El ferrocarril: esa telaraña que atrapa a la Argentina

Adquirir los ferrocarriles equivale a adquirir soberanía”

Se cumple 122 años del nacimiento de uno de los principales exponentes del Pensamiento Nacional.

Raúl Ángel Toribio Scalabrini Ortiz nació el 14 de febrero de 1898 a orillas del río Paraná, en la provincia de Corrientes, conocido por todos como Raúl Scalabrini Ortiz. De niño recibió el apodo de Marangatú, mote guaranítico que significa “virtuoso y leal”. Estudió ingeniería en la UBA y a los 16 años ya había escrito sus primeros versos y una comedia. En sus años de juventud se produce la Revolución Rusa y conoce las ideas de Marx, Engels, Lenin, entre otros. Por eso en el año 1919 funda junto con otros compañeros un movimiento juvenil de izquierda llamado “Insurrexit”.

Corría la década del 30 y José Félix Uriburu derrocaba a Hipólito Yrigoyen -primer movimiento nacional y popular argentino-. Con Uriburu vuelve a gobernar la oligarquía, se genera un régimen de represión, se firma el Pacto Roca-Runciman a través del cual vuelve la dependencia de la corona británica que establece que los frigoríficos sean controlados tanto por los ingleses como por los yanquis fiscalizando de este modo el 85% de las exportaciones de carne; Argentina solo se ocupa del 15%. Además, instituye la libre importación de carbón y otros recursos ingleses a nuestro país. Tal es la relación de dependencia con el Imperio Británico que Julio A. Roca, en aquel momento Vicepresidente del segundo gobierno de facto de Agustín Pedro Justo, sostiene que “somos parte integrante de Gran Bretaña”.

Estas medidas generaron crisis, miseria, desocupación, hambre, enfermedades sociales reflejadas en varios de los tangos escritos en aquella época. La pobreza era tal que había que secar la yerba al sol para que fuera reutilizada o había que “buscar el mango que te haga morfar” (Yira Yira de Enrique Santos Discépolo). La falta de vivienda hacía que el hombre “ande sin cueva” (¿Qué sapa señor? de Enrique Santos Discépolo). El hambre hacía bajar de peso a las personas (Al mundo le falta un tornillo, de Enrique Cadícamo).

Este es el contexto en el que Scalabrini Ortiz escribe en 1931 su primer libro: El hombre que está solo y espera. Su principal biógrafo, Norberto Galasso, sostiene que es un libro que se incorpora a la cultura nacional rechazando lo foráneo, fusionando el criollismo con el socialismo y estableciendo un nacionalismo anticolonial que se aleja del progresismo a la europea (2008, p. 107).

Dice Scalabrini Ortiz: Hay que cultivar el nacionalismo no de superficie y de vistosas apariencias, un nacionalismo no de feria sino un argentinismo de profundidades, de realidades esenciales” (Scalabrini Ortiz en Galasso, 208, p. 108). Se trata de un libro que cuestiona el gobierno de facto de Uriburu y sus consecuencias. Sigue diciendo: Uno de los propósitos que me incitó a escribir ‘El hombre que está solo y espera’ fue el de contrariar las ideas antidemocráticas y reaccionarias que el general Uriburu proyectaba”.  

Frente al régimen dictatorial de Uriburu y Justo, en el año 1933 se produce una insurrección en la que intervienen el propio Scalabrini Ortiz junto con Arturo Jauretche y Luis Dellepiane, entre otros. Los tres son apresados. A Scalabrini Ortiz le ofrecen el exilio o Ushuaia y elige la primera opción: parte a Roma junto con su esposa. El viaje a Europa nutrirá sus reflexiones teóricas. Al regresar a la Argentina trabajará como agrimensor realizando mensuras en el interior del país; estos viajes también alimentarán su pensamiento.

