Los días 26 y 27 de noviembre se realizó en la Universidad la “VII BIAU – Bienal Internacional de Arquitectura y Urbanismo”, bajo el título “Hábitat en movimiento: una mirada de las ciudades latinoamericanas hacia Hábitat III”. El encuentro fue organizado por el Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires (CAPBA), y contó con el auspicio de la Federación Argentina de Entidades de Arquitectos (FADEA), el Municipio de Lanús y la Universidad Nacional de Lanús.

El encuentro contó con la presencia de especialistas de Ecuador, México, Brasil, España, Uruguay y la Argentina, quienes expusieron y reflexionaron sobre temáticas tales como “Movilidad”, “Paradigmas” y “Hábitat”: áreas muy sensibles, que urge abordar en un tiempo en que las ciudades concentran el grueso de la población de todos los países, con una clara tendencia a que cada vez más gente cambie la vida rural por la vida urbana.

CAPBA organiza estos encuentros internacionales cada dos años, con prebienales intermedias que se realizan en los distintos distritos del Colegio en las cuales se convoca a todos los actores que participan en la construcción de la ciudad. Tanto las prebienales como las bienales tienen como objetivos difundir propuestas, facilitar ámbitos de formación e intercambio entre profesionales, especialistas y decisores urbanos de diferentes niveles, e instalar determinados temas en estamentos gubernamentales y en la comunidad en general.

Fundamentos de VII BIAU

“La convocatoria 2015 para la VII Bienal Internacional de Arquitectura y Urbanismo/VII BIAU apela, en esta ocasión, a entender a nuestras ciudades –las bonaerenses, las argentinas, las latinoamericanas- como hábitats complejos que están en movimiento. Están en movimiento creciente sus habitantes, valorizando el fenómeno de la movilidad como un objeto conceptual y una faceta de la disciplina cada día más insoslayable al abordar la planificación y gestión urbanas.

Están en movimiento acelerado los procesos de urbanización, haciendo ciudad sobre la ciudad, por un lado, con la recalificación de los centros degradados, los grandes proyectos urbanos y la promoción de actividades turísticas, así como, por otro lado, expandiendo y colonizando las periferias por fuera de todo límite de racionalidad socioeconómica. Ambas tendencias confluyen en el encarecimiento del suelo calificado y en desplazamientos de actividades y poblaciones.

Pero están también en movimiento los paradigmas de la disciplina. En las últimas décadas, diversas ciudades latinoamericanas, gobernadas por partidos políticos con distintas orientaciones, han impulsado un conjunto de similares políticas públicas, programas urbanos y otras “recetas” urbanísticas: smart cities, new urbanism, concertación público-privada, cooperación descentralizada, gobierno digital, marketing urbano, sociedad de la información, etc. Este menú, como a menudo ocurre con muchos otros conceptos que se utilizan de manera irreflexiva y acrítica, posee un uso polisémico, ideologizado, o incluso altamente idealizado cuando se trata de legitimar la ordenación capitalista de las ciudades y de ocultar las desigualdades sociales que generan dichas intervenciones”.

 

La Casa Curutchet

Desde 1989 el Consejo Superior del CAPBA se hace cargo del cuidado y mantenimiento de esta obra -único proyecto de Le Corbusier construido en Latinoamérica-, rentándola para su Sede Central. A partir de 2001, con la compra de la propiedad del contrafrente para cumplir esas funciones institucionales, se la conservó para desarrollar en ella actividades culturales y de formación profesional. La intención de CAPBA es convertir la Casa en un Museo de Arquitectura que permita difundir y fomentar la cultura arquitectónica y urbanística argentina.

A fines de 1948 el médico cirujano Pedro Curutchet le escribió a Charles-Édouard Jeanneret, Le Corbusier, el padre del modernismo, encomendándole el proyecto para la construcción de su vivienda particular y consultorio en la ciudad de La Plata. La construcción comenzó en 1949 bajo la dirección del arquitecto argentino Amancio Williams. Algunas desavenencias entre el Dr. Curutchet y el Arq. Williams resultaron en la renuncia del segundo. Bajo la dirección del Arq. Simón Ungar primero, y luego del Ing. Alberto Valdés, la obra fue concluida en 1955.

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