La revista Salud Colectiva –editada por el ISCO (Instituto de Salud Colectiva) de la Universidad Nacional de Lanús- fue calificada primera, entre las revistas argentinas, en el ranking científico internacional de la Red Iberoamericana de Innovación y Conocimiento Científico (REDIB). Este indicador es patrocinado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España -un organismo de similares características al CONICET argentino- y por la Fundación Universia.Viviana Martinovich, editora ejecutiva de la revista, nos habla sobre este tema.

¿Qué publica la revista Salud Colectiva?

La revista es un actor más dentro del sistema de investigación de Ciencia y Tecnología, es un canal de distribución y difusión de la ciencia que se produce, no solo en la Argentina, sino en distintos países de Iberoamérica. Desde sus comienzos, tuvo una impronta regional con trabajos de Brasil, México, Chile, Colombia, Ecuador y Perú que se fue ampliando a EEUU, España, Portugal y Rusia entre otros. Eso nos permitió ingresar a los sistemas de evaluación de la producción científica de otros países y que la revista fuera categorizada dentro de sus sistemas de investigación. Todo esto es posible porque más del ochenta por ciento del contenido que publica la revista son trabajos de investigación, que pueden ser tanto estudios basados en datos empíricos, fuentes o datos secundarios, como ensayos teóricos. Por ejemplo ahora publicamos y distribuimos los trabajos aprobados por los procesos de revisión externa de una de las convocatorias que se hizo el año pasado sobre “Consumos de sustancias psicoactivas: del castigo al cuidado”. En este momento tenemos también otras convocatorias abiertas como, por ejemplo, “Salud Mental y Derechos Humanos” y “Trabajo en salud y producción de cuidado”. En paralelo, siempre está abierta la ventana de presentación sobre “temas libres” donde los autores presentan los trabajos de investigación que no se enmarquen en una convocatoria específica, sino en sus temáticas particulares. 

¿Desde cuándo y cuántas veces en el año se edita?

La revista surgió por iniciativa del antropólogo de origen argentino Eduardo Menéndez, referente de la antropología médica latinoamericana, radicado en México. En el 2004, en uno de sus viajes al país, le propuso a Hugo Spinelli, el editor responsable, crear una revista que se inscribiera dentro del campo de la salud desde una perspectiva social. En abril de 2005 salió el primer número de Salud Colectiva.

Durante los primeros años publicábamos tres veces al año, luego pasamos a publicar cuatro y, a partir de 2019, pasamos al sistema de publicación continua, esto significa que los artículos se van publicando a medida que se van aprobando y se ordenan según la fecha de publicación, ya no publicamos números. Al principio esto generó bastante ruido en las cabezas más tradicionales, pero paulatinamente a todos les gustó el sistema. La publicación continua está muy instalada en las revistas científicas, porque las y los autores necesitan que sus trabajos se publiquen y circulen, porque esa publicación sirve para obtener un subsidio, para doctorarse, por eso digo que la revista se inserta dentro de un sistema de investigación porque esa publicación tiene una función dentro de las prácticas de la investigación. A veces de un artículo depende un título, depende un subsidio, depende que un investigador o una investigadora suba de categoría, dependen muchas cosas. Las revistas científicas deberían ser conscientes de eso para optimizar los tiempos y los procesos de trabajo y, al mismo tiempo, construir una legitimidad dentro del campo con todo lo que eso significa, y con todo el esfuerzo que eso significa, sin bajar ninguna bandera respecto de las convicciones y las políticas editoriales consensuadas colectivamente.

¿Qué implica para la revista ocupar el puesto número uno de este ranking iberoamericano?

Se trata del ranking REDIB, que es de innovación y conocimiento científico, patrocinado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España y la Fundación Universia. Es una base de datos que cuenta con más de tres mil cuatrocientas revistas, pero para el ranking solo se utilizaron mil de toda Iberoamérica. De esas mil Salud Colectiva ocupa el puesto ochenta. Cuando recortamos por país está en el primer puesto entre las sesenta y nueve revistas argentinas incluidas.

Esto tiene un valor importante porque simbólicamente implica un reconocimiento al trabajo que venimos realizando desde hace tiempo con el apoyo de la UNLa, pero hay que ponerlo en términos relativos de lo que implica eso respecto a otras bases de datos. 

