Miles de metros de telas coloridas, decenas de pares de zapatos, sombreros exóticos y cientos de estuches de maquillaje. Todo está listo para la presentación. Los músicos se preparan para ese momento, que estuvieron esperando durante todo el año. Saben, claro, que no será la única actuación sino que quedan más de una treintena por distintos tablados. Nada de eso importa. Cábalas, promesas, amuletos, todo se combina con los nervios de subir al escenario y dar lo mejor para ese público que está expectante, efervescente, y que desea bailar, reír y llorar junto a ellos. Las luces se encienden y los aplausos se hacen oír. El carnaval llegó y los murguistas salen a escena.
Con 95 años de historia, La Gran Muñeca disfruta de un presente único. Este verano obtuvo el primer premio en el Concurso de Agrupaciones Carnavalescas de Uruguay y su letrista, Fabricio Speranza, fue distinguido como Figura Máxima de Carnaval.
Los festejos se extendieron hasta el otro lado del charco y durante el otoño llegaron a la Argentina con su gira “Una vuelta con la murga”. Los murguistas recorrieron distintos escenarios ubicados en La Plata, Padua, Jesús María, Ciudad de Buenos Aires y Córdoba Capital. Allí, sus diecisiete músicos expusieron todo el calor y el color de la fiesta oriental y en sus cánticos pudieron apreciarse los tintes de protesta y humor, que caracterizan a las letras de esta murga.
Antes de su presentación en la localidad bonaerense de Banfield, en el partido de Lomas de Zamora, Fabrizio Speranza y Andrés Toro, director escénico de la agrupación, compartieron unos mates en el programa Escalando la Tarde, que se emite todos los días de 15 a 18 horas por Megafón, la radio de la Universidad Nacional de Lanús. Junto a los conductores Georgina Airoldi y Juan Caravello, los integrantes de La Gran Muñeca revivieron la emoción del verano y recorrieron la historia de esta agrupación, que dio sus primeros pasos allá por 1921.

-¿Qué se siente ser parte de una de las agrupaciones más antiguas del carnaval uruguayo?
Andrés: Yo llegué a la murga de manera filial, porque de quienes heredé este rol son mis hermanos de la vida, es como ser el director de la murga de tus hermanos y amigos. Pero es increíble cuando te cae la ficha, porque estás en una murga legendaria y querida en todas las épocas. Los directores fueron diferentes según el momento, pero el estilo se mantiene a través de las generaciones. Eso debe ser por el amor fraternal que nos une.

-¿Cómo viviste, Fabrizio, el ser elegido como figura del carnaval?
Fabrizio: Fue un premio más de los que se llevó la murga. Está buenísimo que un jurado te reconozca, pero el carnaval es muy largo en Uruguay y si esos premios no vienen acompañados de una respuesta del público o de una recepción tan explosiva como la que tuvimos valdría mucho menos. Si me das a elegir entre los premios y todo lo que nos pasó durante el carnaval, nadie elegiría los premios, porque la respuesta de la gente es única. Y cuando llegamos a la Argentina, creo que lo que menos le importa a la gente es si ganamos o no un premio, porque lo que le va a gustar o no es otra cosa.

-La Gran Muñeca no ganaba el premio mayor del carnaval desde 1996. ¿Cómo fue ese momento después de diez años?
Fabrizio: A mí me dijeron una frase que fue «le ganaron al sistema». No se esperaba, no había una certeza. No estábamos convencidos de que fuera a suceder. No es normal que este tipo de murga pueda ganar los premios. Fue sorprendente desde el sistema que se usa para organizar el carnaval y eso nos hizo sentir muy orgullosos

