En 1810 la Revolución de Mayo había comenzado. A instancias del secretario de la Junta, Mariano Moreno, comenzó a publicarse La Gazeta de Buenos Ayres. En su redacción participaron también Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Manuel Alberti, Pedro Agrelo y Bernardo de Monteagudo, entre otros, quienes tuvieron a cargo la tarea de hacer conocer “una exacta noticia de los procedimientos de la Junta, una continuada comunicación pública de las medidas que acuerde para consolidar la grande obra que se ha principado, una sincera y franca manifestación de los estorbos que se oponen al fin de su instalación y de los medios que adopta para allanarlos”[1].En su primer número, el 7 de junio de 1810, La Gazeta expresaba: “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el “poder” para cubrir sus delitos. Para logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal con el título de Gazeta de Buenos Ayres”. Nacía así el periodismo militante de la Revolución de Mayo en manos de sus líderes y con financiamiento del Estado. Está en nuestra matriz revolucionaria.

En el marco del nacimiento de la revolución del peronismo del 17 de octubre de 1945, diarios como Democracia o Tribuna y revistas como la humorística Descamisada, opuesta ideológicamente a Cascabel, eran de los pocos medios decididamente enfrentados a la Unión Democrática[2]. El entonces coronel Juan Domingo Perón, en su calidad de Vicepresidente de la Nación y Ministro de Guerra del gobierno que presidía el general Edelmiro Farell, funda el 14 de abril de 1945 la agencia nacional Telenoticiosa Americana –TELAM- con el fin de contrarrestar la hegemonía informativa de las agencias extranjeras, en particular las estadounidenses UPI y AP. Elige para su fundación el Día de las Américas.

El emprendimiento era entonces una asociación de capitales privados y estatales. Las primeras informaciones eran de interés general y se distribuían en forma “gratuita” a diarios y radios porteñas estatales. Luego, años después, el golpe militar de la llamada Revolución Libertadora, que derrocó al gobierno del general Perón en setiembre del 55, congeló el crecimiento de la empresa y la llevó al borde de la desaparición. Peronistas de la primera hora fueron, entre otros, los periodistas José Gobello, Valentín Vergara, Mauricio Birabent, Fermín Chávez, José María Fernández Unsain, Lizardo Zía, y Jorge Ricardo Masetti, quien luego fundará la Agencia Latinoamericana de Noticias, en Cuba, en los 60, con la participación de Rodolfo Walsh y el apoyo de Ernesto “el Che” Guevara.

Salvo algunos medios como el diario La Época, cuando el coronel del pueblo llega al gobierno (1946) el sector mediático que tiene una exitosa presencia empresaria PyMe sin definición oligárquica es el naciente rubro de la radio. Con una fuerte presencia de los sectores de la oligarquía en los periódicos gráficos: Los Mitre en La Nación, Los Gainza Paz en La Prensa, y aun Botana en Crítica. Noble, un conservador que funda el diario Clarín, fue adverso al peronismo hasta el 51 en que se vio beneficiado por la expropiación del diario La Prensa que, al ser manejado por la CGT, le dejó el campo libre al desarrollo de los clasificados que hasta entonces lideraba esa publicación. Estos medios gráficos amigos de la oligarquía más o menos modernos, más cerca de los intereses de Inglaterra o de los EE.UU., defienden entonces intereses contrarios a la política que va a desempeñar el gobierno revolucionario de Juan Domingo Perón. El diputado justicialista John William Cooke califica al diario La Prensa, como “enemigo de la nación y de la clase trabajadora, complotado con los intereses capitalistas”. Lo hace en oportunidad de reunirse la comisión bicameral del Congreso Nacional que determinó su expropiación a raíz de los negociados realizados por la empresa en la importación de papel de diario.

En agosto de 1947 Jaime Yankelevich, un exitoso empresario radial le ofrece al Estado la venta de su red de emisoras en seis millones de pesos. Perón dispone que el Estado argentino compre esa y todas las demás radios, pidiéndole a los otros empresarios radiofónicos que le pongan un precio y finalmente se las compra. Quien no quería venderla, no lo hacía, como sucedió con los dueños de LV1 Radio Graffigna, en Mendoza, que no acuerdan con el gobierno. Es decir que las demás radios pasan a ser del Estado nacional.

El Consejo Económico Nacional, presidido por el empresario Miguel Miranda, el Instituto Argentino de Promoción Industrial (IAPI), Correos y Telégrafos, dirigido por Oscar Nicolini y el Banco Industrial de la República Argentina, con Oscar Maroglio a la cabeza, se lanzan a comprar todas las radios privadas del país. Como hicieron Cablevisión y Multicanal en los 90 cuando le compraron los canales de cable a sus dueños, y los pusieron al frente como sus nuevos gerentes a cargo de la señal local y luego a manejar el negocio de la conectividad de Internet a sus abonados. Perón les dice a sus ex dueños que se queden al frente de las radios a gerenciar sus ex empresas. Los convierte en una suerte de funcionarios y a la vez les abre la posibilidad de hacer buenos negocios con reglas de juego claras y total transparencia explotando y acrecentando el éxito de sus medios y el éxito del Estado. Perón no le teme a la actividad privada, los empresarios argentinos de la radiofonía no eran enemigos de la revolución, lo que no quería Perón era cederle el poder al enemigo estratégico: Gran Bretaña, ni a su socio los EE.UU. de Norteamérica, ni a la oligarquía nativa asociada a ambos, lectora y auspiciante de los diarios La Prensa y La Nación o Clarín y Crítica. Las radios pasan a  formar cadenas informativas, cubriendo el territorio nacional y a depender de la Subsecretaria de Prensa y Difusión del gobierno de la Revolución que lideran Perón y Evita.

