Bajo la premisa de romper con el monopolio informativo impuesto por las agencias de noticias internacionales, el 14 de abril de 1945 se creó en Argentina la agencia Telenoticiosa Americana, más conocida como Télam. Su primer director fue Jerónimo Jutronich, quien en seis meses logró conformar un equipo de periodistas y, de esta manera, puso en marcha a la flamante entidad. Sin embargo, no fue hasta 1948 cuando la Agencia obtuvo su carácter federal gracias al armado de una red de corresponsales en el interior del país.
Hoy, a 76 años de ese hito, Télam se erige como la agencia más grande de la región, con presencia en distintas plataformas y con casi tres mil abonados en el territorio y en el exterior. Bernarda Llorente es actualmente su presidenta y la primera mujer en la historia de la empresa en ocupar ese rol.
¿Cuál es el papel de las agencias?
Tradicionalmente eran un nexo entre las noticias y los medios, como una fuente de insumos que abastecía a todos los medios, desde los más grandes hasta los más pequeños. Hoy es distinto porque estamos en un mundo donde han cambiado los paradigmas comunicacionales y el desafío pasa por tener un diálogo directo con la sociedad. Entonces, por un lado Télam sigue siendo una agencia de noticias y, por otro, amplía la producción de contenidos, las plataformas y las agendas para alcanzar a todos los segmentos de la sociedad.
¿Cómo se compite en ese contexto?
Existe un mapa de medios muy concentrado, porque hubo un importante achicamiento tanto de recursos como de inversiones. A eso hay que sumarle que el periodismo ha atravesado todas las crisis: el surgimiento de las nuevas plataformas, las redes sociales, la disminución de los recursos, el achicamiento de medios, etc. Siempre se ha buscado sobrevivir y adaptarse. Entonces, Télam es un insumo fundamental. En principio porque tenemos una amplia cobertura temática y territorial que no tiene ningún otro medio; y segundo porque implementamos una lógica digital, es decir, hoy una noticia no puede quedar en un cable y por eso producimos más contenidos multimedia, fotos, videos, audios, etc. Y eso es bastante caro para cualquier medio. Por lo tanto, cuanto más se difunde la idea de que una agencia de noticias no es necesaria, más es requerida su presencia.
¿Qué rol cumple Télam frente a la pandemia y las noticias falsas?
Antes de que llegara la pandemia en sus peores expresiones a la Argentina, la Organización Mundial de la Salud ya hablaba de infodemia, es decir, una pandemia informativa por la cantidad de noticias que circulaban a una velocidad muy rápida. Todo el tiempo estamos invadidos por las noticias falsas que son muy atractivas y más propensas a ser dispersadas. Entonces, en medio de tanta desinformación, Télam es una vara de confiabilidad, de noticias chequeadas con varias fuentes, y de veracidad. Lo que logramos nuevamente instalar es la premisa de que si Télam lo publicó, es cierto.
Es una lucha constante…
Sí, constante y asimétrica, porque no todos tenemos los mismos recursos ni las mismas posibilidades. La conectividad te permite acceder a ciertas herramientas y a una democratización del conocimiento, que va de la mano del nivel de desarrollo de los países. Hay mucha gente que no se entera de las cosas, ni tiene al alcance de la mano un celular o un televisor. Por ejemplo, en el caso de la niña M. ni siquiera su secuestrador sabía que lo estaban buscando, cuando el hecho fue casi una cadena nacional.
Por otro lado, la gente usa la tecnología y pierde la capacidad de cuestionarla. Hace unos años se decía “lo vi en la tele”, “lo escuché en la radio” o “lo leí en el diario” y eso hoy pasa con las redes sociales. Por suerte, empieza a haber conciencia de que se fueron un poco al pasto y comienzan a ser interpeladas por los propios frankensteins que las crearon. El paraíso de las redes, donde todos teníamos prácticamente la misma voz, se fue volviendo un mito.
Tu llegada a la presidencia trajo también la implementación de una serie de políticas de género en la agencia. ¿Es un hecho vanguardista?
Télam va a la vanguardia de los fenómenos que hoy se están dando y en sintonía con una perspectiva de género del Gobierno Nacional. Vivimos en una época donde ya no se puede seguir dejando a las mujeres en un papel subalterno o relegado. Son momentos históricos donde muchas veces aparecen estas oportunidades de transformación y es nuestra responsabilidad que no quede en un simple maquillaje. Soy la primera presidenta de la agencia y tenemos un directorio compuesto por mujeres. Intentamos que nuestra visión represente una forma distinta de conducción e incorporamos nuevas agendas vinculadas al género y a muchos sectores que fueron postergados en los medios de comunicación tradicionales. Buscamos cambiar una mentalidad y una forma de trabajo, insistimos en un lenguaje que rompa con ciertos estereotipos, que no sea sexista y que incorpore temáticas de diversidad, discapacidad. Creamos una relatoría de género y protocolos contra la violencia laboral, los abusos y la discriminación.
¿Cuál es el balance desde tu llegada a Télam? ¿Y cuáles son los desafíos de cara al futuro?
La agencia estaba destruida profesionalmente. Los periodistas habían sido muy golpeados, bastardeados, y se había roto el tejido laboral dentro de la empresa. Creo que logramos reconstruir bastante el orgullo de pertenecer a Télam y reparamos una serie de derechos que habían sido dañados. Eso fue importante porque la dignidad laboral se compone también de esas cosas. Y el gran desafío es cómo conformar una agencia del siglo XXI a partir de la innovación, la inclusión, el marcar tendencia, la ampliación de miradas, el debate, etc. Nos merecemos una agencia que nos represente con la mejor calidad informativa posible.
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