Juan Domingo Perón legó a la posteridad una importante obra intelectual, una doctrina política y fundó las bases de una Argentina industrial, moderna e integrada socialmente.

El primer legado de Juan Perón: una obra intelectual

Juan Perón fue un lúcido pensador y escribió una importante cantidad de libros y de artículos periodísticos en los cuales reflexionó en profundidad sobre los problemas nacionales y mundiales.

El mandatario adquirió una sólida formación geopolítica, filosófica e histórica en el Colegio Militar y en la Escuela Superior de Guerra. Recibió una importante influencia de la Iglesia Católica y de las corrientes de la Doctrina Social de la Iglesia. En su paso por la actividad gubernamental y política tuvo relación estrecha con el sindicalismo y con sectores del activismo socialista. Estos dirigentes lo acompañaron luego en su gobierno y le aportaron una renovada perspectiva sobre los problemas de los trabajadores. A lo largo de sus viajes por el país, por la región y por Europa, pudo tomar contacto con las distintas corrientes ideológicas y políticas que le permitieron reforzar su ideario y forjar las peculiaridades propias de su doctrina nacionalista, humanista y popular.

La formación enciclopédica, metódica y permanente de Perón, y su habilidad en la escritura, facilitaron la elaboración de tan importante producción, que fue escrita en paralelo a su intensa vida política. Sus destacados dotes de orador y de educador, y su carisma, le dieron potencia para comunicar y persuadir sobre su ideario y su programa.

Fueron pocos los mandatarios sudamericanos con estas condiciones intelectuales y con tan prolifera, profunda y original obra. A mi modo de ver, Juan Domingo Perón y José María Velasco Ibarra son los dos grandes arquetipos de presidentes, estadistas, pensadores y escritores.

En una gran síntesis, los libros y los diversos textos de Perón pueden ordenarse en cuatro grandes temas:

1- Historia, cultura y coyuntura política: Toponimia Patagónica, Apuntes de Historia Militar, Los Vendepatria y La Fuerza es el Derecho de las Bestias. El primer trabajo es una etimología araucana y los Apuntes reúnen sus clases en la Escuela Superior de Guerra. Los dos últimos libros analizan, centralmente, la coyuntura económica, política y social del país luego del golpe de Estado del año 1955.

2- Filosofía y doctrina nacional: La Comunidad Organizada y Filosofía Peronista. El primer trabajo incluye su aporte en el Congreso de Filosofía de Mendoza de 1949. Filosofía Peronista reúne algunos de sus cursos en la Escuela Superior Peronista.

3- Organización política:Conducción Política y la Hora de los Pueblos. El primer trabajo es un clásico y contiene algunas de sus clases en la Escuela Superior Peronista. Si bien La Hora de los Pueblos analiza distintos temas y no meramente cuestiones de organización política, contiene la perspectiva de Perón acerca del agotamiento de los partidos demoliberales. En el trabajo anuncia la evolución de los partidos y regímenes políticos hacia nuevas formas sociales y de socialismo nacional. Hay varias referencias de Perón al tema en los editoriales de Mundo Peronista y en otras publicaciones. 

4- Organización del Estado: Planes Quinquenales, Plan Trienal y discursos de apertura a las Sesiones Legislativas. La Planificación Justicialista del primer gobierno fue formulada, inicialmente, en el Consejo Nacional de Posguerra. Esta obra aportó una sólida visión estratégica y armónica del ordenamiento institucional, tendiente a garantizar el bien común de la colectividad, a industrializar el país y a generar condiciones de bienestar social. La planificación del Justicialismo conformó una propuesta integral y alternativa al liberalismo, y ordenó las relaciones entre capital y trabajo y entre el Estado y la economía.

Estos cuatro grandes temas aparecen condensados en uno de sus más logrados libros: Modelo Argentino para el Proyecto Nacional. Esta obra  tiene una actualidad y una riqueza fundamental y contribuye a mantener vivo su ideario y su programa de gobierno, generación tras generación.

Para formarse, los activistas de izquierda leerán a Marx, Lenin, Mao, Trotski o Guevara y a sus ideólogos Gramsci o Althusser. Los liberales harán lo mismo con Adam Smith, Locke o más recientemente con Friedman o Popper. Los argentinos nacionalistas pueden leer a Perón y a los intelectuales Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Antonio Cafiero, Hernández Arregui, Fermín Chávez, Vicente Sierra o José María Rosa que conforman un pensamiento totalizador y profundo, que nada tiene que envidiar a liberales y a comunistas.   