Naturalmente los sectores internacionales que operaban sobre Argentina, ponen el grito en el cielo por toda esta política comunicacional activa de Perón. Goar Mestre, empresario radiofónico cubano de una Cuba precastrista, amigo de Spruille Braden (que antes de ser embajador norteamericano ante la Argentina, había sido embajador en Cuba), en total consonancia con EE.UU. acuerda con 14 empresarios de otros tantos países ligados a la misma influencia política (Brasil, Canadá, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, México, Panamá, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela) realizar el siguiente Congreso Internacional de la AIR (Asociación Internacional de Radiodifusores) en la Argentina para presionar a Perón. La declaración de la AIR intenta que el presidente argentino abandone su política de explotación mixta de las radios y empujar a que abra la tenencia de importantes medios de Argentina a radiodifusores privados libres, con apoyo del exterior o que puedan recibir soporte de capital extranjero para intervenir en la batalla informativa y cultural a favor de la penetración imperial. Bramuglia, el canciller argentino cita a Mestre y le dice que ha cometido un acto incalificable que el gobierno de la Nación Argentina no puede permitir: “El general Perón pide que le devuelva el documento firmado por ustedes que él no puede recibir porque representa a un grupo de ciudadanos extranjeros que se han entrometido en los asuntos internos de un país soberano, en abierta violación de la Carta de San Francisco”.

De allí en más, Yankelevich es un protagonista exitoso del peronismo en el gobierno, y culminará su participación estelar en esta etapa revolucionaria del país con la puesta al aire del primer canal de televisión argentino, el primero de habla hispana en el mundo, el canal 7 de Argentina, a instancias del General Perón y de la misma Evita en persona que lo inaugurará con su discurso. La irrupción de la televisión, lleva al Poder Ejecutivo Nacional a proponer una nueva ley para regular jurídicamente la radio y la TV. La Ley de Radiodifusión número 14.241 se dicta en el Congreso de la Nación en 1953 siendo la primera y única Ley de Radiodifusión promulgada por un gobierno constitucional, antes de la decidida por Cristina Fernández de Kirchner y liderada por Gabriel Mariotto, sancionada por el Congreso nacional, con el aporte de la Coalición para una radiodifusión democrática y los Foros en donde se debate esta Ley auténticamente inclusiva y democrática, en todo el país.

En 1953 se define el servicio de radiodifusión, según el artículo 2º como de interés público y que será prestado mediante licencias, que serán adjudicadas, previa licitación pública, por el Poder Ejecutivo[3]. La ley postula el principio de la subordinación del interés particular al interés social, cultural, económico y político de la Nación (Art. 5º) y hace responsable a cada estación del contenido de sus informativos. (Art. 4º).

En 1955 se produce la Revolución Libertadora conocida en el peronismo como “Revolución fusiladora” ya que el presidente golpista Pedro Eugenio Aramburu y el almirante Isaac Rojas dan la orden de fusilar a patriotas civiles y militares leales al gobierno constitucional de Juan Perón que intentan recuperar el gobierno para sus autoridades constitucionales. El 25 de noviembre de 1957 nace la TV privada por el decreto 15.460 del gobierno contrarrevolucionario. El gobierno militar de Pedro Eugenio Aramburu, dentro de la llamada Revolución Libertadora, licitó las tres estaciones de televisión en la ciudad de Buenos Aires: los canales 9, 11 y 13, y en abril de 1958, firma un decreto mediante el cual se adjudican las primeras licencias para establecer canales de televisión privados. Se pone en el aire el Canal 9, (CADETE) con el aporte financiero de la cadena norteamericana NBC vinculada con la productora de cine Emelco-Lowe inaugurando sus transmisiones el 9 de julio de 1960.

Enseguida aparece nuestro conocido Goar Mestre, amigo de Spruille Braden, es decir, de la Embajada norteamericana, respaldado por la CBS y el grupo editorial Time-Life para fundar Proartel y Canal 13, cuyas emisiones comienzan el l° de octubre de 1960. Goar Mestre, asociado con CBS y Time Life explorará el naciente mercado televisivo en Venezuela, Perú y también en la Argentina, donde se afincará para siempre ya que su esposa, Alicia Martín, había nacido aquí[4]. Un par de meses más tarde, el 21 de julio de 1961, se suma Canal 11, merced a los buenos oficios de la también norteamericana ABC. Es decir que la Revolución Libertadora les entrega los tres canales que había decidido instalar y licitar el general Juan Domingo Perón a las tres cadenas norteamericanas ABC, CBS y NBC con la misma lógica que ingresa a la Argentina al Fondo Monetario Internacional, lo que había sido evitado por el Presidente Perón durante sus diez años de gobierno.

La apertura no está referida a la libertad de expresión ya que mientras la revolución “fusiladora” le abre la puerta de Argentina a las corporaciones mediáticas de los EE.UU. se prohíbe por Decreto Ley 4161 del 5 de marzo de 1956 la utilización de la fotografía, retrato o escultura de los funcionarios peronistas o sus parientes, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del presidente depuesto, el de sus parientes, las expresiones peronismo, peronista, justicialismo, justicialista, la marcha de los Muchachos Peronistas y Evita Capitana, etc.

Como era de esperar comenzaron a salir algunos órganos independientes y de combate que fueron sucesivamente clausurados y sus directores encarcelados. En esa barrida cayeron Consigna, El 45, Lucha Obrera, El Federal, Surestada, El Soberano, El Descamisado, La Argentina, De Frente, Nueva Etapa, etc., junto con los cuales fueron a parar a la cárcel los periodistas Juan Puigbo, WaIter Vezza, Raul Prieto, J. Güemes, Bustos Núñez, el Coronel Gentiluomo y muchos otros como Osvaldo Méndez, Tulio Jacovella, Luis Sobrino Aranda. R. Frigerio, Damonte Taborda, Nora Lagos, Arturo Jauretche, Alejandro Olmos, A. Cervino, etc., que se encontraron prófugos o se exiliaron en otros países. “Esa es la libertad de prensa amparada por estos simuladores indecentes, que han aprendido de sus mandantes, la técnica de la falsedad, que están aplicando por métodos dignos de la causa y los intereses que sirven” dice Juan Domingo Perón en su libro Los Vendepatria escrito en Venezuela cuando no le permitían volver a la Argentina. El exilio de Perón dura dieciocho años y con su exilio, se liquida el modelo de justicia social que busca nivelar para arriba a la sociedad argentina, igualando oportunidades en la realidad de las personas. Los medios de comunicación masivos en manos de las cadenas norteamericanas impulsan la dependencia cultural de las clases medias mostrando las bondades del sistema de vida norteamericano, fundamental para convencer a los votantes sobre lo “indigno” del modelo justicialista de distribución de la riqueza.

