es cierto que, dadas algunas coordenadas básicas, imprescindibles, la felicidad es difícil de medir y tan subjetiva que a menudo escapa de los cánones establecidos. Hay tantas versiones como personas hay en el mundo. Por eso en este día, mientras intentamos quitarnos de la cabeza el estribillo de aquel hit sesentoso y tratamos de ver que quizás “la felicidad” no esté tan lejos de nosotras y nosotros, proponemos un pantallazo de lo mucho escrito desde que el mundo es mundo sobre la felicidad y la alegría, esa forma más breve y pedestre, y tal vez más al alcance de la mano.

“Los hombres eran locos. Sufrían cuando eran felices por miedo a perder la felicidad”.

Roberto Arlt

“El hombre más feliz del mundo es aquel que sepa reconocer los méritos de los demás y pueda alegrarse del bien ajeno como si fuera propio”.

Johann Wolfgang von Goethe

“¿Hasta cuándo vamos a seguir creyendo que la felicidad no es más que uno de los juegos de la ilusión?”

Julio Cortázar

“La alegría es el goce más barato…Y sin embargo, ¡cuánto poder!”

Ramón Carrillo

“Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace”

Jean Paul Sartre 

“Cuando sueñas, la construcción del mundo es una risa de albañiles”

Leopoldo Marechal

“La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que ahora. Si no es ahora, ¿cuándo? Tu vida estará siempre llena de retos”

Eduardo Galeano

“El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza.”

Arturo Jauretche

“Buscar la serenidad me parece una ambición más razonable que buscar la felicidad. Y quizás la serenidad sea una forma de felicidad”

Jorge Luis Borges

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