El 29 de junio de 1935 nace FORJA, Fuerza Orientadora Radical de la Joven Argentina, formada por un grupo de radicales yrigoyenistas: Arturo Jauretche, Homero Manzi, Manuel Ortiz Pereyra, Juan B. Fleitas y Félix Ramírez García. El nombre del grupo fue inspirado en una frase de Hipólito Yrigoyen: Todo taller de Forja es un mundo que se derrumba”. Scalabrini Ortiz no estaba afiliado a FORJA. Sin embargo, en la práctica fue parte del grupo. Participó en la sede dando discursos y escribió en algunos de los trece cuadernos publicados por el grupo.

En 1940 publica Política Británica en el Río de la Plata, libro en el que desarrolla el esqueleto de la dominación inglesa como el análisis del Banco Central Mixto, el Instituto Movilizador, la Coordinación de Transportes, las Juntas Reguladoras y el Convenio Roca poniendo al descubierto la entrega del patrimonio nacional (Galasso, 2008, p. 188). Además, trabaja la colonización pedagógica: Todo lo que nos rodea es falso e irreal, falsa la historia que nos enseñaron, falsas las creencias económicas que nos imbuyeron, falsas las perspectivas mundiales que nos presentan, falsas las disyuntivas que nos ofrecen, irreales las libertades que los textos aseguran”. (Scalabrini Ortiz, 1957, p 11)

Ese mismo año edita Historia de los ferrocarriles argentinos. El ferrocarril es el tema más importante que desarrolla el intelectual. Lo trabaja durante toda su vida, investiga antes y después de la publicación de este libro en particular. Su trabajo de campo lo realiza juntando fuentes de antiguos empleados del ferrocarril y analizando memorias y estadísticas ferroviarias que saca de los archivos de las compañías. 

El pensador nacional realiza un análisis profundo del sistema ferroviario, ese “sistema arterial y venoso” o “cuerpo económico” al decir de Scalabrini Ortiz, dominado y establecido por el Imperio Británico. “Inglaterra (…) ha cerrado todas sus válvulas de acceso al puerto de Buenos Aires (…) logrando la posesión de una línea ferroviaria que cruza las zonas más fértiles de la República y cuyo tráfico promete suculentas ganancias”. (Scalabrini Ortiz, 2006, págs. 84, 85 y 404)   

En esta obra Scalabrini denuncia el pasaje de nuestro país de colonia a semicolonia: “El sistema de apropiación de la riqueza de una nación por otra cambia con el correr de los años. En los siglos anteriores los conquistadores se apoderaban a mano armada de los bienes. En el siglo pasado y actualmente, los conquistadores se llaman ‘financistas” (Scalabrini Ortiz, 2006, p. 126).  De este modo, Inglaterra se quedó con gran parte de la riqueza, las tierras y los ferrocarriles.

El escritor edita otros libros de importancia ya que continúa denunciando el Imperialismo que empobrece nuestras tierras. Otro de los temas relevantes que desarrolla es el de América Latina: habla de la identidad multígena que caracteriza a gran parte de nuestro continente.

Scalabrini Ortiz durante toda su vida también escribió en diarios, semanarios, revistas tales como “Noticias Gráficas”, “Señales”, “Reconquista”, “¿Qué?”, entre otros.

Ya en 1934 en “Señales” escribe sobre los ferrocarriles instituidos con capitales británicos en nuestro país: Los ferrocarriles constituyen la llave fundamental de una nación (…). Es imposible concebir una unidad orgánica cuyas vías de comunicación pertenezcan al extranjero, así como es imposible concebir un ser cuyos movimientos arteriales sean regulados por una voluntad ajena. Esto es, sin embargo, lo que ocurre en Argentina y por eso la Argentina es una nación ficticia, una nación nominal (…). Gozamos apariencia de nación hasta donde esa apariencia no perjudica los intereses de Inglaterra. Un Estado todopoderoso y absorbente nos une desde 1853. Pero ese Estado, que nos concede solidez nacional, no está al servicio del bienestar y de la riqueza argentina. Ese Estado es un instrumento manejado y sostenido desde las sombras por los agentes locales ingleses. Tenemos un escudo, una bandera y hasta una Constitución, pero nuestra voluntad política, nuestra conducta financiera, nuestra organización social, nuestra ruta económica y hasta la interpretación de nuestra historia nos es dictada solapadamente desde Londres”. (Scalabrini Ortiz en Galasso, 2008, p. 198)   

Después de la crisis, la corrupción y la miseria de la Década Infame llegó Juan Domingo Perón –segundo movimiento nacional y popular de nuestro país- y con él se implementaron medidas económicas, políticas y sociales tales como las nacionalizaciones, los derechos laborales, el desarrollo de la industria tanto liviana como pesada, la construcción de viviendas, escuelas y hospitales y la gratuidad universitaria.