 

Medios y formas

Para el pueblo, las formas se adaptaron a la posibilidad de comunicación en cada etapa. Durante la resistencia peronista, del 55 hasta el 1972, el general Perón mandaba a sus contactos fiables, unos cassettes de audio con su palabra, su análisis de la situación y su consejo. Los compañeros hacían copias y se distribuían de tal manera que pronto su multiplicación llegaba hasta los rincones más aislados de nuestra geografía. Escuchar su palabra era un bálsamo para el alma del pueblo separado de su mano.

Los gobiernos de Frondizi e Illia no logran vencer la dependencia económica ni cultural y la dictadura de Onganía, Levingston y Lanusse desembocan en el cordobazo, el rosariazo y el retorno del General Perón a la Argentina. De esa época se rescata y destaca el periodismo gráfico en la revista Qué fundada por Rogelio Julio Frigerio y Baltazar V. Jaramillo, un gran éxito editorial que sirvió como medio de debate por parte del desarrollismo, con un punto de vista crítico hacía la gestión de Arturo Illia y columnas escritas por Ernesto Sábato, Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz y cartas de lectores de Rodolfo Walsh[5].

El Dictador Juan Carlos Onganía luego de exigir la renuncia del presidente Arturo Illía, y, en la seguridad de que eran un reducto opositor, decidió intervenir las universidades quitándoles la autonomía y el cogobierno, conquistas logradas con la reforma de 1918. La consecuencia fue el despido y la renuncia de más de 700 docentes que abandonan el país para continuar sus brillantes carreras en el exterior. Los principales beneficiarios del programa económico de su ministro del área, Adalberto Krieger Vasena, fueron los grandes empresarios y las más importantes empresas industriales, muchas de ellas multinacionales. Devaluó el peso un 40% y controló la inflación congelando los salarios, una receta muy conocida[6]. Onganía implantó una rígida censura que alcanzó a toda la prensa y a todas las manifestaciones culturales como el cine, el teatro y hasta la lírica, como en el caso de la ópera Bomarzo de Manuel Mujica Lainez y Alberto Ginastera[7].

La comunicación fue siempre, para los militantes peronistas, una forma de lucha estratégica ya que había que llegar a todo el pueblo con la noticia, porque esta era el principal aliado frente al poder del enemigo. En 1969, el Cordobazo, un golpe a la omnipotencia de la oligarquía argentina y la Embajada de los EE.UU., daría por terminado el “reinado” de Onganía al unirse los sindicatos y los estudiantes en una fogosa y valiente rebelión popular. Lo sucede Levingston y más tarde Lanusse que desafía a Perón a volver al país, cosa que el general hace el 17 de noviembre de 1972.

Perón ha vivido más de diez años en Europa y se ha acostumbrado a convivir con la radio y la televisión en manos del Estado. Conoció la TVE el primer canal de televisión estatal creado en España, en 1956 con series españolas y latinoamericanas, cine sobre todo nacional y algo estadounidense, magacines y reportajes de actualidad, informativos y algunas de las competiciones deportivas más populares[8]. La televisión estatal de Italia que comenzó en 1939, a partir de las primeras emisiones experimentales de televisión realizadas en ese país, aunque no hubo un servicio regular hasta 1954. La RAI Radiotelevisione Italiana (con tres canales de programación variada) perteneciente al Estado tuvo carácter público[9]. En Francia desde 1949 los medios públicos se agrupaban en la empresa Radiodiffusión Télévisión Française (RTF, 49/64), reformada en 1964 como la Office de Radiodiffusión Télévisión Française. La televisión alemana había comenzado a transmitir el 22 de marzo de 1935, aunque pocos aparatos podían captar la señal. Los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 le hicieron dar el gran paso porque transmitió esos días hasta ocho horas diarias. En 1948, se permitió transmitir programas de televisión en la zona británica de Berlín, permiso que luego se extendería a toda Alemania, que a partir de ese año se dividió en Alemania Occidental, con influencias de Estados Unidos y sus aliados, y Alemania Oriental, con influencias de la URSS. La división no impidió el desarrollo de la TV a ambos lados de la frontera. La era del color en la TV llegó a Alemania Occidental en 1967, aunque había poca oferta de canales de televisión[10]. Perón entiende que el modelo europeo donde el Estado ocupa el rol que asegura el proyecto nacional del Pueblo y de la Nación garantiza las libertades individuales, un rol que pretenden ocupar las multinacionales. Las televisiones estatales de Inglaterra, Italia o España, son ejemplos de enseñar sin aburrir, de entretener con ingenio; la sólida televisión pública norteamericana, la TV educativa de Japón y, sin ir tan lejos, ciertas experiencias en Chile y México, han logrado hacer una televisión, creativa, competitiva y profunda, con programas culturales y de nivel.

