En diciembre del año pasado dejó de existir la Dirección de Investigación en Salud del Ministerio de Salud de la Nación —DIS—. Sobre las tareas que realizaba y lo que significa este final lamentable y abrupto, Viento Sur habló con la Lic. Bárbara García Godoy, integrante de la Red Argentina de Investigadoras e Investigadores en Salud —RAIIS— y ex directora de la DIS.

¿Qué fue la Dirección de Investigación en Salud? ¿Cuándo había sido creada?

El área nació en 2002, bajo el ministerio de Ginés González García. En principio, bajo otra forma institucional: inicialmente se llamó “Comisión Nacional Salud Investiga”, y hacia 2016 entró a formar parte de la estructura del Ministerio de Salud de la Nación como dirección, con la idea de que hubiera sostenimiento y continuidad en el tiempo. Desde los inicios en 2002 tuvimos un programa de becas, las Carrillo Oñativia, luego conocidas como Becas Salud Investiga; la última convocatoria se hizo en 2023. Se llamaba a expertos en salud de todo el país, quienes evaluaban los proyectos en torno a líneas que se priorizaban según las vacancias de conocimiento. Desde la DIS, la lógica era impulsar la investigación orientada a fortalecer procesos de toma de decisiones a cualquier nivel: desde un centro de salud, un programa o un equipo de salud que interviene territorialmente hasta lineamientos para políticas a nivel central. Siempre con una perspectiva muy amplia: de hecho, con el tiempo se fueron incorporando líneas en torno a géneros y diversidades. En la última convocatoria incluimos todo lo relacionado con la cuestión de la resistencia antimicrobiana, un tema que está en agenda y en algunos años quizás sea el principal problema de salud pública, incluso a escala global.

¿De qué otras tareas se encargaba la DIS?

Como producto concreto, por ejemplo, la Revista Argentina de Salud Pública fue generada  y gestionada hasta ahora en el marco de la Comisión Nacional Salud Investiga primero, y luego en la DIS. Es una revista con indexaciones muy importantes, en la que investigadores e investigadoras argentinos publican los resultados de sus investigaciones, y que lamentablemente en este momento corre el grave peligro de dejar de existir.

También desde la Dirección se había armado REMINSA, la Red Ministerial de Áreas de Investigación en Salud para Argentina. Nucleaba las áreas de investigación del ministerio nacional y de los provinciales. Cuando comenzó a impulsarse solo algunas provincias tenían áreas de investigación; la mayoría, no. A principios de 2023, por primera vez en la historia desde la creación de REMINSA en 2010, las 24 jurisdicciones argentinas estaban participando activamente en la red. Le dimos una impronta muy fuerte a la federalización. Entre otras cosas se fue trabajando en acordar criterios y armar comités de ética de la investigación provinciales, e incluso durante mi gestión llegamos a hacer una guía para la evaluación de la ética de la investigación en proyectos de investigación social. Para eso hicimos un proceso participativo de mucho trabajo con las provincias, con referentes de universidades, con una serie de actores, documentos, revisión, y llegamos a publicar una guía que establece el papel de las ciencias sociales en salud y cuáles son los resguardos éticos y las particularidades que tienen. Es sumamente importante impulsar la investigación social en salud.

Hicieron también todo un trabajo con el Ministerio de Ciencia y Tecnología, ¿cómo fue?

Con el MINCyT armamos un programa interministerial a nivel nacional que era incipiente, pero que también se cortó: vinculamos territorialmente, en cada provincia, a los referentes de las áreas de investigación de los ministerios de salud con los referentes de los ministerios de ciencia y tecnología, para que juntos pudieran acordar una línea estratégica de investigación en salud para su provincia y armar un proyecto conjunto. Llegó a haber una primera tanda con 24 proyectos.

¿Tenían articulación con otros organismos fuera del país?

A través de la Dirección el ministerio participaba en las redes latinoamericanas y del Caribe, y en la articulación con la Organización Panamericana de la Salud —OPS— en investigación de salud para la toma de decisiones. Además estábamos trabajando con la Organización Mundial de la Salud: por ejemplo, con el RENIS —Registro Nacional de Investigaciones en Salud— habíamos empezado a adecuar y ampliar los ítems del registro para que fuera homologable con el que tiene la OMS, de modo tal que la data de la Argentina se integrara al resto de los países de la región para fortalecer la información.

