Es un palo, una piedra,
el final de un camino.
(…) Son las aguas de marzo
cerrando el verano.
Antonio Carlos Jobim
Chapadmalal y Embalse. Dos íconos del turismo social en el país, tienen un presente incierto y un futuro aún más frágil. Tanto por magnitud como por la originalidad de su planteo, desde mediados del siglo pasado estos dos complejos fueron la principal referencia para América Latina en la implementación de planes mediante los que miles de personas pudieron acceder, por primera vez en su vida, al derecho a vacacionar en las sierras o en el mar.
La Unidad Turística Embalse, en las sierras de Córdoba, está compuesta por 7 hoteles y 50 bungalows; la UT Chapadmalal, a unos 30 km de Mar del Plata, comprende 9 hoteles; ambas cuentan, además, con instalaciones destinadas a deportes, comercios, servicios y recreación. Desde su fundación en la década del 40 sufrieron altibajos en el uso y en el estado de las instalaciones, debido a la alternancia de gobiernos y al lugar que el turismo social desempeñó para cada uno de ellos. En años recientes, a partir de un ambicioso plan de infraestructura y puesta en valor, se pudo ampliar la oferta y la calidad de alojamiento en ambas unidades, haciendo otra vez realidad la democratización del ocio que implica el turismo social.
Los complejos estaban abiertos a particulares e instituciones: las tarifas del verano que termina para grupos de particulares de hasta 10 personas oscilaban entre los 3000 y los 5000 pesos en ambos complejos, con pensión completa y ropa blanca en todas las instalaciones. Entre otras iniciativas, la UT Chapadmalal venía cobijando el proyecto “Vacaciones sin trabajo infantil”, por el cual la Comisión Provincial para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil del Ministerio de Trabajo bonaerense garantiza el acceso a actividades recreativas a niños, niñas y adolescentes de familias trabajadoras de la economía informal de subsistencia.
Ante el anuncio de cierre de Embalse y Chapadmalal hablamos con Sergio Salinas Porto, ex director de la Unidad Turística Chapadmalal, quien se había hecho cargo del complejo en junio de 2022.
¿Cómo fue tu gestión?
Me tocó reinaugurar los hoteles 6 y 7, el 8 había quedado terminado también. El gobierno nacional anterior y el ministerio de Turismo y Deportes remodelaron los hoteles, tanto de Embalse como de Chapadmalal. Hicieron una obra monumental: hacía 75 años que las unidades se mantenían pero no se había hecho una obra de infraestructura profunda como la que se hizo recientemente.
¿Chapadmalal estaba funcionando a pleno?
Sí, invierno y verano; incluso ahora hay tres hoteles que tienen calefacción. Habría sido bueno que este invierno pudiéramos abrirlos. Chapadmalal y Embalse fueron pensados para el verano porque recién arrancaban las vacaciones de los trabajadores —el concepto era “Usted se paga el viaje, el gobierno el hospedaje”—, después esto se extendió al invierno también. Operativamente, de los nueve hoteles hay en la actualidad seis en perfectas condiciones —incluido el 4 que es el hotel más bello, vos estás en el comedor y es como si estuvieras en un barco, las ventanas te meten dentro del mar—; uno que está en obra al 70%, y queda para arreglar el hotel 3, que es preciso reformular porque estaba destinado a los niños, con pabellones muy largos y baños compartidos. El 9 quedó sin arreglar porque en marzo de 2023 tuvimos que cerrarlo, ya no daba más: estaba muy comprometido.
¿Cuánta gente pasó por Chapadmalal este verano?
No sabemos, porque se suspendió todo en marzo. Para nosotros el verano es de diciembre hasta Semana Santa, así que les pedimos a los prestadores de servicios que se estiren hasta ese momento. En Mar del Plata, por ejemplo, el municipio contrata guardavidas en noviembre pero nosotros los teníamos desde septiembre, porque venían los pibes de contingentes educativos y se metían al mar así que garantizábamos ese cuidado desde la primavera hasta Semana Santa, para proteger a los veraneantes.