A partir de allí, Argentina volverá a instalar un modelo más europeo con las innovaciones que Perón ya le había hecho en los 50, es decir con la participación activa del empresariado privado y el control garantista del Estado argentino. Durante el breve gobierno del doctor Héctor J. Cámpora, en 1973, el peronismo mantuvo un perfil bajo, concentrando su interés en la administración del Canal 7, cuyo primer director, Juan Carlos Gené representaba a toda una generación de actores guionistas y realizadores que habían decidido trabajar en grupo, David Stivel, Bárbara Mujica, Emilio Alfaro, Carlos Carella, Federico Luppi y Marilina Ross, sectores progresistas y creativos, pronto amenazados por la Triple A. Su correlato gráfico estaba representado por el diario Noticias, cuya tirada llegó en algún momento a 130.000 ejemplares, una innovación editorial que surgió tras la asunción del presidente Cámpora, dirigido por Miguel Bonasso, con Pablo Giussani, Horacio Verbitsky, Rodolfo Walsh y el historietista Héctor G. Oesterheld que publica allí La Guerra de los Antartes. La revista El Descamisado, que dirige Dardo Cabo es un éxito editorial militante que llega a vender 250.000 ejemplares.

A Cámpora lo sucede el General Perón que gana con el 62% de los votos el derecho a ejercer la Presidencia de la Nación por tercera vez. Un sueño mayoritario de un pueblo dignificado por los diez años del gobierno del General. En su primera comunicación personal al Parlamento tras su retorno al poder, el ya presidente de la Nación argentina, comenzando su tercer mandato al frente del país califica a la TV de servicio público, que, por estar dirigido a satisfacer necesidades, requerimientos y exigencias comunes a la mayoría de la población, debía, ser prestado por el Estado Nacional, provincial o municipal. “No puedo explicarme que la TV, que entra en la casa de todos los argentinos, pueda estar en manos de quienes defienden otros intereses que no sean los de la comunidad” dice Perón. Al estar vencidas, las licencias para el manejo privado de los canales 9, 11 y 13, Perón indica que no se las renovará a su vencimiento, y decide dar por terminado el ciclo iniciado por Aramburu y Rojas en 1955. Es una orden de Perón. Se lo habían pedido los artistas, intelectuales y los sindicatos de los medios a su venida al país, en una multitudinaria y ya legendaria reunión acaecida en el Teatro Cervantes de la ciudad de Buenos Aires. Se dispone, entonces, la intervención de los canales 9, 11 y 13, horas antes de la asunción presidencial de Perón, con la firma Raúl Lastiri, el presidente interino. La intervención extiende sus efectos a las productoras cautivas como Proartel, Telerama y Telecenter. El 1 de julio fallece el teniente general Juan Domingo Perón, presidente de la Nación su esposa y vicepresidenta, María Estela Isabel Martínez lo sucede. El 23 de julio de 1974 los canales 9 y 11 fueron tomados y ocupados por el Sindicato Argentino de Televisión. Se intentaba así evitar que los ex permisionarios vaciaran las emisoras, se llevaran la memoria artística y el equipamiento que el pueblo estaba pagando en compensación a la nueva circunstancia. No era una conversación entre señoritas. Nunca lo fue[11]. El 30 de julio los propietarios aceptan vender los bienes muebles e inmuebles de los canales 9, 11 y 13 y de las productoras Telecenter (proveedora de contenidos del 9) y Proartel (proveedora del 13) dando por terminada la discusión, indemnizándose a los ex licenciatarios. El l° de agosto de 1974 la estatización de los canales 9, 11 y 13 ya era un hecho sin retorno, fue ratificada la intervención, no solo de la onda sino también de las propiedades y todos los activos corrientes. La CGT y las 62 Organizaciones apoyaron la medida.

El nuevo proyecto

“Vamos al 13, dice Osvaldo Papaleo, e hicimos una experiencia valiosa, convocamos a Juan Carlos Gené que enseguida escribió un ciclo importante, hicimos La Noche de los Lápices, estaba Stivel, Renán, no hostigábamos ideológicamente en nada, al contrario, tratábamos de hacer una cosa de buena calidad, yo calculo que le cambiamos pocas cosas al canal, pero ojo sabíamos que estábamos en terreno minado, el personal estaba en contra nuestro, en contra nuestro ideológicamente que es lo más terrible, pensaba que esto era fruto de una expropiación a un tipo que era dueño justo y bueno como Goar Mestre, hoy creo que hay tipos de canal 13 que siguen defendiendo a Goar Mestre”[12] .

En septiembre de 1974 se produce la drástica nacionalización de las bocas expendio de los derivados del petróleo, dándose de baja a las estaciones de servicio de la Shell y la Esso, poniéndolas bajo la bandera argentina de YPF. Se comienzan a asignar espacios centrales semanales a los líderes de la oposición en la búsqueda del equilibrio estatal. Los acontecimientos vertiginosos, las presiones del establishment y la violencia paramilitar que anticipaba la intención golpista no les dieron tiempo para que el pueblo advirtiera la profundidad del cambio, antes del golpe del 76.

Cuando el Estado está a cargo, en el marco de un Proyecto de excelencia nacional y popular, siempre protagoniza períodos con grandes logros de nivel artístico y al mismo tiempo populares en Argentina, ya que los artistas populares, triunfan en los medios privados porque la oligarquía necesita cautivar a amplios sectores de audiencia para traficar su ideología y sus argumentos económicos y las empresas transnacionales se ocupan de proveer fondos necesarios para financiarlos a través de sus productos comerciales y sus agencias cautivas. En este caso, en esa etapa brillan ciclos como Nosotros (11), con Norma Aleandro, Federico Luppi y elenco rotativo, con libros de Alberto Adellach, Ricardo Halac y Carlos Somigliana; La batalla de los ángeles (13), escrito por Juan Carlos Gene y actuado por Pepe Soriano, Beto Gianola, Miguel Angel Solá y María Luisa Robledo y Cuentos para la noche y Arriba el telón en canal 7.

En la noche del 23 de marzo de 1976, Oscar Alende le habló al país. Un par de horas más tarde, Isabel Perón era depuesta por la junta comandada por Videla, Massera y Agosti. Comenzaba la Dictadura del Proceso. Paradójicamente, los peronistas, que habían iniciado la televisión en el país y que, años después, la recuperarán para el pueblo argentino, solo dispusieron de un año y medio para desarrollar su programa nacional y popular. La dictadura del Proceso se quedaría con ellos ocho años y los radicales durante el gobierno de Raúl Alfonsín, seis.

Durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, la última dictadura militar, desde 1976 hasta 1983, la administración del canal 13 de Buenos Aires fue entregada a la Armada Argentina, condición mantenida hasta 1983, cuando fue restituido el orden democrático pero continuó bajo la administración estatal[13] el canal 11 de Buenos Aires fue administrado por la Fuerza Aérea, el Canal 9 de Buenos Aires pasó a ser administrado por el Ejército y el canal  7 de televisión, denominado ATC a partir de 1978, permaneció bajo la órbita de la Presidencia de la Nación[14].

Si bien al comienzo de la dictadura pocos fueron los cambios que aparecieron en las pantallas, algunos programas debieron modificar sus tramas y elencos,  ya que varios actores y autores fueron prohibidos. La censura temática se fue imponiendo lentamente, y en 1977 apareció en cada canal la figura del Asesor Literario, que leía los guiones de todos los programas antes de su grabación. Por otra parte, desde el COMFER (Comité Federal de Radiodifusión), que dependía de la Secretaría de Información Pública, se calificaba los programas en NHM (no en horario de menores) o NAT (no apto para televisión) y se elaboraban “orientaciones”, “disposiciones” y “recomendaciones” acerca de los temas, los valores nacionales y los principios morales que debían promoverse desde la programación[15]. La situación económica de los canales, producto de los sucesivos traspasos en su gerenciamiento, era caótica, déficit que redujo los recursos para el financiamiento de producciones nacionales.

Frente a las restricciones temáticas y la grave situación económica, las programaciones consistieron entonces en cuotas mínimas de producciones nacionales y un alto número de series “enlatadas” de EE.UU. Entre las producciones nacionales, se destaca en 1977, en Canal 11 un programa que, según Carlos Mangone, representa la televisión del período: Videoshow de la productora “Marín-De Lorenzo” que produjo también Mesa de Noticias con Juan Carlos Mesa y Gianni Lunadei y El Loco Chávez, el personaje emblemático del periodismo del diario Clarín, con Adriana Salgueiro, Miguel Ángel Merellano y Carlos Rotundo. Videoshow se proponía mostrarle al público imágenes y personajes de distintos lugares del mundo gracias a las “cámaras viajeras”, resulta emblemático de la programación de la dictadura, porque de algún modo legitimaba la ideología del gobierno. El periodista, en distintos momentos fue conducido por Cacho Fontana, Andrés Percivale y Enrique Llamas de Madariaga, entre otros, con la cámara portátil nos llevaba a distintos y lejanos países del mundo, menos al nuestro. La transmisión del mundial 78, que logró un alto índice de encendido de televisores, estuvo signada por la promesa de la televisión color que, por las inversiones necesarias para su puesta en funcionamiento, no llegaría hasta 1980.

El Loco Chávez terminó su ciclo al salir su quinto programa, ya que un informe del COMFER del Proceso aconsejó bajar de la programación del canal 11 de Buenos Aires la serie porque el personaje “era un mal ejemplo para el argentino medio, ya que no le gustaba trabajar” y además “no respetaba las jerarquías” porque se peleaba con su Jefe, Balderi. Igual suerte corrió para  la tira que protagonizaban Osvaldo Miranda y Ernesto Bianco que fue sacada del aire. En radio Belgrano fue levantado el ciclo “5 x Buenos Aires” “porque hablaban como en la calle y no como en la radio”, aunque se supone que tuvo que ver con esa medida la trasmisión de un largo reportaje realizado en enero de 1976 a Héctor Germán Oesterheld, que, como era pasado en varias partes, fue mostrado a los oyentes aún después de que el afamado guionista de El Eternauta fuera secuestrado por las Fuerzas Armadas junto a sus cuatro hijas, luego asesinadas como el autor. En Radio Splendid se prohibió la salida de “Dulces y Pomelos” un programa creado por Julio Cesar Laclau dedicado al rock nacional y la música de “actitud progresiva”. Dora Quadros, la directora de programación de Mundo, Mitre y Antártida estatizadas por el peronismo en 1974, esgrimió sus razones: “El rock trae la droga y la subversión, no se cura con una aspirina, “Hay que cortarle la cabeza con un machete”. “Nuestro límite es este…” Y puso un tema meloso de los hermanos The Carpenters. Cuando ya no fue posible un diario legal como Noticias, apareció ANCLA; casi enseguida nació la Cadena Informativa, más artesanal y más limitada y finalmente surgieron las cartas que llevaban la firma de Rodolfo Walsh, en una vuelta a la propia identidad para llamar la atención acerca de lo que estaba sucediendo.

La Junta militar que tomó el poder en 1976 utilizó, de manera sistemática, los medios de comunicación como espacio de construcción de un discurso oficial que eliminara otras voces a través de la censura a medios o personas, hasta llegar al extremo de la detención, desaparición o exilio forzado de periodistas, intelectuales, artistas y trabajadores del ámbito de la cultura[16]. Cuando el régimen de Videla y Martínez de Hoz se fijó en Walsh el valioso y valiente escritor y periodista fue secuestrado, torturado y asesinado como tantos otros militantes peronistas como Dardo Cabo, Cristina, Guillermo y Leonardo Bettanín, Haroldo Conti, Héctor Germán Oesterheld, Norberto Habbergger, Raymundo Gleyzer, Ignacio Ikonicoff, Miguel Francisco Lizaso, hasta pasar el centenar, y en definitiva, como a otro periodista de la revolución, Mariano Moreno, envenenado en alta mar por luchar por la Patria contra los mismos intereses que antes de Martínez de Hoz, representara Bernardino Rivadavia[17].

