El pintor, dibujante, escultor y animador cultural Rubén Borré es un viejo conocido de nuestra Universidad: entre 2006 y 2015 fue Asesor de Artes Visuales de la UNLa, y como tal convocó y curó cientos de muestras de artistas en los edificios del campus de Remedios de Escalada. La consigna de este trabajo realizado junto con Cristina Enghel, entonces nuestra directora de Relaciones Institucionales y Culturales, era externalizar el arte de “las galerías del centro” y traerlas al Conurbano sur, al alcance de la comunidad universitaria y la comunidad de Lanús en general. El resultado fue una casa de altos estudios que además de acoger saberes académicos se convirtió en una gran galería de arte fuera de los circuitos comerciales y culturales acostumbrados, con entrada libre y gratuita para quien quisiera acercarse.
El verano pasado Borré volvió a la Universidad por un proyecto concreto, presentado hace un tiempo y luego reinserto en el plan de acciones de 2020 que, por razones que todos conocemos, se ha visto interrumpido hasta ahora: la creación y producción de una escultura que homenajea a las Abuelas de Plaza de Mayo.
“La escultura tiene tres metros de alto -explica Borré-, y está construida con dos planchas de chapa iguales que se arman de modo enfrentado, entre las cuales queda un espacio de transparencias e iluminación desde el plano inferior. En la parte superior, una especie de tríptico contiene tres figuras muy relacionadas con la abuelidad y la búsqueda de los nietos: una mujer embarazada, el dibujo infantil de una casita, y un pájaro con una flor en el pico claramente asociable a la paloma de la paz”.
La escultura lleva también un pequeño texto -una dedicatoria, tal vez el mensaje de un niño, de una niña-: “Querida Abuela”. Conjugado con la imagen y la corporeidad de la obra, lo textual expande el sentido y compromete al interlocutor en el hondo significado emocional que implica, para el pueblo argentino, el solo nombre de las Abuelas de Plaza de Mayo.
“Hice también un homenaje a las Madres de Plaza de Mayo en Tarragona -dice Borré refiriéndose a la escultura emplazada en esa ciudad española hace pocos años-, en otro estilo. Esa vez yo trabajé el boceto en un lugar y el diseño se pasó a tamaño con pantógrafo, utilizando láser. Vamos viendo en la producción qué es posible y qué no de lo que uno plantea en el proyecto, y si es preciso se va modificando -explica mientras trabaja codo a codo con la gente de Patrimonio de la UNLa, iluminando su condición de artista con el noble oficio de artesano-.
El año pasado estuviste nuevamente en España.
Sí, en Vigo, con Xavier Magalhaes (otro conocido de la casa, autor de la escultura emplazada en Plaza Malvinas y de la obra pictórica colgada frente al Aula Magna). Xavier está trabajando muy bien en esa ciudad, hizo una pieza de cinco metros de altura en el centro de Vigo. Me invitaron a exponer el día 21 de junio en un centro cultural de la Editorial Elvira, frente al Museo de Arte Moderno. Ahí, en el café literario “Detrás do Marco”, se proyectó un documental de 20 minutos de una chica, Marina Zeising. Pasamos el video, hicimos una charla, e incluso vendí algo de mi obra. Fue gracioso porque el dueño del centro cultural, el día que llegué me dijo “te vas a sentir cómodo porque es una librería, una galería al estilo de Buenos Aires”. El tipo es un apasionado por Buenos Aires y por las librerías del centro.
El arte de lo social
El video al que se refiere Borré, proyectado en junio pasado en Vigo, se llama “Rubén Borré, el arte de lo social”. Es el primero de un proyecto que prevé realizar otros films destacando las figuras de otros artistas de reconocida participación política y cultural en la Buenos Aires de los años 70. Este primer video recoge algunos aspectos de la vida del artista en su compromiso con la gente de La Boca, a través de los 14 años en que dirigió el Centro Comunitario Nª1 del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El Centro, ubicado en Pedro de Mendoza y California, contaba con un auspicio de Naciones Unidas para temas culturales; pero a los pocos meses de asumir como Jefe de Gobierno de la Ciudad, Macri lo cerró. “La propuesta inicial tuvo bastante repercusión -comentó Borré sobre el video que refleja aquellos años, en una entrevista realizada en España- tanto que llegó a formar parte del BAFICI, por lo que me siento como una estrella de cine”.
Decías contento que vendiste obra en la muestra en Vigo. El panorama artístico de nuestro país es difícil en este momento, ¿no?
Sí, completamente, no se vende nada. De todos modos el ambiente es complicado. Un tipo como Pérez Celis era odiado por todos, por ejemplo, porque vendía mucho, y sin embargo mi experiencia con él fue de alguien muy generoso. Acá era muy criticado “porque era comerciante”. Lo que pasa es que si alguien vende, enseguida es tildado de comerciante. Estuve el otro día en el programa de Marcelo Duhalde y hablamos justamente del ambiente, y yo dije “miren, creo que hay que dejarse de joder y defendernos entre nosotros, vos vas afuera y los artistas se defienden entre ellos, acá es tan difícil lo que nos pasa con la guita y estamos todo el tiempo ‘ah no, este es un boludo, este otro es un comerciante…”. Es muy terrible.
¿Y acá, qué estuviste haciendo?
Estuve trabajando con Ferraresi, el intendente de Avellaneda. Labura bien, y en cultura hizo mucho. Colaboré mucho en el Centro Municipal de Arte, donde se hizo por ejemplo una muestra de Fioravanti. Las muestras traen todas las semanas una escuela -la de Cine, la de Cerámica, la de Bellas Artes- y el artista les da una charla a los estudiantes. Un movimiento espectacular.
¿Te dieron un premio hace poco?
Sí, el Premio Jauretche. Se da a todas las disciplinas y se hace todos los años en el SADOP. Me sorprendió, me habían dicho que había sido propuesto pero no me lo imaginaba. El presentador fue Ernesto Jauretche, que pienso que habrá tenido que ver con la decisión… Estuvo muy bien, fue muy lindo.
¿En qué estás trabajando en este momento?
En este momento, una de las actividades más importantes de mi vida es estar en el Delta. Me hice una casita frente al río Caraguatá, y me voy ahí unos días y me concentro en pintar.
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