-¿Cómo se podría definir al estilo de la murga?
Andrés: Creo que la crítica social es una de las partes fundamentales, y en las otras hay humor. Es difícil criticar a un gobierno que es supuestamente de izquierda. Yo no creo que sea así, pero bueno. La murga siempre tuvo la función de criticar aquello que se hace mal o reconocer alguna cosa buena. Es difícil visualizar eso en estos tiempos. Cómo le damos palo al gobierno que vos mismo votaste, hay algunos que te dicen que le hacemos el juego a la derecha, pero eso es todo verso. Nosotros seguimos y nuestros propios amigos nos dicen que aflojemos un poco. Repasamos lo que pasa en el año desde el humor, porque esa es otra función de la murga. Y también hacemos hincapié en la idiosincrasia uruguaya, que ya son temáticas más atemporales. Por ejemplo, los temas pueden ser el machismo, la adopción, o atacar a la burocracia.
Fabrizio: Tratamos de tocar temas que no vayan a estar cubiertos por otros conjuntos. Buscamos otras cosas para decir, sin caer en cuestiones que pueden considerarse lógicas.
Andrés: Claro. Si no caemos en el supermercado de las noticias, y eso no es lo que hace una murga. Hay que tratar siempre de buscar una temática novedosa.

-¿Qué repercusión tienen a partir de las letras?
Fabrizio: Nosotros hablamos, por ejemplo, del machismo y eso no va a cambiar de un día para otro. Pero, a raíz de ese bloque hubo una repercusión social. Nos empezaron a caer videos de niños en las escuelas concientizándolos sobre esta cuestión, con la murga. También nos pasó de ir a dar charlas sobre género. Nunca se nos había ocurrido tener que ser parte de esas iniciativas.
Andrés: El año pasado criticamos los alimentos transgénicos. Hubo algunas modificaciones, aunque no salió la ley. Este año igual no pudimos escapar de darles palos a los políticos y el público se sintió identificado. La gente nos agradecía cuando terminamos. La murga es como un brazo político.

-El carnaval es distinto en distintas partes del mundo. ¿Cómo podrían definir al uruguayo?
Andrés: Son 40 días de carnaval en tablados populares, que pueden ser de hasta 8 mil personas, u otros más de barrio de menos de 200 personas. Hay muchos tablados en Montevideo con parodistas, humoristas, murgas y revistas. Y también hay desfile, que es la parte inaugural del carnaval y que se realiza por la 18 de julio. Ahí pasan todos los conjuntos. Después están las llamadas, en las que hay solos de tambores. Por otra parte, están los concursos con liguillas, que se realizan en el teatro de verano “Ramón Collazo”.
Fabrizio: Creo que el carnaval fue mutando mucho a lo largo del tiempo. Antes era muy popular, donde el verdulero del barrio que tenía buena voz iba y cantaba en la murga. Algo muy bohemio. Hoy hay más técnica, más trabajo, hay que saber solfeo, guitarra, puesta en escena, hay un trabajo teatral importante. Hay extras de otros ámbitos que aportan al carnaval.

-¿Cómo se arma el espectáculo?
Andrés: La búsqueda de la diferencia es para nosotros esencial, sin ser peyorativos con el resto. A veces tocamos temáticas comunes, siempre con un estilo diferente. No basta con describir lo que pasó o lo que está sucediendo. La murga debe marcar una postura, cuál es nuestra actitud, dónde nos paramos. La mayor parte del espectáculo lo armamos entre pocos, las letras, la presentación. Después, se van sumando compañeros como si fueran comisiones, que dan diferentes aportes. Lo importante es el filtro, porque las ideas después en el escenario pueden no ser ideales. Si montás algo en el escenario y a quince personas no les pasa nada, entonces hay que cambiar y no quedarse con esa idea.

-¿Cómo es la puesta en escena?
-Tenemos técnicos que nos van dando una mano. Nosotros les contamos cómo es el espectáculo, cómo viene la mano y ellos aportan. Tenemos una vestuarista, que también diseña en función del espectáculo. Varios conjuntos invierten muchísimo dinero y la verdad es que el tema del vestuario es complejo, porque los presupuestos son altísimos. También hay gustos con encandilar desde la ropa, pero nosotros preferimos no caer en ese lugar común.

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