De ese estado en soledad en el que se encontraba el hombre –y la mujer-, de ese individualismo, de ese lazo social fragmentado, características propias de la Década Infame, “se llega a la comunidad” al decir de Francisco Pestanha[1]. Es decir, se llega a la solidaridad, a recuperar el lazo social resquebrajado por las medidas implementadas por los dictadores Uriburu y Justo. Scalabrini Ortiz va a decir en relación con las manifestaciones del 17 de octubre a favor de Perón, que esa movilización era el subsuelo de la patria sublevada.      

Las sistemáticas denuncias de Scalabrini Ortiz en contra del imperialismo británico serán el puntapié para que el presidente Juan Domingo Perón nacionalice los ferrocarriles. Entre el pensador y el presidente habrá una relación estrecha que lo llevará a Perón a decir que Scalabrini Ortiz era uno de los más grandes pensadores de la época.  

La descolonización cultural

En este contexto de soberanía política, independencia económica y justicia social también se emprende un camino de descolonización cultural. Recordemos que la colonización cultural opera a través de distintos mecanismos, entre ellos la toponimia, es decir, la forma en que se denominan los lugares. Un ejemplo de colonización cultural a través de la toponimia es el de la calle más larga de nuestra ciudad con el nombre de Rivadavia (el primer Presidente de nuestro país y el primero en contraer deuda externa). Otro ejemplo son los nombres de las líneas ferroviarias Mitre, Roca y Sarmiento (también presidentes que favorecieron a la colonización capitalista inglesa y a la colonización cultural francesa).

En la década del 40 Raúl Scalabrini Ortiz es homenajeado en vida por la Organización Revolucionaria de Estudiantes Secundarios de La Plata creando una biblioteca con su nombre. Al final de la misma década, se presenta un proyecto en la Cámara de Diputados de la Nación en el que se declara que el nombre de la estación Longchamps, ubicada en el Conurbano bonaerense y que se llamaba así en homenaje a un hipódromo francés, sea modificado por el de “Raúl Scalabrini Ortiz”.

En el año 1959 el escritor, investigador, pensador Scalabrini Ortiz muere de cáncer.

Durante el tercer gobierno del presidente Juan Domingo Perón, por decreto del 31 de mayo de 1974, se modificó el nombre de la Avenida Canning, que conmemoraba a un ministro inglés que tramó la conquista económica de estas tierras para el Imperio, por el de “Scalabrini Ortiz” en homenaje al patriota que denunció el poderío británico en el Río de La Plata. La avenida cambió de nombre varias veces según el gobierno de turno. Con los gobiernos nacionales y populares volvía a llamarse con el nombre del pensador nacional, y con los golpes de Estado, era denominada con el nombre del ministro inglés.

Muchísimos años después, en el año 2001, la Universidad Nacional de Lanús por Resolución del Consejo Superior Nº41/2001 establece nominar al Edificio de la Nave Principal del predio de la universidad con el nombre de Raúl Scalabrini Ortiz. Dato no menor es que todo el predio donde se erige la Universidad pertenecía a los ferrocarriles argentinos, aquellos que habían sido nacionalizados, acción por la que luchó Scalabrini Ortiz y que Perón llevó a cabo.  

Referencias bibliográficas


[1] Francisco Pestanha se refiere al primer libro que escribe Scalabrini Ortiz: El hombre que está solo y espera y dice que de ese hombre en soledad de la Década Infame hay un pasaje a la comunidad con el movimiento nacional y popular peronista. En: Formarnos en tiempos de pandemia. Pensamiento nacional y pospandemia. Disponible en:   https://www.youtube.com/watch?v=3ojlflatn4k.

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