Cuando se cumplía el 89% de su período de gobierno la dictadura del Proceso licita la enorme mayoría de las radios y canales de televisión a su cargo en todo el país y se los adjudica a grupos sociales y empresarios que responden a su ideología e intereses como garantes de su mirada y resguardo ideológico de intereses en la siguiente Democracia. Se los entrega poco tiempo antes de asumir el gobierno el Doctor Raúl Alfonsín.

Como observa Andrés Avellaneda, el discurso de censura cultural en la Argentina se organizó lentamente durante más de un cuarto de siglo hasta alcanzar una etapa de aceleración a partir de mediados de la década del 70, cuando, dentro del aparato represivo, dicho discurso tomó a su cargo lo que en el lenguaje castrense de entonces dio en llamarse ‘guerra ideológica’: el espacio final donde, a juicio de los militares y de sus apoyos civiles, se generaba la “subversión”[18].

 

En democracia

El retorno de la democracia el 10 de diciembre de 1983, trajo aires frescos en la sociedad y por ende en la televisión, que renovó formatos y lenguajes, mostrando el grado de creatividad y madurez que el medio podía alcanzar. Alejandro Romay retomó la conducción de Canal 9, efectivizada el 25 de mayo de 1984. Paralelamente, Canal 2 fue otorgado a José Irusta Cornet, quien más tarde estuvo asociado con Héctor Ricardo García. En cuanto a los Canales 11 y 13, continuaron bajo administración estatal[19]. Lo que había sido recuperado por el peronismo en 1974, y había sido utilizado por la Dictadura del Proceso en contra del peronismo y toda posible protesta o crítica social y política, ahora estaba en manos de la Democracia de Alfonsín.

A partir de 1986, fue autorizado el uso de los satélites para la transmisión de televisión y radio tanto dentro del país como hacia el exterior, permitiendo asimismo la recepción de cadenas extranjeras. Esto conformó una de las principales ofertas de la televisión por cable, que comenzó su gran desarrollo. Con el tiempo sería absorbido y monopolizado por el grupo Clarín.

En 1987, Semana Santa cayó también en abril, pero desde el jueves 16 al domingo 19. Fue ese Domingo de Pascuas de entonces, un Domingo de Pascuas cuando el entonces presidente Raúl Alfonsín apareció por segunda vez en el balcón de la Casa Rosada y dio por terminado el primero de los alzamientos militares contra su gobierno. Venía de entrevistarse en Campo de Mayo con el jefe de la rebelión, Aldo Rico. Los carapintadas encabezados por Aldo Rico no habían querido dar un golpe de Estado, y Raúl Alfonsín dijo que ellos “han provocado esta circunstancia que todos hemos vivido, de la que ha sido protagonista fundamental el pueblo argentino en su conjunto”. “Para evitar derramamientos de sangre di instrucciones a los mandos del Ejército para que no se procediera a la represión. Y hoy podemos dar todos gracias a Dios. La casa está en orden y no hay sangre en la Argentina.” Era el 19 de abril. Luego, los hechos se sucedieron rápido. En junio el Congreso aprobó, a propuesta del Poder Ejecutivo, la Ley de Obediencia Debida, que exculpaba a los oficiales de rango medio y bajo[20]. En ese momento algunos comunicadores militantes del proyecto nacional y popular, nos dimos cuenta que si los militares súbditos del Departamento de Estado de los EE.UU. volvían a tomar el poder, los medios estatales que había logrado recuperar el gobierno peronista en 1974 para el pueblo argentino volverían a manos del enemigo del pueblo y de la Patria.

Fue cuando comprendimos que no era en el Estado donde debía guardarse la libertad de expresión. Allí surgió entonces, la revolución de las FM. Habían llegado al país unas revistas españolas que traían un chip imprescindible para emitir radio desde un equipo más complejo. La educación durante el gobierno de Perón y el alto grado de consumo popular de electrodomésticos que sucedió como parte del confort creciente combinado con la creación de las universidades obreras y todo tipo de cursos de capacitación para arreglar artefactos electrodomésticos generaron un gran movimiento de técnicos que fueron importantísimos para la generación de transmisores nacionales de tipo artesanal, primero de radio y luego de televisión. Se crearon algunas radios en Río Negro y Neuquén, en el conurbano oeste, en Haedo y Merlo, primero, luego en Liniers en la Capital Federal, y de a poco el boca a boca genero una enorme participación, particularmente de militantes peronistas que entendieron que era la hora de poner medios de comunicación barriales y salir a abogar por la democracia ganando voluntades para el retorno del peronismo al poder. No pasó más que un par de años para que se contaran por cientos las radios y surgieran las primeras asociaciones de medios informales, truchos, clandestinos, comunitarios, o como fuera que se los denominaba. Así, en primer término surgieron ARLIA, la Asociación de Radios Libres y ARCO, la de Radios Comunitarias. Ya eran unas 500 funcionando a pleno con gran apoyo de las comunidades locales, cubrían además, una gran necesidad de comunicación en territorios de vacío radiofónico.

En 1989, durante la campaña electoral que culminara con las elecciones presidenciales tanto Carlos Menem candidato por el Justicialismo como Eduardo Angeloz por el radicalismo se presentaron ante las asociaciones de propietarios de diarios, revistas, cables, radios y canales de televisión privados, reunidos en el CEMCI y comprometiéndose a derogar el artículo 45 de la Ley que sancionara la Dictadura del Proceso que prohibía el acceso de los medios gráficos a la titularidad de radios y canales de TV. En los equipos de campaña del justicialismo del 89, puede advertirse la presencia de intelectuales, grandes artistas, dirigentes de medios alternativos y toda suerte de patriotas de la cultura y la comunicación emparentados con la línea peronista revolucionaria de Perón, Evita y aún de los dirigentes surgidos durante los años 70. Ninguno de ellos creía que Menem iba a ser el candidato del neoliberalismo. En agosto de 1989 Menem firma el decreto 528, que crea una comisión con el fin de ‘realizar la privatización de los medios de comunicación administrados por el Estado nacional’, y también le arranca al Congreso la derogación del artículo 45 de la Ley de Radiodifusión que impedía a las empresas periodísticas a acceder al mundo audiovisual[21].

