Hace casi 40 años era impensable la sola idea de que existiera algo como Internet. A principios de los 80 nació, sin embargo, un medio de comunicación que permitió que quien lo deseara o necesitara pudiera emitir mensajes y construir comunidad. Sin grandes inversiones. Y sin ser profesional. Aunque en realidad no se trataba de un nuevo medio, sino de una utilización inédita del que en estos días cumple nada más y nada menos que cien años: la radio.
El nombre con el que aquellas gestas trascendieron, curiosamente o no tanto, sigue siendo el de “radios truchas” porque nacieron al margen de un sistema de propiedad de medios de comunicación, y al margen también de una legislación en radiodifusión que hacía imposible concebir a la comunicación como derecho. Sin embargo no tenían nada de trucho sino que eran todo lo contrario: las radios alternativas, populares o comunitarias comunicaban y entrelazaban como nunca se había hecho hasta entonces la vida diaria de una comunidad.
“En 1986 descubrimos una revista española que traía un chip en una bolsita de plástico con el que se podía hacer un transmisor de radio -dice Martín García, periodista, gran hacedor de la comunicación argentina y principal impulsor de las radios y los canales de TV comunitarios-. Cuando sucede el putsch de Aldo Rico -se refiere al primer alzamiento carapintada, en abril de 1987-, nosotros todavía teníamos la dictadura como una sombra. Ahí entonces dijimos ‘opa, si estos vienen y ocupan los medios del Estado de nuevo todo lo que se ponga en ellos no va a servir para defender al pueblo. Entonces elaboramos la teoría de armar medios de comunicación barrio por barrio para que la defensa de la democracia también fuera barrio por barrio”.
Martín tenía en aquel tiempo una inmobiliaria frente a la estación Haedo, y con un grupo de gente le dio el chip de la revista española a un técnico para ver si se podía hacer un transmisor. Una vez que lo tuvieron convencieron al dueño del local de la inmobiliaria para que los dejara poner la antena, la cual corrió por cuenta del Ateneo Cultural Leopoldo Marechal y la Unidad Básica Jauretche, decididos a apoyar la causa. Mientras tanto, en el sótano de la inmobiliaria el grupo se concentraba en poner un estudio de radio entre revoques y caños de agua.
“El viejo Pavía nos dejó poner la antena -‘no me van a hacer lío a mí, ¿no?’ nos decía-, después conseguimos los elementos, un grabador, un micrófono. Con los dos ateneos culturales armamos más o menos una programación. Ahí debutaron Beto Casella, Fernando ‘Larry’ Torrillate -más tarde jefe de prensa de Martín Sabbatella-, Martín Zabala -que fue gerente artístico de Radio Nacional con De la Rúa-, Claudio Díaz que ya era secretario de redacción de la revista Jotapé. Claudio llegó a ganar tres Martín Fierro con Mitre Informa Primero, escribió libros como Manual del Antiperonismo Ilustrado: un tipo brillante que falleció de cáncer después de renunciar a Clarín porque dijo en la revista Noticias que lo que el diario le había hecho a Cristina con el tema de la 125 era una canallada periodística”.
FM Haedo empezó sus transmisiones un 1º de mayo, con el padrinazgo de Ricardo Horvath y el madrinazgo de Mona Moncalvillo. Cuenta García que “armamos todo con este grupo y con la comunidad. Había uno que era carnicero y armó un programa de deportes. Venían todos los pibes que habían jugado un cuadrangular de papi fútbol a hablar por la radio. Me parecía maravilloso. Cubrimos las elecciones de ese año: habíamos dicho que íbamos a hacer una radio neutral y terminamos diciendo ‘Viva Perón’, chupando sidra y festejando el triunfo. Habilitamos también un espacio nocturno para que los jóvenes hicieran un programa de rock and roll, pero tuvimos que cerrarlo: íbamos a terminar yendo en cana no por poner una radio, sino por vender fumo”.
Cuando el equipo, que no llegaba a transmitir mucho más allá de los cien metros, se demostró insuficiente, se hizo un festival en el Sportivo Haedo en el cual tocó la Típica en Leve Ascenso que lideraban los actores Juan Leyrado y Miguel Ángel Solá. El objetivo era juntar la plata necesaria para comprar un nuevo equipo, con el que FM Haedo logró llegar a los tres kilómetros de distancia: como era la única radio, cubría todo el centro y la primera periferia de Haedo.
“Un día apareció en la puerta de la inmobiliaria un policía en bicicleta anunciando que traía un mensaje del comisario para el director de la radio. Me dejó un sobre, volvió a subirse a su bicicleta y se fue. Estaba prohibido tener una radio sin autorización, y tampoco había autorizaciones porque el gobierno de Alfonsín no tenía ningún plan en ese sentido. Así que abrí el sobre despacito, tenía miedo de lo que diría. Y entonces leo ‘Señor director de FM Haedo, ruego dar a publicidad este mensaje: se abre la inscripción de la Escuela Superior de Policía Ramón Falcón, la inscripción tiene que hacerse de tal forma, y blablablá’. Yo respiré y dije ‘bueno, ganamos’”.
