Este año, los talleres del Programa de Verano tuvieron un lugar para William Shakespeare: el cierre del taller de teatro fue a sala llena, con infinidad de chicos, madres, padres y referentes que disfrutaron de una función especialísima de “Romeo y Julieta”. La versión libre incluyó música electrónica, un Romeo vitoreado por el público, y decenas de nenas con polleras largas hasta los pies que se lucieron en el baile del palacio.

Esta es apenas una de las muestras de las múltiples actividades que la Universidad les ofrece a los chicos de comedores escolares y comunitarios de la zona durante todos los meses de enero. Deportes, actividades culturales y talleres de oficios componen un menú divertido y al mismo tiempo educativo, que este año disfrutaron a fondo nenas y nenes de Lanús, Esteban Echeverría, Lomas de Zamora y Almirante Brown entre el martes 4 de enero y el viernes 29 del mismo mes.

Entre las 13.30 y las 17.30, de lunes a viernes, alrededor de 500 chicos de 5 a 12 años disfrutaron de las más de 30 hectáreas del campus de la UNLa. Un gran equipo liderado por el Director de Deportes de la UNLa Juan Loiseau y Julián Loiseau fue el encargado de atender y cuidar a los asistentes, de invitarlos a jugar y a aprender, y de coordinar el refuerzo de almuerzo y la merienda que reciben todos los días. Además del equipo coordinador y los talleristas, participaron en las distintas actividades estudiantes, becarios, docentes y no docentes que se sumaron alegremente a esta propuesta única, creada por la Universidad Nacional de Lanús en el año 2000 y llevada a buen puerto en forma ininterrumpida desde entonces.

Al igual que en las quince temporadas precedentes, el objetivo fundamental del Programa de Verano es posibilitar el acceso de chicos de hogares de escasos recursos a actividades culturales, deportivas y recreativas gratuitas en el marco de la difusión de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Mientras disfrutan al aire libre, los chicos tienen la oportunidad de conocer sus derechos y de acercarse a la universidad pública, una institución de toda la comunidad. De hecho, varios de los chicos de ediciones precedentes ya han ingresado a la UNLa, una posibilidad que quizás desconocían antes de concurrir al Programa y que desde entonces queda inscripta en ellos como un camino hacia un mañana mejor abierto a todos, sin excepción.

 

 

“Es notable el cambio de esos chicos a quienes vemos en sucesivos veranos, y con quienes hemos logrado ir consolidando un vínculo a través del tiempo –dicen los organizadores del Programa de Verano-. Saben que acá hay gente que los conoce, que los quiere, que los va a acompañar. Aspiramos también a que más tarde esos chicos se integren como monitores y auxiliares del Programa de Verano y del Programa Permanente. Y los vamos a ‘martirizar’ hasta que alguno decida ingresar a la Universidad; pero si no lo hacen, igualmente entendemos que hemos podido ofrecerles una experiencia cristalizadora de otro destino, ampliando sus márgenes de libertad”.

 

 

Jugar y aprender

Además de la actividad teatral, los talleres de este año incluyeron ajedrez, juegos, informática, artesanías, danza, artes plásticas y percusión, en grupos conformados de acuerdo con las edades y los intereses de cada chico. A su vez, los profesores de educación física los iniciaron en prácticas deportivas, con nociones sobre fútbol, básquet, softball, handbol y vóley. “Los elegimos porque, por lo general, varios de ellos son deportes a los que estos chicos no tienen acceso. Queremos que conozcan cosas que tienen limitadas por su situación económica y social” explicó Julián Loiseau, uno de los coordinadores del programa.

Un espacio de suma importancia fue el taller de armado y desarmado de PC’s, junto a los de tallado manual y artesanal de madera. A través del juego, los chicos se introdujeron en distintos oficios que luego podrán seguir desarrollando. Este año, además, se armaron videosjuegos de ajedrez y Tetris para las distintas instituciones barriales. Mientras tanto, los más grandes tienen a su disposición talleres de fotografía, de mecánica general y de utilización de máquinas industriales de carpintería que también constituyen una entrada al mundo de los oficios.

No solo los niños tuvieron una variedad de actividades a su disposición: también los referentes institucionales de los chicos asistentes hicieron talleres de arte, de bijouterie y de manualidades. La gran sorpresa de esta edición del Programa fue la formación en la realización de kermesses, que culminó en una colorida kermesse hecha por los referentes y montada para los niños en el hall central del edificio José Hernández.

A todo ello se sumaron actividades extra realizadas en jornadas puntuales: funciones de cine y también “Vida en la naturaleza”, un taller donde se enseñan actividades previas a campamentos con el foco puesto sobre la concientización sobre el buen uso, el cuidado y la preservación de los recursos que brinda la Madre Tierra.

Como todos los años, la salud fue otro de los campos a cubrir, con un equipo de enfermeras que se encargó de realizarles controles a los chicos que fueron y vinieron desde las instituciones barriales en micros contratados por la Universidad con profesores de educación física que se ocuparon de ellos durante los traslados.

 

 

Desde el inicio del Programa, apenas tres años después de fundada la Universidad Nacional de Lanús, alrededor de 24.000 nenas y nenes disfrutaron de la UNLa en vacaciones.

Cierre a toda cumbia

El 29 de enero el Aula Magna Bicentenario se colmó de chicos que asistieron a una fiesta que duró toda la tarde. Lejos de los contenidos académicos habituales en este ámbito, ese día subieron a escena magos, payasos, y el grupo de cumbia “La Chinbanda”, a cuyo ritmo bailaron desde los Reyes Magos hasta la Rectora de la Universidad. También se entregaron los premios a los participantes del Torneo de Ajedrez y por último los Reyes Magos les dieron, a todos y cada uno de los 500 chicos que asistieron este año al Programa, regalos donados por la Asociación de Trabajadores de la UNLa (ATUNLa) y el gremio docente de la Universidad (ADUNLa), con el aporte de trabajadores de la UNLa y de particulares que quisieron sumarse a la fiesta. “Este programa se fundamenta en el compromiso de la Universidad de Lanús de generar estrategias de vinculación con la comunidad, a fin de favorecer la inclusión social de sectores desfavorecidos, no solamente en términos económicos sino sociales y simbólicos que operan en la naturalización de ciertas representaciones. Esto implica concebir la pobreza como un fenómeno múltiple y complejo imposible de abordar exclusivamente en términos de recursos materiales”, dicen los coordinadores del Programa de Verano, que llevó adelante, como todos los años, la Dirección de Deportes y Recreación de la UNLa dependiente de la Secretaría de Cooperación y Servicio Público de la Universidad.

 

 

 

Artículos Relacionados

Hacer Comentario