Hace unas semanas difundimos que la revista ocupa el cuarto lugar de Argentina en el ranking elaborado por Scimago Journal Rank sobre los datos de la base de datos Scopus. Sin embargo, no defendemos ni reivindicamos lo que significan los rankings porque están construidos sobre la base de indicadores que en algunos casos concordamos con algunos aspectos y en otros casos no. Ahora es cierto que tienen un valor simbólico muy importante, pero eso no quiere decir que nosotros seamos defensores de los posicionamientos en los rankings. Hay que analizar qué es lo que mide específicamente el indicador y sobre qué muestra de revistas para ver lo que significa, es decir, un indicador no significa ni más ni menos que lo que mide ese indicador. Por ejemplo, si nosotros tenemos un cuarto puesto dentro del Scimago Journal Rank, que es un indicador de citación, lo que quiere decir es que la relación entre lo que publicamos y lo que fue citado por otras revistas incluidas en esa base, en un período determinado, dio ese resultado. 

En general, son resultados que se intentan adjetivar, pero la realidad es que tener un puesto en un ranking determinado no implica que se haga mejor o peor ciencia, o que sea más visto, o que tenga más o menos relevancia para la ciencia. Esa no es la lectura que habría que hacer, no es eso lo que está midiendo el ranking ni el indicador. Entonces me parece que hay que ser super cuidadosos en la lectura de qué significa que estemos en un primer puesto de setenta revistas argentinas. De todos modos, no deja de ser relevante, porque esto implica que el material que publicamos está dialogando con otros entornos.

¿Cuáles son algunos criterios que usan para publicar artículos?

La propia noción de salud colectiva abarca un amplio espectro de disciplinas y áreas de conocimiento como antropología, historia, geografía, epidemiología, psiquiatría, psicología, estadística, sociología, medicina y farmacología entre tantas otras, con lo cual hay una diversidad de propuestas de investigación bastante interesante. En términos generales, los trabajos deben ser inéditos, que no estén publicados, que sean originales, es decir, que estén escritos por quienes se declaran como autores, lo que implica que no incurran en plagio. Aunque parezca chiste son cuestiones a ser revisadas cuando se presenta un trabajo. Se privilegia que los trabajos no estén “autocentrados” en la problemática que plantean, sino que tengan la capacidad de dialogar con las discusiones actuales sobre el tema. Por supuesto que cada artículo atraviesa procesos de revisión por pares, es decir que hay otras y otros investigadores que evalúan la pertinencia del trabajo, si hay aspectos conceptuales o metodológicos que se podrían mejorar, etc. Muchas veces se les pide a los autores que modifiquen algunas partes de sus trabajos, que amplíen o corrijan ciertos aspectos antes de que se publique. No es un proceso exclusivo de las revistas científicas, sino que cualquier instancia dentro del campo científico atraviesa procesos de revisión y de evaluación por pares, ya sea una tesis, un jurado de tesis, un jurado de categorías. Se trata de una práctica general. De la misma manera, los criterios de publicación no son particulares de la revista, sino que son estándares que la comunidad científica fue creando durante siglos y que forman parte de las prácticas generales del campo. No hacemos nada que no haga otra revista científica que forme parte de los sistemas de investigación a nivel mundial. Realizamos las mismas prácticas que el resto de las revistas, es decir, una evaluación interna por parte de los editores asociados, que en la revista actualmente superan las veinte personas; una evaluación externa bastante estricta a cargo del cuerpo de revisores, que hoy superan los cuatrocientos integrantes; procesos de edición muy cuidadosos del contenido; servicios de traducción para aquellos que deseen una publicación bilingüe; y una amplia distribución tanto a través de bibliotecas electrónicas especializadas y servicios de indización, como a través de las redes sociales.

Esto es posible gracias al apoyo sostenido de la UNLa y de la rectora Ana Jaramillo y al esfuerzo conjunto de una gran cantidad de personas: editores asociados, editores invitados, revisores externos, consejo editorial, el equipo de traducción, de edición, de marcación y del área de informática, el personal de los servicios de indización. Todas estas personas trabajando en conjunto son las que permiten que las y los lectores puedan acceder al contenido. Para que todo este engranaje funcione se requiere de un gran trabajo que muchas veces es agradecido por las y los autores y eso es muy gratificante.

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