Todo empezó con Ricardo Fort, en 2015. Desde aquel posteo en Twitter los dibujos, animaciones, series de Alexis Moyano circulan por redes sociales, cable y medios alternativos. “Siempre intento hacer algo que me divierta primero a mí —dice—. El absurdo es algo que me hace reír y tengo más a mano a la hora de pensar ideas”.

Se define como ilustrador, diseñador gráfico, animador y algunos etcéteras: crea y anima situaciones cotidianas llevadas al extremo, con locuciones tan coloquiales como absurdas hechas por él mismo. Hoy, Alexis Moyano es casi un secreto a voces para un público que abarca todos los segmentos etarios.

¿En qué se parecen tus dibujos y tus clips al mundo que vivimos?

Esto que digo es medio existencial, pero supongo que todo es un gran absurdo. Nada tiene mucho sentido. Nos engañamos en buscar algún sentido pero si lo pensás bien, no hay un gran sentido de las cosas. Me parece que ahí hay una conexión posible. Para mí se trata de mostrar el día a día, el contraste, el llevar al ridículo: siempre me gusta la idea de llevar la situación al máximo posible.

¿Cuándo empezaste a dibujar?

Dibujo desde que tengo recuerdos. Primero porque tenía ganas de dibujar como todos los chicos, también un poco por mi viejo que siempre dibujó y por eso yo tenía a mano lápices y elementos un poquito más raros. Después fui a un secundario estatal orientado a dibujo, las Escuelas Raggio, y ahí tuve una formación más intensa.

¿Pensabas que ibas a hacer algo con tus dibujos?

Sabía que me gustaba dibujar pero no tenía un sueño específico. Por ahí me imaginaba algo relacionado con el cómic… Fui después a la Facultad de Diseño y Urbanismo de la UBA y ahí tuve la pata más técnica. El diseño era un camino posible, entonces empecé a buscarle una vuelta; di saltos importantes en mi trabajo, que dejó de parecer un hobby para ser algo más central. Muy al toque de empezar con la facultad entré a trabajar en un estudio, pero ahí hacía cosas más bien operativas, no había tanto arte.

¿Cómo nació la animación de Ricardo Fort?

En realidad fue una prueba. Yo estaba en un trabajo donde tenía muchos tiempos muertos, y en Photoshop apareció una herramienta nueva con la que podías hacer animación. Hice lo de Ricardo Fort para probarla, subí el posteo a Twitter y ahí explotó. Antes de eso no pasaba nada, no venía publicando mis dibujos. Ese fue el primero y totalmente fortuito. A partir de ahí empezaron a salir trabajos más libres, que requerían un poco más mi firma, o mi estilo.

¿Hay algo de lo que dibujabas cuando eras chico en lo que hacés ahora?

No literalmente, pero creo que ya había algo de humor en lo que hacía. También copiaba cosas que a mí me gustaban, que fueron quedando y luego uno va remixando en su cabeza.

¿Qué te gustaba?

Me gustaban mucho Quino y Red y Stimpy. Red y Stimpy era un show muy novedoso y muy border: bastante exagerado, raro, absurdo. Yo creo que todo es parte de la evolución de la animación, que las cosas se van apilando; por ahí cierto dibujo animado se inspiraba en una serie anterior, y así. En algún punto todo sale de lo mismo.

Cuando hacés animaciones para marcas, ¿te sentís cómodo?

Por lo general tuve mucha suerte, creo que encontré la manera de no perder cierta esencia. Las cosas cambian cuando te vienen a buscar sabiendo lo que hacés. Igual siempre propongo meter mano en los guiones y estar presente, digo que lo charlemos para que todo termine funcionando, y a la marca también le sirve que lo que suba a las redes funcione. También si veo que ciertas propuestas no van con lo mío, no las agarro.

¿Cómo es eso de llevar la situación al máximo posible?

En uno de mis clips la idea era un afilador que estafaba a la gente, lo cual es como un mito popular. Entonces me dije “¿qué empiezo a construir alrededor?, ¿qué pasa si el tipo es un encantador tipo flautista de Hamelin que va encantando a la gente en el barrio?”. Ahí ya hay algo medio absurdo, raro. Pero cómo los encanta, cómo hago eso, pensé. Uno de los personajes del barrio llega al afilador rompiendo la ventana con la cabeza: es la manera más exagerada de salir de una casa, no tiene sentido. Hay un poco de ese juego en muchos de los videos que hago.

Tenés millones de seguidores y seguidoras de todas las edades. ¿Por qué pensás que llegás a un público tan amplio?

No fue algo planeado en el sentido de “voy a acaparar un público diverso”, sino que salió. Eso lo vivo como éxito, no la cantidad de gente a la que le llega lo que hago. Creo que hay algo justamente en el absurdo que hace natural que lo pueda entender desde un nene de 5 años a una persona de 50. Por ahí en un momento apuntaba más a un público adolescente, joven, adulto, y con Cartoon Network se abrió a un público de chicos. Y después también a gente de otros países. Me parece super loco que un brasilero pueda entender que un personaje diga “tengo fiaca”. La constante es el absurdo y también el hecho de que yo busco. En ese sentido sí es planeado: pienso mucho de qué me estoy riendo. A muchas cosas las trato con cuidado y estoy alerta, y me parece que eso también hace que lo mío prenda más.

Tenés un libro llamado “Me aburro rápido”. ¿Cómo se convierte el aburrimiento en creación?

¡Ojalá supiese la respuesta! Muchas veces cuando doy charlas o talleres hablo del proceso creativo: yo lo identifico con prestar atención a las obsesiones, que me parecen un motor superviable para la creación. Si bien el “me aburro rápido” es una especie de chiste, se trata de estar buscando cosas que me obsesionen, cosas a las que dar vuelta, sobre las que estar moviéndome todo el tiempo; estar cambiando y buscar en otro lado y de repente interesarme por algo y buscar en profundidad sobre cada cosa. Supongo que eso hace que te mantengas lejos del aburrimiento, y a la vez en mi caso tracciona a la creatividad o a generar cosas. Esto en el mejor de los casos, eh: hay muchas veces que termino aburrido.

¿Cómo ves el contenido de entretenimiento que circula en las redes y los medios?

Creo que hay mucha variedad, mucha posibilidad, y también mucha burbuja. Siento que estamos en un período de transición y que las transiciones son cada vez más rápidas entre sí. Y que estamos cada vez más en burbujas. Nos vamos cerrando en ecosistemas donde nos hablamos entre nosotros, lo cual pasa a veces para bien y a veces no tanto. Pero suceden estos fenómenos que por ejemplo entrás al perfil de un pibe que tiene tres millones de seguidores al que no conocías hasta hace dos segundos, y de repente está llenando un estadio; y vos no tenías idea de quién era. Antes una persona que hacía eso salía en el prime time de la tele. Ahora suceden estas cosas al lado nuestro sin que nos demos cuenta.

¿Estás trabajando en algún proyecto nuevo?

Sí, vamos a hacer un programa con Martín Garabal, Adrián Lakerman y Martín Dolina en la producción, para el canal de streaming Luzu TV. Va ir los miércoles de 7 a 9 de la noche. Un delirio total. Más relacionado con el dibujo, estamos haciendo un libro interactivo que me entusiasma, con Agustina Larrea y Tomás Balmaceda —quienes ya hicieron un libro sobre la Antártida— sobre las aventuras de Poncho, un perro rescatista que vivió en la Antártida.

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Portal de Alexis https://alexismoyano.com/

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