Un paseo flanqueado con banderas es un campo simbólico repleto de historias. Uno respira ahí, paso a paso, el viento de las audacias humanas que en cada sociedad fragua su ser y su modo de ser. Uno siente el latir humano, que los símbolos patrios sintetizan, en conquistas y en deudas, en victorias y en derrotas, en devenir y en luchas permanentes. Uno, en fin, descubre, cuando están reunidas todas las banderas, un sentido de Patria Grande inédito, nuevo y desafiante para el futuro inmediato.

Con esta idea de dar cita a la Historia de Nuestra América en sus banderas ondeantes la Universidad Nacional de Lanús se convierte, a su modo, en bandera también de una batalla didáctica extraordinaria y emocionante que no solo mantiene viva -y a la vista- la conjunción emblemática del continente sino que muestra su vigor educativo a los cuatro vientos. Es esa la experiencia que insufla el caminar entre las banderas de la América Nuestra. Es esa la repercusión inexcusable que nos da herramientas pedagógicas, de pensamiento y de acción, para gozar con los estudiantes, con los profesores, con la comunidad que viene a disfrutar del campus… Con todo el que en algún momento habita el espacio de la UNLa y se detiene en el paseo, entre todas las banderas ahí reunidas.

Nuestro deber es lograr que no se vuelvan invisibles. Nuestro deber es contagiarnos y contagiar a todos con la experiencia de saber mirar y saber sentir las fuentes simbólicas con que vivimos a diario. Nuestro deber es visibilizar el universo ancho y complejo de un “paseo de las banderas” que tan lleno de historia nos avisa a cada paso los rumbos que nos debemos en la emancipación de todo el continente. Y están a la vista.     

Es una experiencia de hermandad, de pueblos hondos, de latidos y de conciencia. Es una experiencia de lectura simbólica y de confrontación política. He ahí nuestra Historia puesta en pie por una voluntad académica y por un prestigio científico que no está dispuesto a perderse ni a olvidar cuál es el rumbo y cuál el destino de todo su trabajo diario, y también el de todas las nacionalidades que aquí comparten un terreno donde todas las banderas vinieron a encontrarse y a llenarnos el paisaje de Patria Grande.

Y es, también, un acontecimiento comunicacional que dice todo lo que puede ser dicho en sus términos y con sus símbolos. Dice que le falta mucho por contar. Dice que están los que deben estar y que nada se queda en lo invisible a pesar de que, también detrás de cada vadera hay una lucha y detrás de cada lucha hay vencedores y vencidos. Dice que no lo olvidemos, que tenemos un presente y un futuro que nos hace responsables y que nos llama a cumplir con los deberes. Dice que tenemos un lugar donde las banderas se reunieron para ir a pensar juntos las tantas cosas que podemos y debemos hacer en unidad de pueblos llamados a ser uno. Es decir, dice lo que debe ser dicho a golpe de viento, de colores y de símbolos. Ahí, de pie, firmes y reafirmadas en el escenario mismo de una Universidad con vocaciones continentales.

Por sí mismas constituyen un paseo obligado pero un paseo que no termina en lo territorial de la UNLa ni en lo territorial de la Patria Grande… Es un paseo que va y viene, en la cadencia de los lienzos al aire, de noche y de día, rumbo al territorio del conocimiento, rumbo al territorio de los saberes que cada bandera representa y que cada bandera nos regala. Nuestro deber es no hacer fetichismos ni exageraciones, nuestro deber es no dejar preguntas sin respuestas. Nuestro deber es ir a verlas, pasear entre ellas, saberlas, reconocerlas e interrogarlas para regalarnos el encuentro con una Historia enorme que recién comienza cuando las banderas se han dado cita en el año del Bicentenario que les da hospedaje.

 

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