La Comisión Sindical de los trabajadores de los Medios de Comunicación Social, que aglutina a los once gremios involucrados en el quehacer televisivo, lidera un enfrentamiento contra esa medida de Menem. La solución del Ministro Dromi, adalid de las privatizaciones, dice: Bajamos las cortinas de los canales y seguimos pagando los salarios hasta que se privaticen. La oposición al cierre es tan grande que Menem, a regañadientes, acepta una solución intermedia propuesta por su Secretario de Prensa y Difusión, Jorge Rachid, para que los gremios coadministren los canales juntamente con los interventores designados; y el Estado solo se comprometa a pagar los sueldos con el compromiso de que el resto de los gastos sea cubierto por las propias emisoras.

Se logra así, desde el espacio de la Secretaría de Prensa y Difusión, producir el ordenamiento y la privatización de los medios, definiendo una política con todos los sectores involucrados, COSITMECOS y CEMCI en especial, que paso por jerarquizar los medios estatales a través de Radio y Televisión Argentina (RTA), la Productora Nacional de Programas con Nicolás Sarquís a la cabeza, sin poder encarar nada importante por falta de un presupuesto adecuado y La Televisión Educativa, con aportes extra presupuestarios y apoyo de la UNESCO logrado en ocasión de la reunión de París de 1989.

El autofinanciamiento se logra en el plazo de 3 meses gracias al aporte de los trabajadores de los 11 gremios de la comunicación, (COSITMECOS), que lucharon codo a codo con la Secretaria para evitar en principio, el cierre de las fuentes de trabajo y su posterior remate a precio vil, como pretendían los sectores liberales, y que la confección de los pliegos de la licitación contuviese los intereses de los trabajadores, sin lograr que el Programa de Propiedad Participada fuese una realidad.

Menem, comienza a tejer una alianza con un programa liberal que quiere privatizarlo todo: teléfonos, líneas aéreas, luz, gas, petróleo y los canales de televisión. Apenas unos pocos días después el presidente Carlos Menem firma el decreto de llamado a licitación de los canales, prometiendo favorecer en la licitación del 11 y el 13 a aquellos grupos que admitan la participación de los trabajadores en la conducción de los canales, algo que pronto olvidara. Es que no se puede llegar a Tucumán en un tren que viaja a Río Negro. En la mismísima Casa de Gobierno, Goar Mestre vuelve por tercera vez, ahora, como asesor circunstancial ad honorem de Humberto Toledo, el vocero presidencial quien le aconseja buscar la documentación de las anteriores licitaciones -años 1959 y 1982- para redactar los pliegos de bases y condiciones siguiendo aquellos modelos.

Al sancionarse la Ley de Reforma del Estado, tanto Rachid como León Guinzburg con el apoyo del Espacio Audiovisual Nacional que conducíamos con Octavio Getino con figuras como Coco Blaustein, el Chango Farías Gómez, Carlos Galettini, Gerardo Vallejo, Ramón Navarro y Luis Durán, logramos introducir una cláusula autorizando al ejecutivo a resolver la situación irregular de los medios de baja potencia, facultándolo para su normalización. Esto daba el marco necesario para incorporar a los cientos de radios y ya, algunos canales, que habían surgido para respaldar en la Democracia actuando como una red popular con gran participación ciudadana, en todo el país, generando progresivamente miles de puestos de trabajo sin subsidio alguno.

En el vértigo de la sanción de la Ley Dromi alguien del peronismo en el Congreso, introduce también, sugestivamente, la posibilidad de que el capital extranjero ingresara hasta en un 25 % en los medios electrónicos. Los miembros del Espacio Audiovisual Nacional increpan a Alberto Pierri, el presidente de la Cámara de diputados por esta inclusión entre gallos y medianoche acercándole la voz de los militantes peronistas para que esto sea frenado lo que se consigue por el momento.

En diciembre de 1989, la licitación del canal 13 de Buenos Aires fue ganada por la empresa Arte Radiotelevisivo Argentino (Artear), sociedad mayoritariamente propiedad de Arte Gráfico Editorial Argentino S.A (AGEA), empresa editora del Diario Clarín y perteneciente a su grupo multimedia. Junto con la licencia LS 85 TV la empresa Artear adquirió todos los bienes y se hizo cargo del personal que hasta el momento pertenecían a la empresa Proartel S.A. (Producciones Argentinas de Televisión), antigua compañía de Goar Mestre y asociados, operadora de Canal 13, la cual había sido estatizada en el año 1974[22]. Aquí se termina de consolidar el Grupo Clarín. Aún más, la licitación de Canal 11 también fue ganada por la empresa Arte Radiotelevisivo Argentino (Artear), propiedad del Grupo Clarín. No obstante, debido a que también había obtenido la licencia de Canal 13, tenía que optar por uno de ellos y decidió quedarse con este último y por lo tanto, el 11 terminó en manos de Televisión Federal. La licencia se hizo efectiva el 15 de enero de 1990, adoptando la emisora el nombre Telefe. Para participar de la licitación del canal 11 de TV, de Buenos Aires, se conformó la sociedad Televisión Federal S.A. (Telefe), liderada por la familia Vigil, propietaria de la empresa Editorial Atlántida, en alianza con otros grupos económicos y varios canales de televisión privados de diversas partes del país. La composición accionaria inicial de Televisión Federal S.A. (Telefe) fue la siguiente: 28%: Editorial Atlántida (Familia Vigil) / 14%: Avelino Porto (Universidad de Belgrano) / 14%: Sociedad Comercial Del Plata / 14%: Luis Zanón (Italpark y Cerámicas Zanón) / 30%: Televisoras Provinciales S.A. (Tele-Pro), integrada por Difusión Córdoba S.A. (Dicor) Canal 8 de Córdoba, Radiodifusora de Rosario S.A. (Rader) Canal 5 de Rosario, Neuquén TV S.A. Canal 7 de Neuquén, Emisora Arenales de Radiodifusión S.A. Canal 8 de Mar del Plata, Televisora Tucumana Color S.A. (TTC) Canal 8 de Tucumán, Telenueva S.A. Canal 9 de Bahía Blanca, Compañía de Radio y Televisión del Noroeste S.A. (Cortesa) Canal 11 de Salta, Televisora Santafesina S.A. Canal 13 de Santa Fe, Cuyo Televisión S.A. Canal 9 de Mendoza, Radiovisión S.A. Canal 7 de Jujuy y CAS TV S.A. Canal 7 de Santiago del Estero[23]. La gran mayoría de estos medios tenían licencias otorgadas durante el Proceso de Reorganización Nacional de Videla, Agosti y Massera. El diario Ámbito Financiero cuestionó ambas operaciones, sosteniendo que se trató de actos de corrupción para beneficiar al Grupo Clarín: “¡Lamentable!… Se trata de una adjudicación directa eliminando a los tres oferentes para dejar solo a Clarín… El ala política del gobierno, encerrada entre funcionarios inescrupulosos o inhábiles, termina arrojando cada acto de privatización, que tiene el apoyo de los sectores progresistas de la comunicación, en un círculo de inmoralidades, privilegios y violaciones de la ley”[24].

