El 2020 nos encontró transcurriendo los diez años del Programa La UNLa de los Jóvenes de una forma muy distinta a la imaginada.

El aislamiento social obligatorio nos desafió a pensar nuevas modalidades de trabajo, nuevos espacios y nuevos horarios. Con más dudas que certezas, con incertidumbre y con el equipamiento que teníamos a mano comenzamos a darles forma a los nueve talleres (Elongación y movimiento consciente, Entrenamiento físico desde casa, Canto online, Teatro, Guitarra avanzado, Producción creativa, Guitarra inicial, Entre papeles, Escuelita audiovisual online) que actualmente ofrece el programa a les jóvenes.

A fines del mes de marzo empezamos a contactarles a través de las redes sociales y grupos de WhatsApp de años anteriores. Hasta ese momento no teníamos acceso a la base de datos que contenía dicha información.

Luego de que los primeros encuentros se llevaran a cabo de manera informal, utilizando videollamadas, Zoom, Meet, entre otros, conseguimos un Zoom pago y el mismo quedó como herramienta para los encuentros virtuales.

Cabe destacar que los horarios de los talleres no fueron los mismos que en la presencialidad. Acordamos desarrollar las actividades a partir de las 17 horas, franja horaria en la que les jóvenes y en líneas generales finalizaban con sus quehaceres escolares. Esto significó un gran esfuerzo por parte del equipo de talleristas, pues tuvieron que reorganizar sus agendas laborales.

A mediados de mayo y en vistas de que el aislamiento social iría para largo, en las reuniones de equipo de talleristas surgió la idea de relanzar las inscripciones online como estrategia para llegar a más jóvenes y luego su difusión en las redes sociales oficiales de la UNLa. Así fue que decidimos esperar al receso de invierno para llevarlo a cabo, dado que les jóvenes manifestaban estar colapsades con las tareas de la escuela.

Fruto de ello se triplicó la cantidad de inscriptos.

Ya casi finalizando el año y en vísperas del décimo cierre del Programa La UNLa de los Jóvenes, quiero agregar que, en este contexto tan difícil y duro que nos tocó vivir y nos sigue atravesando, también sucedieron cosas hermosas, gestos y acciones por parte de les talleristas que hablan del gran grupo humano que son. La solidaridad, la excelente predisposición y el compañerismo fueron el estandarte que representó a este equipo.

Celebrando estos diez años y siendo miembro fundadora del programa, solo me quedan palabras de agradecimiento infinito por la tarea realizada cada uno de estos años, y principalmente en este.

Sin el compromiso de les talleristas no habría programa.

Del 24 al 27 de noviembre se organiza el 10º cierre de los talleres del Programa “La UNLa de los Jóvenes”. Durante estos días se difundirán videos a través de las redes sociales. Sumate en Facebook (click aquí) e Instagram (click aquí).
Les talleristas en primera persona
Luciano Molina, profesor del taller de Guitarra inicial y coordinador del área de Música del Programa

“Haciendo un primer balance positivo de esta experiencia ‘a distancia’, una de las cuestiones más importantes que sin duda nos ha dejado vivir los talleres en esta particularidad, es la revalorización de todo lo concerniente a la presencialidad. Y es en este sentido, en el añorar lo presencial, donde ponemos en valor lo que sucedió en el programa en los nueve años anteriores. Pensar en esos años es pensar en esas primeras clases con muchos chicos y chicas, lo cual daba la idea de la necesidad que había entre les jóvenes de esta edad; es pensar en el vínculo que se genera entre les jóvenes y entre elles y nosotres, es pensar en muestras en la UNLa y de a poco en salir a mostrar el trabajo de cada grupo a otros espacios; es pensar también en la relación del programa con la Universidad y el empezar a participar con les jóvenes en diferentes eventos de la casa. Es pensar en todo esto y mucho más. En lo particular de los talleres de música, es recordar las diferentes experiencias vividas en cada uno de los encuentros con les pibes, la primera grabación en el Estudio Discépolo y las que vinieron después, las visitas a Megafón, la posibilidad de tocar en una radio y de contar la experiencia del programa; invitar a nuestro espacio de clases a otros talleres de instrumentos o de grabación; salir a tocar a otros espacios que no son de la Universidad; realizar un primer Encuentro de Arte Joven, etc., etc., etc.”.

Manuela Solbes, profesora de la Escuelita Audiovisual

“Este año el taller tuvo que afrontar lo que, creo, fue el mayor de los desafíos desde su inicio. Al inicio la idea era adaptarnos a la virtualidad solo por unas semanas, yo imaginaba que no sería más que un par de meses como mucho. El contexto por lo tanto nos obligaba (a mí y a lxs adolescentes) a ir replanteándonos el espacio semana a semana, y ese fue realmente todo un reto. Cuando ya fue claro que el año terminaría tal cual como empezó, les propuse empezar a trabajar en un proyecto concreto y dejar las pequeñas actividades de lado (en las cuales habíamos probado varias cosas, ya que notaba que no se terminaban de entusiasmar; les propuse grabar videos de forma libre, probando distintos tamaños de plano, en base a un miniguión, sacar fotografías que representaran determinadas emociones, etc.). Entonces comenzamos a encontrarnos por Zoom una vez por semana, a la par de mantener el contacto por el grupo de WhatsApp. Una de las cosas que más me preocupaba era la cuestión de la tecnología. En la instancia virtual, las desigualdades en el acceso a la tecnología salieron a relucir y poner de manifiesto quiénes iban a poder asumir cada rol (aunque hubiera quienes quisieran editar, por ejemplo, sin contar con una computadora, la tarea se volvía muy difícil: buscamos algunas alternativas para resolverlo con un teléfono celular, pero finalmente no se pudo implementar). Si bien es importante el compromiso de les chiques, también quise hacerles saber, sobre todo en un contexto tan particular, que la idea no es que se sientan presionades a realizar estas tareas, sino que lo tomen como un espacio de dispersión, y ante cualquier dificultad, saber que cuentan conmigo y con el equipo del Programa para asistirles en lo que podamos”.