Como hongos
“Con ese ejercicio y esa experiencia recorrí todo el país fundando radios -dice Martín-. Cuando estuve en la Secretaría de Cultura acepté para promover la radio. Cuando estuve en la provincia de Buenos Aires fui a la Dirección de Comunicación Social del Ministerio de Acción Social de Cormillot, después de negociar con él para atender a las radios comunitarias y los canales de TV barriales, ambos no autorizados. Hicimos una reunión en el club Cóndor de Boedo y citamos a todas las radios que había en ese momento. Habían pasado ya algunos años, no muchos, en los que había asistido a varias inauguraciones: FM En Tránsito, otra en Castelar, FM La Boca: todo era muy precario, pero salían al aire. Las FM se hicieron con la música que tenía cada uno en su casa, así que el rock nacional fue estrella absoluta. Después empezamos a armar las asociaciones de las radios para defendernos. Fue una larga lucha contra la CNC, la Comisión Nacional de Comunicaciones. Detectaban las radios truchas, mandaban un camioncito, bajaban la antena, se quedaban con el equipo y se robaban los discos y los pasacassettes”.
Aún así las radios comunitarias se convirtieron en suceso mientras el crecimiento exponencial traía aparejadas las interferencias: los equipos se superponían y las radios de mayor potencia tapaban a las otras. Algunos se peleaban; otros, como Martín García, entendían que el tema no era una radio sola sino el conjunto. Que hacerlas era de por sí un avance enorme. Y de hecho lo fue.
“La democracia fue uno de los elementos que colaboró en que surgiera y siguiera y se mantuviera el fenómeno -dice Martín-. Había más de mil radios nacidas en la democracia que defendían la democracia. Además, para cerrarlas iban a tener que ir a pelear barrio por barrio. La enorme mayoría de las radios eran de compañeros peronistas, pero la gente de los barrios tuvo mucho juego en ellas. Porque ibas ahí a dos cuadras, decías lo que querías y se escuchaba. Entonces tenían poder verdadero: un poder nuevo, del que todavía los sistemas no eran conscientes, pero que era un poder real».
Durante la gobernación bonaerense de Antonio Cafiero, García se reunía con las provincias gobernadas por el justicialismo en consejos federales. Cuenta que en todas pasaba lo mismo: oficialmente los secretarios de medios decían que no iban a autorizar radios en contra de la ley, pero informalmente las apoyaban. “La realidad es que crecían como hongos, era un éxito bárbaro. En ese sentido, un tiempo después, cuando estuve en Secretaría de Cultura de la Nación nos dedicamos a ‘sembrar ilegalidad’. Cuando hicimos el último censo había diez mil radios comunitarias”.
En pleno menemismo, Martín se ocupó de la secretaría de medios del Consejo Nacional del Partido Justicialista y organizó un encuentro de radios alternativas. “Vinieron 497 radios: desde La Quiaca, en Jujuy, hasta Tierra del Fuego. Nadie había visto nunca casi 500 dueños de radios, todos juntos. Vinieron a hablar el Ministro de Educación, el de Interior, Roberto García que estaba a cargo de la presidencia del partido, Claudia Bello, entonces secretaria de la Comunidad del Ministerio del Interior. Terminamos comiendo un asado en la terraza con el Secretario de Comunicación y las radios y canales truchos, que todavía eran absolutamente ilegales. Evidentemente, habíamos vencido”.
Una de las grandes causas de la proliferación de las radios alternativas se basó, para Martín García, en un factor puramente técnico: “Perón había sembrado de escuelas técnicas el país -dice-. La gente empezaba a tener heladera, lavarropas, licuadora, aparatos que en algún momento tenían algún desperfecto; eran muy comunes las librerías de libros para arreglar cosas, sobre todo en las estaciones de tren. Y gracias a esos técnicos que había en todo el país se fueron armando los equipos: antes de que vinieran los transmisores japoneses e italianos, ya se había hecho en la Argentina una cantidad enorme de transmisores de manera artesanal. Si no hubiera sido por esos técnicos jamas se podría haber efectuado esa revolución, porque lo de las FM fue la única revolución seria que hubo en los medios de comunicación. Después deviene naturalmente en el avance de los medios online cuando Internet se va convirtiendo en el medio. Pero esta revolución de los portales y de los canales y las radios online es hija de aquella revolución de las FM de miles y miles de compañeros de los barrios, de los pueblos, de las provincias, de los circuitos y de las comunas, que tomaron la decisión de avanzar”.
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