El diálogo constituye la ‘esencia’ de la acción revolucionaria” 

Paulo Freire

La enseñanza desde una perspectiva dialógica

A cien años del natalicio del pedagogo brasileño Paulo Freire, la relevancia de sus estudios, de su obra y de su práctica invitan a presentar esta breve reseña a modo de homenaje a quien formalizó Pedagogía del oprimido y rompió el cerco de las paredes conceptuales de los estudios relacionados con la educación. 

Paulo nació el 19 de septiembre de 1921 en Recife, Pernambuco (Brasil) y falleció el 2 de mayo de 1997 en San Pablo (Brasil). Estudió derecho en la Universidad de Recife, aunque prefirió dedicarse a la educación y ejercer la docencia. Ocupó distintos cargos públicos relacionados con la educación y la alfabetización. 

Con el golpe de Estado de Humberto de Alencar Castelo Branco en 1964, fue encarcelado hasta que logró exiliarse. El régimen dictatorial duró 21 años, solo superado en extensión en Latinoamérica por el de Alfredo Stroessner en Paraguay, que duró 35 años.  

De su abundante obra, el libro más importante fue Pedagogía del oprimido, de gran influencia en el ámbito educativo regional y mundial a partir de las herramientas que ofrece para la construcción colectiva en la experiencia docente-estudiantil, incluso en nuestra casa de estudios, la Universidad Nacional de Lanús.

Este escrito plantea la existencia de dos concepciones educativas enfrentadas, ya que se relacionan con cosmovisiones o ideologías diferentes y antagónicas. 

Por un lado, una propuesta educativa autoritaria y opresiva; y por el otro lado, una propuesta dialéctica, dialógica, progresista y liberadora. En sintonía con estas dos ideas, se da la relación educadores-educandos.   

Freire sostiene que nadie se libera solo: mujeres y hombres se liberan en comunión. En este sentido, la teoría educativa, política, filosófica, social, es colectivista. En esa comunión es necesario luchar frente a la deshumanización provocada por un orden injusto, estructurado en clases sociales, en un mundo constituido por países que oprimen y países que son oprimidos, con géneros y diversidades que oprimen o son oprimidas, culturas que oprimen y culturas que son oprimidas. Todas estas variables deben ser tenidas en cuenta a la hora de pensar en una posible rehumanización y liberación de los sujetos.

El pedagogo brasileño denomina “bancaria” a la concepción educativa opresora y “problematizadora” a la que responde a un formato educativo liberador de las personas. La primera deposita contenidos en el estudiantado, al que considera como recipientes vacíos que digieren el programa que se imparta. Por el contrario, la segunda plantea interrogantes y genera diálogos, a partir de considerar que les estudiantes cuentan con infinidad de contenidos e historias, ya sea por sus vivencias familiares como por su pasar en otras instituciones educativas o, sencillamente, por mirar televisión, escuchar radio, leer diarios y libros o acceder a Internet y redes sociales. 

En otro de sus libros, Pedagogía de la esperanza. Un reencuentro con la pedagogía del oprimido, reproduce una charla que se da entre un educador (el propio Freire) y un educado (un estudiante) que se dio en una de sus clases y que muestra las condiciones socioeconómicas de los oprimidos, representados en este caso por el educando, que registra su conciencia en torno a la condición de opresión en la que vive. A juicio del pedagogo, el diálogo, el lenguaje, la conciencia, la reflexión, la praxis, permiten cuestionar y transformar la dura realidad.   

“Doctor Paulo” le dice el trabajador. “¿Usted sabe dónde vivimos nosotros? ¿Usted ya ha estado en la casa de alguno de nosotros?” Comenzó a describir la geografía precaria de sus casas. La escasez de cuartos, los límites ínfimos de los espacios donde los cuerpos se codean. Habló de la falta de recursos para las más mínimas necesidades. Habló del cansancio del cuerpo, de la imposibilidad de soñar con un mañana mejor. De la prohibición que se les imponía de ser felices. De tener esperanzas.            

