Las cifras son abrumadoras: 78,27% de los chilenos y las chilenas que concurrieron el domingo al plebiscito votaron por tener una nueva Constitución. Es el primer paso de un camino que llevará a que el país tenga una Carta Magna que por fin reemplace la Constitución de 1980 de la dictadura de Pinochet, que aún rige al país hermano. Y no es lo único: un porcentaje aún mayor, el 79,10% del electorado, eligió la opción “Convención Constitucional” frente a la Mixta: significa que los 155 miembros que se ocuparán de redactar la nueva Carta Magna serán elegidos el próximo 11 de abril de 2021 por voto popular, con paridad de género y una participación proporcional de pueblos originarios.
Patricio Alejandro Contreras Pavez, es decir el talentoso actor Patricio Contreras, emigró de su Chile natal en el año 1975. En la tarde del lunes, con las imágenes de la Plaza de la Dignidad recorriendo medios y portales de todo el mundo, nos contó su visión de la Chile actual, ironizó sobre el neoliberalismo y compartió su alegría por el triunfo del domingo.
“Estoy contentísimo, además por suerte los chilenos acá en la Argentina pudimos votar -dijo antes que nada-, así que pude participar en la decisión popular. Se votó con mucha asistencia en Berlín, en Londres, en España… Así que bien”.
¿Cuáles son tus expectativas sobre la nueva Constitución?
Va a ser un largo trámite de aquí a que haya una nueva Constitución y se apruebe. Primero la elección de los Constituyentes, después la aprobación, y finalmente otro plebiscito para ver si se acepta o no esa Constitución. Todo este tiempo, los políticos de izquierda y progresistas van a tener que ponerse las pilas: renunciar a sus egos y llegar a un acuerdo con mayoría, porque si van separados la derecha es la que gana, ya que teniendo el 34% de la representación pueden rechazar la Constitución. Durante todo este largo tiempo hay que atender muy celosamente lo que haga la derecha; ese 20% que son los dueños de Chile van a querer sostener esa posición. Pero yo creo que la gente ha dado muestra de una enorme conciencia política y una decisión admirable. Ahora el gobierno va a tener que aflojar le cueste lo que le cueste porque si no la gente se va a sublevar de vuelta, y de aquí a la aprobación de la Constitución va a tener que solucionar cuestiones económicas, sociales, laborales, porque la gente va a perder la paciencia en este trámite tan largo si siguen las mismas condiciones.
Lo notable, lo singular, es que no hay un comando central de los que protestan, no hay un partido a la cabeza. Esto sobrepasó a los políticos. Expresa un rechazo a los políticos y su conducta porque en estos años han habido gobiernos con gente del partido socialista que finalmente siguieron con las políticas neoliberales del gobierno de Pinochet e hicieron grandes negociados. O sea que se han alternado una derecha conservadora y una socialdemocracia, digamos, con partidos progresistas pero que no han transformado la realidad social del abuso. Para la gente común, cosas como la salud, la educación, son arduas.
¿Qué relación tiene este triunfo con el estallido del año pasado?
Yo estaba en Chile grabando para la TV cuando estalló el 18 de octubre pasado. Es de leyenda la historia, porque una vez más, como en el 2011 cuando una de las protagonistas fue Camila Vallejo, una colegiala, fueron los jóvenes estudiantes secundarios quienes arrancaron con la protesta y empezaron a saltar los molinetes. A partir de ahí se armó la represión y la posterior suma de otros estudiantes y de adultos y de toda la sociedad, hartos de 30 años de transición democrática en que siguen siendo ninguneados.
¿Qué sentiste en ese momento?
Sentí que estaba en una especie de déjà vu. Yo vine a la Argentina hace 45 años, y estar en Santiago de Chile y ser testigo de la represión era como volver al mismo lugar donde estábamos cuando me vine en 1975. Era como una pesadilla. “Estamos en el mismo lugar -pensé-, no hemos avanzado para nada, dejamos las cosas sin resolver, siguen los mismos capangas del país, las mismas necesidades”. Se ha constituido la sociedad chilena de clientes, más que de ciudadanos. La gente hace contorsiones con las tarjetas de crédito, todos están endeudados hasta el día de su muerte. Van a tener que devolver los coches que se sacan con mucha facilidad, como la compra de casas. Si un joven quiere una profesión universitaria hay que endeudarse por 25 o 30 años. Todo el mundo compra, es una locura, les lavaron la cabeza. Las galerías comerciales y los supermercados están repletos de personas consumiendo, toda la gente entontecida con eso. Ya son varias generaciones en que los jóvenes han visto que no tienen salida, porque la sociedad está con una matriz que si tú naces en un determinado nivel social o económico, de ahí no vas a salir. Si bien los gobiernos de la concertación consiguieron disminuir la pobreza extrema, después surgió la necesidad de progresar más, de mejorar la condición de vida pero… Yo creo que esto son las exequias del neoconservadurismo.
Casualmente donde comenzó el experimento fue en Chile, con Milton Friedman, a quien invitaron unos alumnos de la Universidad Católica de Chile -la universidad de los aristócratas- que habían estudiado en Chicago. Estos discípulos de Friedman lo trajeron a Chile y ahí empezaron a tomar medidas inspiradas en él antes que lo hiciera (Ronald) Reagan. En el 82 fui a Nueva York y me encontré con el escándalo que eran para la gente las Reaganomics, pero allá fueron posteriores. Así que fue en Chile donde nació, y espero que sea el entierro. Con una corona de flores “al economista desconocido”.
A pocos días del triunfo del MAS en Bolivia, que Chile haya votado la aprobación es un poco de aire para la Patria Grande.
Desde hace un tiempo, con el fenómeno de la conexión inmediata, se superan las fronteras y se tiñe el espíritu de una sociedad con lo que le está pasando al otro. Toda la linda época de Kirchner, Lula, Evo, Chávez, se vio arrasada de pronto. De hecho, son artistas los de la derecha, tienen una capacidad de reacción tan grande porque yo creo que no tienen contradicciones. Son básicos, es muy claro lo que quieren: vivir a costa de las mayorías. Nosotros tenemos el mambo de la cultura, de la ética, una cantidad de valores que para ellos son tonterías, y para eso basta ver al ex Presidente argentino. El mundo funciona como si se hubieran puesto marxistas pero al revés: “Empresarios del mundo, ¡uníos!”. Ellos entendieron ese discurso mejor que los proletarios. Les importa más un banco que un Estado.
Pero estoy contento con lo que está pasando en Chile y todo se lo debemos a los jóvenes, que venían con una indiferencia enorme en la participación política y un gran desprecio por la política. En Chile no es obligatorio ir a votar, estaban sin aliciente, desganados, descreídos. Y ahora fueron ellos quienes se arriesgaron, perdieron vidas, perdieron ojos, porque fue muy cruel todo. Yo aspiraba a que se repitiera el fenómeno de Argentina, cómo Néstor consiguió interesar y hacer fiable la actividad política para los jóvenes.
“Estoy inmerso en un proyecto de teatro -dice sobre esta actualidad signada por la pandemia-. Me gusta la idea de la obra pero no puedo decidir nada por ahora, mientras no haya un protocolo en la ciudad que permita calcular los riesgos para recuperar la inversión. Tengo también un ofrecimiento para filmar en Chile una producción chilena. Y también una película en México para enero o febrero. Pero cuando uno habla del cine habla de una cosa muy improbable. El cine se hace exclusivamente cuando Dios quiere, si no quiere él no se hacen las películas. Entonces uno, hasta que no está filmando, no lo cree”.
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