La Asociación Civil “Adultxs por los Derechos de la Infancia” busca la visibilización en base a compartir colectivamente los testimonios de sus integrantes, ya que consideran que es su obligación como adultos dar voz al padecimiento de los niños que sufren abuso, desarrollando su accionar en los más variados ámbitos comunitarios de todo el país. Al mismo tiempo, ofrecen a la comunidad, durante todos los sábados del año, su espacio de encuentro solidario de pares, anónimo y empático, para toda persona adulta que haya sufrido este delito y para adultos actualmente protectores de niños víctimas. La entidad no es un grupo terapéutico ni profesional; son pares compartiendo desde su experiencia en un colectivo de lucha y construcción comunitaria, comprometido con el intento de cambiar la suerte presente y futura de la infancia.

A fines del 2019, meses antes de que comenzaran la pandemia de Covid-19 y el consecuente Aislamiento Social Preventivo Obligatorio en nuestro país, la Universidad convocó una charla sobre “Niños víctimas de abuso sexual y testigos de delito” en el marco de las jornadas de actualización profesional “Nuevas perspectivas de intervención del Trabajo Social” organizadas por docentes de la carrera de Trabajo Social que depende de nuestro departamento de Salud Comunitaria. El cierre de la actividad, que se desarrolló en el cine Tita Merello, estuvo a cargo de Silvia Piceda y Sebastián Cuattromo, fundadores de “Adultxs por los Derechos de la Infancia”.

Cuattromo señaló en ese oportunidad: “Compartimos con la comunidad, aquí y en todo el país, nuestros testimonios de dolor, lucha y esperanza como sobrevivientes del delito de abuso sexual y adultos protectores de niños víctimas, tal como lo hacemos desde hace años”. Y contó su experiencia: “Tenía 13 años y estaba terminando los estudios primarios en un colegio privado religioso. Un sacerdote nos ofrece a un compañero y a mí ir a la colonia que la escuela tenía en Córdoba, como una suerte de rehabilitación por haber pintado la casa de otro alumno y para, según él, intermediar para que a fin de año no nos echaran. No aísla y nos sanciona por nada. A la noche hacía una ronda para ver a qué alumno sancionaba, hasta que entraba en mi habitación, se sentaba sobre la cama y comenzaba con una agresión física hasta que tanteaba mis genitales. Mientras esto sucedía mis otros compañeros estaban en sus camas paralizados por el temor. No pude contarle nada a nadie durante toda mi adolescencia y mi primera juventud. Venciendo la vergüenza, el miedo y la culpa comencé a buscar a otras víctimas de abuso entre mis compañeros. Eran muchos, pero solo uno decidió acompañarme en la denuncia. El abusador huyó del país y el colegio terminó reconociendo su responsabilidad en el asunto. Finalmente el religioso fue capturado en Los Ángeles, Estados Unidos, en donde vivía con una identidad falsa”.

A su turno, Silvia Piceda dio también su testimonio: “Fui abusada en la infancia entre los 9 y los 10 años por un primo y un compañero de trabajo de mi papá. Recuerdo que lo dije en mi casa y no vi que mi mamá ni mi papá hicieran nada que me mostrara que salían a defenderme y nunca más se habló del tema. Mucho del dolor y de los signos y síntomas que tenemos los que hemos sido abusados se sostenían en el silencio y en la vergüenza. Una vez que empezás a hablar a cada cosa le ponés un nombre”.

Sin embargo, sus duros testimonios continuaron con otros episodios cercanos: “En el 2009 aparece Romina, la hijastra del progenitor de mi hija, a contarme que ella había sido abusada por él cuando tenía más o menos entre 9 y 11 años. Denuncio esta circunstancia y también me entero que el padre de mi ex pareja, o sea el abuelo de mi hija, había abusado de varias niñas, incluidas sus tres nietas. Todo esto en el juzgado de familia no fue tenido en cuenta y nos terminamos yendo de mi casa con mi hija, huyendo de una decisión judicial que me decía que yo tenía que vincular a mi hija con este hombre que había abusado de su hija mayor”.

“Contar nuestras experiencias sirve para que otros niños que han pasado o están pasando por esta situación la cuenten y puedan transformar eso en un motor positivo para salir de todo lo negativo que esto genera, luchando también con este sistema judicial que, claramente, no defiende a los niños, al menos en este aspecto”, finalizó.

Silvia y Sebastián se consideran sobrevivientes del abuso sexual en la infancia que es “el delito más invisibilizado del patriarcado” y afirman: “Uno de cada cinco niños, niñas y adolescentes sufre abuso sexual antes de cumplir los 18 años”.

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