¿Cómo se notificó el cierre?
Los trabajadores me comentaron que había venido la subsecretaría de Turismo porque se corría el rumor de que se iba a cerrar Chapadmalal; después apareció alguien que teóricamente es el nuevo administrador y les corroboró que en marzo se cerraba. Hace un par de días salieron a decir que no hay intención de cerrarlo, pero dejan una puerta abierta por lo que yo creo que, como no pueden privatizarlo, lo van a tercerizar todo lo posible, incluso la administración. Si vos ves la reforma que venía con la ley que se presentó en el Congreso y leés el DNU, tienen vinculación con la quita de algunos artículos de la ley que define el turismo social. Es peligroso poner a cualquier prestador a administrar, porque justamente parte de la misión del administrador es controlar que los prestadores cumplan con la prestación de servicios.
Me imagino que las tarifas no van a ser tan convenientes como ahora…
Claro, porque se rompe la lógica del turismo social y la lógica también de construir un sistema de equidad en el turismo. Van a quitar esas cosas para hacer un negocio.
Son considerados Monumentos Históricos, ¿no es cierto?
Sí, en 2013 Cristina (Fernández de Kirchner) con muy buen tino puso las dos unidades turísticas como Patrimonio Histórico Nacional. Eso hace que tenga injerencia también la Comisión de Patrimonio Histórico Nacional y vos no podés mover una piedra sin antes consultarle a la comisión. No se puede vender la unidad ni dársela a una cadena hotelera internacional. Ahora hay tres escenarios posibles, y el primero es que lo cierren, con lo cual el financiamiento y toda la infraestructura que se puso en el gobierno pasado se va al demonio después de haber hecho una inversión terrible. Cuando vos cerrás una puerta se empieza a deteriorar y cuando abrís la puerta tenés paredes verdes, estallaron los caños…
El complejo está frente al mar, expuesto al viento y al salitre. ¿Es un lugar difícil de mantener?
Sí, por eso el mantenimiento es diario. Si no, se deteriora el patrimonio edilicio, de infraestructura, arquitectónico. El otro pilar de Chapadmalal son los trabajadores. No todos están en planta permanente, tienen una categoría baja y están muy lejos de Mar del Plata: entonces si se los cambia de lugar y tienen que viajar a trabajar a Mar del Plata tienen 4000 pesos diarios de colectivo para ir y venir. Tenemos 78 trabajadores, no hay más. Chapadmalal cubre 165 has, no son nada más los 6 hoteles de la línea costera y los 3 de la línea continental: hay un polideportivo para 8 mil personas, una capilla… De esas 78 personas, en mantenimiento trabajan solo 16. Es gente que vive ahí y trabaja todos los días. En su momento no pudimos ingresar más gente porque se habían cortado los ingresos al Estado.
¿Qué dice la gente que ve por primera vez el mar?
Cuando inauguramos el hotel 6 hicimos una exposición de fotografía. Hay una que es muy elocuente, de un montón de pibes bajando de un médano revoleando las cosas porque estaban desesperados por llegar al mar. No miran al fotógrafo, la mirada apunta al mar. Esa imagen es la que veía todos los días cuando venían los pibes. O cuando venían abuelos que nunca habían visto el mar, que a lo mejor viven en el norte del país y nunca habían tenido la posibilidad de viajar, ni siquiera de que los atiendan en un hotel. Algunas de esas personas te decían “bueno, ¿tengo que hacer la cama?”; “no, no, les decíamos, acá te hacemos la cama”; y después se levantaban a buscar la comida, y les decíamos “no, acá te servimos la comida, y hay un camarero o una camarera que te trae la comida a la mesa”. Ese tipo de cosas son las que veías en Chapadmalal.
Foto de portada: Estrella Herrera, gentileza del Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación
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