Patricia Mandiá, profesora de Canto

“Desde el Taller de Canto Online hemos batallado contra los decaimientos anímicos al son de los bellos acordes de nuestra adorada pasión: la música. Nuestros encuentros virtuales fueron y continúan siendo la tan ansiada cita a través de la plataforma Zoom, que tan gentilmente nos permite compartir la Dirección de Educación Permanente que depende de la Secretaría de Cooperación y Servicio Público. Y es así que, una vez a la semana, realizamos nuestros convites de canto. Mientras disfrutamos del encuentro, ellos descubren mi gran afán por sacar lo mejor de cada uno y, a cambio, recibo grandes interpretaciones y una demostración de cariño enorme. Tanto es así que ¡hasta se animan a vocalizar en forma virtual! Y me regalan canciones y me incluyen en su mundo musical tan nuevo para mí. Los progresos se notan claramente semana a semana y debo aceptar que esto no ocurre solo por mi idoneidad como docente, sino que el verdadero impulso nace de ellos mismos, de la profunda unión enraizada de solidaridad, respeto y apoyo mutuo. Como conclusión, este año que ha transitado por el sendero de la enseñanza virtual para el Taller de Canto Online perteneciente al programa La UNLa de los jóvenes ha sido excelente. Por lo tanto, ¡el balance es positivo!”

Juan Mako, profesor de Teatro

“Tuvimos un año muy particular, lo sabemos. Y no es novedad. Empezamos el taller de Teatro en marzo, un espacio de encuentro, de reflexión, de juego, de intercambio y de grupalidad. Con alumnxs que ya venían de años anteriores y muchxs nuevxs. Pero solo tuvimos 2 clases presenciales en el hermoso Cátulo Castillo. Apenas vimos las butacas que este año íbamos a estrenar. Y apareció el virus. Todo se detuvo, pero sentimos que teníamos que seguir. Que nadie ni nada nos iba a arruinar la fiesta. Fue así que decidimos seguir como fuera en la virtualidad, aprendiendo a usar Zoom, conectándonos a las clases sin luz, con luz, con datos, sin datos, con wifi o sin, en modo sincrónico o asincrónico, y cuando cada alumnx sentía que tenía ganas de conectarse y respetándose por eso. Y nos adaptamos a la nueva normalidad, a estar en nuestras casas y hacer teatro en casa, con todo lo que eso implica. Con asumir la falta de ese espacio extra cotidiano y mágico que es el teatro, pero con las mismas ganas de seguir jugando. Claro que no todxs pudimos hacerlo. Muchxs alumnxs no se sintieron cómodxs con esta propuesta en la virtualidad, o bien no pudieron transitarla por diversos motivos. Pero seguimos encontrando en el espacio de teatro, ahora virtual, un espacio de juego, de pensamiento colectivo y de reflexión sobre el universo a través de la ficción; en un año en el que todo se resignifica cada vez más, en el año que el programa cumple 10 años justamente de funcionamiento y que teníamos para el mismo muchos proyectos artísticos pensados para poder festejarlos. Pero le hicimos frente, y así vamos concluyéndolo, participando en el 1° Encuentro de Teatro Interuniversitario con otros talleres de universidades bonaerenses y habiendo transitado el teatro, aunque sea virtual, y los diversos lenguajes que del mismo se desprenden con el mismo amor y compromiso”.

Patricia Rivero, profesora del taller Entre Papeles

“Todes les docentes, literalmente, tuvimos que salir corriendo y armar una clase online de la noche a la mañana. Todes atamos cosas con alambre y aprendimos. No teníamos opción. Hoy somos expertos en redes sociales, en manejo de cámaras, de classroom, clases en línea o grabadas y de un montón de cosas más. Tuve mi bautismo dando clases a unas amigas y con los jóvenes y adolescentes es una experiencia nueva. Mi trabajo me permitió aprender, ver, saber cómo los y las jóvenes, les estudiantes en general enfrentaron esta situación, el aislamiento, la distancia de sus pares. Les chiques, les adolescentes, nuestros hijes tuvieron y tienen que quedarse en casa y ese me parece un escenario difícil de enfrentar. Sin olvidarnos que para muchos chicos y chicas la escuela o la calle es un refugio. Nuestros chiquis, chicas, chicos, chiques se armaron de valor y trabajaron, a veces sin herramientas para mantenerse en pie. Por eso estos espacios, estas horas libres son importantes de mantener y de ampliar porque son los recreos en esta penosa situación que vivimos. Este aislamiento nos sirvió para valorar algunas cosas que estaban guardadas en un rincón. Nos cuidamos para cuidar a otres y eso es muy valioso”.

En el Programa también se desempeñan los talleristas: Soledad García (Elongación y movimiento consciente); Roberto Miguel (Guitarra avanzado); Leonardo Silva (Entrenamiento físico desde casa); y Sol Brizuela (Producción Creativa).

Hacer Comentario