La idea de que la Universidad sea un museo a cada paso, sigue avanzando. Cambiar el punto de referencia de “el paredón” -palabra que remite a la parte más triste y dolorosa de nuestra historia- por “el Campus de UNLa” se afianzó con la colocación de rejas de hierro  en el ingreso de la calle 29 de septiembre.  

La UNLa transmite ideas y sensaciones a la vista de todos aquellos que avanzan por la Avenida. Además del Cine Tita Merello, la Plaza de la Gratuidad Universitaria, los edificios Héctor Oesterheld y Macedonio Fernández, el Jardín Maternal Azucena Villaflor y/o las banderas flameando en el Paseo de la Unidad Latinoamericana, el semáforo en rojo de la calle Cordero invita a que peatones y automovilistas se detengan a observar el vagón Pedro Saccaggio.

El vagón, importado en 1876, estaba ubicado donde hoy se encuentra el edificio Ortega Peña, cuando todo era abandono. Corría 1999. La rectora Ana Jaramillo, junto a otros trabajadores, lo distinguieron entre la chatarra. El día de su cumpleaños, uno de los encargados de tareas de limpieza del predio de aquel entonces, Juan Enrique “Quique” Gughialmelli (H), le pidió que saliera a ver: con sorpresa la Rectora descubrió que el vagón estaba sobre las vías, en su ubicación actual, detrás del edificio Oesterheld.

A mediados de 2015, el Área de Patrimonio Histórico de la UNLa promovió su restauración. El vagón de carga está apoyado sobre 10 metros de vías, tiene 8 metros de largo y  2,5 de ancho, es de madera con techo de chapa. Posee una puerta de ingreso y una ventana transparente con un televisor detrás que transmite el video institucional De la chatarra a la Universidad, en continuado. Se le colocó una lámpara bajo consumo en su interior para que se vea una luminosidad con estilo de otra época, “porque la Universidad tiene que transmitir nostalgia; la nostalgia no es mala, es añoranza”, asegura el responsable del Área de Patrimonio Histórico e impulsor del reciclaje del espacio, Daniel López.

 

El interior del vagón

Al ingresar al vagón se puede observar una biblioteca fabricada con melamina, la cual no emite vapor nocivo para el papel, permitiendo guardar libros de 1883, rescatados debajo de los escombros, donde hoy está ubicada la Escuela Media N° 17; ropa de trabajo donada por el señor Francisco Bucceroni,  ferroviario jubilado, así como también prendas que utilizó el mismísimo Saccaggio; exhibidores con una vieja copiadora de planos, un pectógrafo que analizaba materiales de control de calidad del Ferrocarril, una placa recuperada en el predio nuevo de la Universidad, pequeños rieles, muestras de vías y muchos tesoros ferroviarios más, que invitan a visitar el vagón Pedro Saccaggio una y otra vez.

 

Quién fue Pedro Saccaggio

Nacido en San Giorgio Canavese, Italia, en 1876, llegó a la Argentina con 6 años y empezó a trabajar a los 12 en el Ferrocarril Central Argentino en Victoria -provincia de Buenos Aires-. Tiempo más tarde, comenzó sus estudios en Ingeniería Mecánica. Fue miembro del Instituto de Ingenieros Mecánicos de Londres y del Instituto Americano de Ingenieros Eléctricos de Nueva York. En 1910, Saccaggio propuso un sistema de iluminación y calefacción eléctrica que reemplazó a la tradicional a vapor de la locomotora. Ideó el mecanismo que permitió sustituir el carbón importado por combustible líquido nacional. En 1929, Pedro concibió la idea de las Usina Eléctricas, formaciones de tracción eléctrica que generaban por sí mismas ese tipo de energía. En 1933, Saccaggio diseñó la primera locomotora diésel,  que prestó servicios hasta 1960.

En 1949, se nacionalizaron los ferrocarriles y Saccaggio quedó a cargo de la Fábrica Argentina de Locomotoras (Fadel): durante su gestión se construyó la primera locomotora diésel-eléctrica argentina, llamada la «Justicialista», que fue terminada en 1951  y otra unidad similar llamada «La Argentina», terminada en 1953. También se construyó bajo su mando una Usina Móvil para tracción Diésel-Eléctrica,  que funcionó hasta 1962. El plan incluía la construcción de 610 locomotoras y 10 Usinas Móviles.  

El golpe de Estado de 1955 truncó ese ambicioso plan de desarrollo nacional, ya que los dictadores cerraron y desmantelaron Fadel. Saccaggio fue duramente atacado por la prensa y las nuevas autoridades, quienes cuestionaron su capacidad desacreditándolo públicamente. El 2 de agosto de 1959 falleció sumido en una profunda depresión. Desde ahora, su obra y su legado están presentes en el Vagón que la UNLa recuperó en su nombre.

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