El segundo momento regulatorio del gobierno de Menem será en el año 94 cuando se modifique la Constitución Nacional. En ella se hace una nueva interpretación de la jerarquía legal. Se introduce como segundo nivel jurídico a los tratados internacionales, y en tercer lugar las leyes. Antes no quedaba clara esa jerarquización. La ley 22285 decía que no podía haber capitales extranjeros en los medios de comunicación. Pero Argentina tiene ahora firmados nuevos tratados de protección y promoción recíproca de inversiones con los EE.UU. Por esa nueva jerarquización jurídica no podía ahora impedirse que el capital norteamericano entrara a los medios de comunicación argentinos. Nos entregaron con las manos atadas. Esto es resistido por los sectores intelectuales que habían apoyado al justicialismo en su campaña. En realidad, lo que la Constitución permite es que cobre materialidad el tratado firmado en el año 91, que hasta entonces no tenía vigencia en ese tema. No podía aplicarse para los medios de comunicación porque la ley lo contradecía. Cuando se firma el tratado de inversiones, se liberaliza la economía. Pero en la era de Carlos Menem Argentina firmó este tratado con los Estados Unidos. En estos tratados se suele establecer áreas de reserva (cada país elige donde no entrarán las inversiones extranjeras): una de las áreas que reservó Estados Unidos fue el área de las telecomunicaciones y audiovisuales; Argentina, por lo tanto, no puede invertir ni en radiodifusión ni en telecomunicaciones en Estados Unidos. Pero EEUU en Argentina, sí. A partir de entonces ocurre la entrada de capitales extranjeros en el sector. Es el momento en el que, por ejemplo, Cablevisión pasa a ser de capitales norteamericanos. Finalmente en 1999, el decreto 1005: firmado en noviembre de 1999, unos meses antes de irse Menem de la presidencia, permitiría dos cosas centralmente: pasar de 4 a 24 la cantidad de licencias que cada operador podía tener; y la transmisión en cadena. Estos momentos regulatorios respondieron a intereses específicos[25].

 

[1] Recuperado de www.elhistoriador.com.ar/

 

[2] GARCÍA, M. (2004) El peronismo y su relación con los medios de comunicación. PERONISTAS para el debate nacional No 5 -agosto 2004.

 

[3] ELÍADES, A. Historia legal de la radio y la televisión en Argentina.

 

[4] Ibídem

 

[5] https://es.wikipedia.org/wiki/Qué!_(revista)

 

[6] www.elhistoriador.com.ar/articulos/revolucion…/politica_en_los_70.php

 

[7] www.elhistoriador.com.ar/biografias/o/ongania.php

 

[8] https://es.wikipedia.org/wiki/Televisión_Española

 

[9] https://es.wikipedia.org/wiki/Televisión_en_Italia

 

[10] https://es.wikipedia.org/wiki/Televisión_en_Alemania

 

[11] GARCÍA, M. (2004) El peronismo y su relación con los medios de comunicación. PERONISTAS para el debate nacional No 5 -agosto 2004.

 

[12] PAPALEO, O. Disertación en la Agrupación Oesterheld Buenos Aires 24/09/2007.

 

[13] Wikipedia https://es.wikipedia.org/wiki/Canal_13_(Argentina)

 

[14] MURÚA, A.B. La televisión pública de elaboración privada.

 

[15] VARELA, M. Entre la banalidad y la censura. Recuperado de www.camouflagecomics.com

 

[16] Ibídem.

 

[17] GARCÍA, M. El peronismo y su relación con los medios de comunicación. PERONISTAS para el debate nacional No 5 -agosto 2004.

 

[18] AVELLANEDA, A. El discurso de represión cultural (1960-1983) Censura, autoritarismo y cultura. Argentina: 1960-1983.

 

[19] https://es.wikipedia.org/wiki/Televisión_de_Argentina

 

[20] GRANOVSKY, M. La Semana Santa de 1987 obra maestra de la Inteligencia militar; www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-191369-2012-04-08.htm

 

[21] SIRVÉN, P. M. El rey de la TV. Goar Mestre y la pelea entre gobiernos y medios.

 

[22] https://es.wikipedia.org/wiki/Artear

 

[23] https://es.wikipedia.org/wiki/Telefe

 

[24] Ámbito Financiero, 26 de diciembre de 1989.

 

[25] GARCÍA, M. El peronismo y su relación con los medios de comunicación. PERONISTAS para el debate nacional No 5 -agosto 2004.

 

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