El mal llamado y peor definido “Populismo” (Ansaldi, Rouquié, Laclau), designa a una serie de gobiernos elegidos por las mayorías bajo formas democráticas (Perón, Vargas, Lázaro Cárdenas, Velasco Alvarado). Claro está, como hasta mediados del siglo XX en las democracias latinoamericanas no elegían las mayorías, estos estudiosos pensaron que a los gobiernos verdaderamente democráticos había que llamarlos de otra manera. En fin, estos gobiernos lograron una vinculación estrecha, fraternal-paternal si se quiere con sus pueblos gracias a un conjunto de acciones que transformaron la realidad en estos suelos. En consecuencia, las decisiones de los gobernantes eran tomadas con confianza y obediencia. La llamada Justicia Social promovida por ellos trastocó las bases civilizatorias promovidas por las potencias del Atlántico Norte: por ejemplo, la solidaridad mecánica (liberal y atomizada) fue reemplazada por una solidaridad orgánica, cooperativa y comunitaria. Mientras la idea de Civilización liberal y progresista se fundaba en un sistema de creencias regidas por una moral individualista (leyes por encima de los humanos), la segunda presentaba una sociedad cooperativa con conciencia integral y forma orgánica, gracias a la educación y sentimiento nacionalista. En síntesis, los humanos de ese agregado social asumen que cada uno forma parte de algo mayor, colaborando juntos para mejorar el funcionamiento de la organización que integran.

En resumen, “obedecer” y “confiar”, dos malas palabras para la Civilización de la OTAN, son fundamentales para otras concepciones de Civilización, que encuentro por ejemplo en los gobiernos de J. D. Perón y en algunas acciones que frente a la pandemia tomaron ciertos gobiernos en Asia. El filósofo surcoreano alemán, Byung Chul Han, ha comparado los resultados en relación al Coronavirus en Europa y en Asia. Afirma que los Estados asiáticos han respondido de forma más eficiente a las medidas necesarias. Según el filósofo, las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa. Confían más en el Estado. En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia con técnicas muy eficientes de reconocimiento facial. En suma, en Asia toda esta infraestructura enlazada con una concepción civilizatoria distinta de la de la OTAN, ha resultado ser ahora sumamente eficaz para contener la actual epidemia.

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