“Pues bien, doctor. Su casa debe ser una casa rodeada de jardín (…). Debe de tener un cuarto solo para usted. Otro cuarto grande para las tres niñas. Hay otro tipo de doctor que tiene un cuarto para cada hijo o hija, pero usted no es de ese tipo, no. Hay otro cuarto para los dos niños. Baño con agua caliente. Cocina con la línea Arno. Un cuarto para la sirvienta, mucho más chico que el de los hijos y del lado de afuera de la casa. Un jardincito con césped inglés. Usted debe de tener además un cuarto donde pone los libros, su biblioteca de estudio». 

No había nada que agregar ni que quitar: aquella era mi casa. Un mundo diferente, espacioso y confortable.   

“Ahora fíjese, doctor, en la diferencia. Usted llega a su casa cansado. Hasta le puede doler la cabeza con el trabajo que usted hace. Pensar, escribir, leer, hablar, el tipo de plática que usted nos acaba de dar. Todo eso cansa también. Pero, una cosa es llegar a su casa, incluso cansado, y encontrar a los niños bañados, vestiditos, limpiecitos, bien comidos, sin hambre, y otra es encontrar a los niños sucios, con hambre, gritando, haciendo barullo. Y uno se tiene que despertar al otro día a las cuatro de la mañana para empezar todo de nuevo, en el dolor, en la tristeza, en la falta de esperanza. Si uno le pega a los hijos y hasta se sale de los límites no es porque uno no los ame. Es porque la dureza de la vida no deja mucho para elegir”. 

El testimonio de este trabajador y la violencia que generan las condiciones socioeconómicas en las que vive, traducidas en sus palabras, al contar con la posibilidad de dialogar, de poner sobre la mesa la situación de clase de los oprimidos, de expresar, de desarrollar con palabras los hechos, de poner en movimiento el lenguaje y de reflexionar, permiten denunciar la situación opresiva y poder generar cierta transformación en el intento de modificar dicha realidad. 

Freire también sostiene que para que una práctica educativa sea liberadora es necesario que haya ciertos temas generadores o determinado contenido programático que se construyen en conjunto entre educandos y educadores. 

Finalmente, en Pedagogía del oprimido Freire desarrolla las características de la teoría de la acción antidialógica y las características de la teoría de la acción dialógica. La primera se basa en la conquista, la división, la manipulación y la invasión cultural. La segunda se basa en la colaboración, la unión, la organización y la síntesis cultural.   

La conquista gira en torno a la introducción de varios mitos o creencias que los sectores oprimidos toman como verdades absolutas. Les son transmitidos, por ejemplo, a través de los medios de comunicación. Como el mito sobre la libertad de trabajo, creencia según la cual todos son libres de trabajar donde quieran; y si no les agrada el patrón pueden dejarlo y buscar otro empleo. O el mito o la creencia de que en el “orden” en el que vivimos se respetan los derechos humanos encubriendo, de ese modo, el derecho al trabajo. Lo mítico en este caso, es que en realidad esas creencias encubren la imposibilidad de gozar del derecho al trabajo en un marco socioeconómico de desempleo, subempleo, trabajo precario. Otro tanto sucede con el derecho a una vivienda digna en un marco de barrios populares, villas miserias, favelas, cantegriles en toda Latinoamérica y el Caribe, donde año a año, además, aumenta la cantidad de personas en situación de calle. 

Igual de falsas son ideas tales como que “todos pueden llegar a ser empresarios siempre que no sean perezosos” o, más aún, el mito de que el hombre que vende por las calles gritando “dulce de banana o guayaba” es un empresario en el mismo nivel que el propietario de una gran fábrica. En el presente y en nuestro país, por ejemplo, la conversión discursiva del trabajo precario en un gran emprendedor. Del mismo modo, el derecho de todos a la educación, en un marco de desgranamiento, caída de las matrículas, o gran diferencia entre los que van a la primaria y los que llegan a la universidad. 

Los ejemplos son inacabables y abarcan también la igualdad de clases, o la confusión del mero asistencialismo (mito de la falsa ayuda) con la real solidaridad. El mito de la “inferioridad” ontológica de los sectores populares y el de la “superioridad” de los sectores poderosos (Freire, 2005, págs. 182 y 183).   

La herramienta de la conquista por parte de los opresores que plantea Freire tiene muchos puntos en común con la colonización pedagógica, con la zoncera madre “civilización y barbarie” y con las zonceras en general que desarrolla Arturo Jauretche.  