También llegamos a armar la nueva agenda 2023-2025 de investigación en salud con la participación de todas las provincias, estableciendo las prioridades provinciales, regionales y nacionales; para ello contamos con el apoyo metodológico de la OPS; el objetivo fue orientar no solo la convocatoria de las becas sino también aportar una herramienta a las distintas jurisdicciones. De algún modo la OPS nos tenía como referencia, porque la Argentina estaba haciendo unos avances que se destacaban en relación con otros países de la región. Además generamos un instrumento con las becas que financiábamos, orientado a los decisores: quien está en la gestión no tiene tiempo de ponerse a leer un informe, quizás ni llegue a enterarse de qué se está investigando. Pedimos entonces que en el momento de presentar el informe final completaran un formulario donde en una carilla y media se sintetizaban los resultados de la investigación. Logramos que la OPS nos financiara la contratación del especialista que trabajó en este instrumento diseñado para los decisores, que iba a estar en la página de la biblioteca virtual del ministerio: llegamos a armarlo y a incluirlo en las bases de las becas, pero no lo llegamos a implementar porque cambió la gestión.

¿Qué pasó con la Dirección a fines del 24?

Hacia noviembre se le informó a la gente que el área iba a dejar de existir, de modo que pasaron a distintas áreas para preservar, al menos por ahora, la fuente de trabajo. A principios de diciembre, según el Boletín Oficial, la Dirección ya no figuraba en la nueva estructura del ministerio. Durante mi gestión había 23 personas trabajando, al menos 20 de ellas desde hacía muchos años: antropólogos, sociólogos, médicos, comunicadores sociales, abogados: gente con mucho expertise en su campo, con mucha formación y muy comprometidos con su área de trabajo.

¿En qué impacta en la vida de los argentinos y argentinas el cierre de la DIS?

En la vida cotidiana, es muy difícil que se pueda percibir la pérdida. Lo que sucede es que se pierde un área que estaba impulsando investigaciones en materia de salud, cuyos resultados permitirían tomar mejores decisiones en los distintos servicios de salud, en el propio sistema de salud, y para las políticas de salud. Se estaba financiando a 300 investigadores por año, que ya no se financian más. Los mecanismos para que quienes toman decisiones en salud a cualquier nivel, el acceso a la información, el hecho de que los investigadores encuentren quien les financie la investigación en el territorio en el que están trabajando, dejan de existir. Sabemos que en nuestro país hay una gran desigualdad, y en ese sentido el ministerio, a través de la DIS, cumplía un rol muy importante en relación con las provincias. Todo esto se desarticula. En la materialidad de la vida cotidiana de la gente es difícil explicarlo porque es algo que está en una segunda línea, pero está claro que si hay menos investigación en salud pública va a haber menos conocimientos, y seguramente va a haber decisiones que se podrían tomar de un modo tal que impactaran mejor en la salud de la población.

¿Es la primera vez que un cambio de gestión repercute tan fuertemente sobre esta área?

Aun con el macrismo la DIS continuó teniendo el mismo equipo técnico y en todo caso fue creciendo, incorporando perfiles, sosteniendo y fortaleciendo las políticas que venía desarrollando. El área no fue virando a través de los cambios de gestión, tuvo continuidad. Con distintas visiones en algunas cosas, en algún momento con un enfoque biomédico con el que podemos tener diferencias, pero se trata en todo caso de diferencias técnicas. En octubre de 2022 hicimos una actividad en el CCK por los 20 años de la DIS e invitamos a todos los que habían sido directores a lo largo de la historia, porque en realidad se celebraban los 20 años de una política.

“Antes de irme, dejé publicado en la Revista Argentina de Salud Pública el punto al que había llegado la Dirección de Investigación en Salud —dice García Godoy—. Me parecía un lugar de referencia porque estaba claro que iban a venir tiempos difíciles”. El informe detallado de los logros que la exdirectora expone en esta nota puede leerse aquí

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