La invasión cultural implica imponer la visión del mundo de los opresores a los oprimidos. Su éxito radica en que los invadidos se convenzan de su “inferioridad” intrínseca y reconozcan necesariamente la “superioridad” de los invasores (Freire, 2005, págs. 198 y 200). Con esta “verdad” impuesta, los oprimidos naturalizan su situación social y económica y consideran que forman parte de ella porque, por ejemplo, “Dios lo quiso de esa manera”, del mismo modo que atribuyen injusticias a la “falta de suerte” o al “destino”. Es función de los educadores acompañarlos en desaprender dichas zonceras.  

La teoría de la acción dialógica, por el contrario, implica la construcción colectiva del conocimiento, significa -como dice Freire- descubrirse como Pedro, Antonio o Josefa, con todo el profundo significado que tiene ese descubrimiento (p. 228). Considera que el testimonio en sí mismo es un elemento constitutivo de la acción revolucionaria, es una de las connotaciones principales del carácter cultural y pedagógico de la revolución (p. 231). Por eso, es relevante el diálogo en las aulas entre educandos y educadores. 

Experiencia dialógica en las aulas de la UNLa

Para reflexionar en torno al espacio educativo de la UNLa, hay que concebirla como una universidad del conurbano bonaerense: es decir, ubicada en la periferia de un país periférico, una zona con características tales que uno de los secretarios de redacción del diario La Nación (Pablo Sirven) describió como “africanizada” e “inviable”. 

Desmontar y desaprender dicha afirmación, implica aquello que la misma despoja. Recuperar la humanización negada, apropiárnosla y responder: “¡Africanos y a mucha honra!” La desaprensión de semejante zoncera se da en cada una de nuestras aulas cuando estudiantes y docentes dialogamos en torno a la función de la Universidad y, particularmente, al estudiar ejemplos de las prácticas institucionales propias, tales como la entrega de alimentos y ropa a comedores de la zona con pandemia o sin ella, la participación de estudiantes de enfermería en tareas sanitarias barriales junto a personal médico, o la intervención de estudiantes de Trabajo Social de la UNLa en programas específicos relacionados con violencia de género como el Programa Potenciar Trabajo, o programas de generación de empleo, entre otros. 

La lógica de relación entre opresores y oprimidos se puede ver reflejada en las aulas entre el poder manifestar la palabra o no tener voz. Por eso, la enseñanza dialógica de Freire es liberadora en la medida que implica diálogo horizontal. Para lograrlo es necesario que haya “temas generadores” o cierto contenido programático que faciliten dichas prácticas.

Freire propone el tema de la dependencia del Tercer Mundo. Ese es el eje central del Seminario de Pensamiento Nacional y Latinoamericano (transversal a todas las carreras de la UNLa). Cuando enseñamos los orígenes de América Latina como unidad, o cuando desarrollamos el concepto de identidad latinoamericana o describimos la “Guerra de la Triple Infamia”, son muchos los estudiantes que intervienen mencionando a sus amigos o amigas de Colombia, o que provienen de familias paraguayas, que trabajan con bolivianas y bolivianos, los atienden médicos peruanos, tienen parejas de otros países. 

Recuperar nuestro pasado, honrar las luchas ancestrales, pensar desde América Latina y sobre América Latina nos permite encontrarnos con nosotros mismos y generar prácticas transformadoras en pos de la unidad latinoamericana. 

Para Freire, descubrirse en la identidad individual y, sobre todo, en una identidad colectiva es lo que modifica la realidad y es lo que permitirá la construcción real de la unidad latinoamericana.

Bibliografía:

  • Freire, Paulo (2005) Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores. Buenos Aires.
  • Freire, Paulo (2021) Pedagogía de la esperanza. Un reencuentro con la pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores. Buenos Aires. 
  • Freire, Paulo (2021) Cartas a quien pretende enseñar. Siglo XXI Editores. Buenos Aires. 
  • Jaramillo, Ana (2016) Atlas latinoamericano. Universidad Nacional de Lanús. Lanús, Buenos Aires.
  • Jauretche, Arturo (2002) Los profetas del odio. Ediciones del Corregidor. Buenos Aires
  • Jauretche, Arturo (2012) Manual de zonceras argentinas. Ediciones del Corregidor. Buenos Aires

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