El segundo legado de Juan Perón: el organizador político y el doctrinario

Perón diagramó, teorizó e implementó un original modelo de organización política. Con este sistema alcanzó el poder y protagonizó una experiencia revolucionaria exitosa de gobierno (1946-1955). Además, condujo desde el exilio la dinámica de la resistencia a las dictaduras y a los gobiernos fraudulentos cívico-militares (1955-1973). Con ese método regresó a la presidencia luego de 18 años. Durante esta última experiencia, conformó un inédito y efectivo modelo de concertación política (Hora del Pueblo), institucional (Coincidencias Programáticas de los partidos políticos) y social (Pacto Social).

Perón denominó a su sistema de organización interna de poder como «Comunidad Organizada», mientras que la proyección de la Nación en el plano internacional se denominó “Tercera Posición”. La Comunidad Organizada consistía en un sistema civilizatorio alternativo al liberalismo y al comunismo. Además, fue un modo original de distribuir el poder social, político e institucional.

Perón destacó el hecho de que la comunidad se organiza libremente atendiendo el bien común de sus miembros y el cumplimiento de los fines de la colectividad. El Estado es un medio para alcanzar el bien común y el orden justo de dicha comunidad. La economía es un ámbito para la asignación y distribución de bienes y no construye en sí mismo sociedad. Al poner a la comunidad organizada por sobre el Estado, se diferenció del Comunismo. Al subordinar la economía a los fines de la comunidad, se alejó del liberalismo.

El Movimiento Nacional

El Justicialismo se integró a las corrientes políticas mundiales antiliberales del siglo XX, que desde la izquierda y desde la derecha venían elaborando cuestionamientos al régimen de gobierno y al de organización institucional y social vigente. Perón consideró que los partidos políticos liberales habían agotado su función histórica y que la democracia avanzaba hacia nuevas formas de participación social, a las que bautizó como Movimiento Nacional.

El Movimiento Justicialista integró a una amplia coalición social, partidaria y étnica, y surgió como un instrumento para resolver los problemas permanentes de la comunidad y no meramente para ganar elecciones. Su acción incluyó al Partido (instrumento electoral), pero lo superó cualitativa y cuantitativamente.

Dentro del Justicialismo hubo dirigentes originarios en la UCR, en el conservadurismo, en el socialismo, en el nacionalismo y también comunistas, entre otros. Si bien había diferencias entre ellos, los vinculó la orientación social y nacionalista del nuevo Movimiento Político. Se sumaron católicos, musulmanes, judíos y agnósticos, y durante su gestión se concilió armoniosamente la doctrina nacionalista, humanista y cristiana junto con la existencia de una plena pluralidad de cultos.

El Movimiento fue pluriclasista, aunque le dio poder, principalmente, al empresariado industrial y al Movimiento obrero, este último caracterizado por Perón como la «columna vertebral» del espacio.

El Modelo Sindical Argentino

Uno de los grandes legados de Perón es el Modelo Sindical Argentino, que fue reconocido institucionalmente con la legislación de Asociaciones profesionales y de Convenciones Colectivas. El Mandatario puso a los trabajadores como el centro del dispositivo político del Justicialismo y los obreros ocuparon cargos de diputados, de senadores y de ministros, e incluso tuvieron funciones en Embajadas. Perón abogó por la unidad de los trabajadores en una sola central y favoreció el hecho de que se convirtieran en instituciones de fomento y no solo de lucha. Con apoyo gubernamental, el Movimiento Obrero capacitó a sus dirigentes y fue un gran protagonista en la elaboración de programas nacionales de desarrollo desde 1943 hasta la fecha.

La burguesía nacional

Perón impulsó la formación de un empresariado industrial dinámico y organizado institucionalmente. Con esta meta, creó un Banco Industrial, una legislación protectora, y diagramó ambiciosos Planes Quinquenales de promoción de la actividad. En el primer gobierno les otorgó a sus representantes la administración del Banco Central y del Comercio Exterior, entre otras estratégicas carteras del Estado.

El mandatario apoyó la creación de la Confederación General Empresaria (CGE) y les otorgó centralidad para intervenir en los Congresos de la Productividad y en otras diversas mesas de debate.

Con la finalidad de potenciar algunas áreas estratégicas del desarrollo industrial, Perón fomentó la tarea productiva de los militares, que se complementaron, e incluso en algunos casos remplazaron, a la de la burguesía nacional.

Una nueva cultura política

El ascenso político del Justicialismo reordenó el sistema de partidos e incluyó una nueva agenda de problemas a resolver por parte de la dirigencia, creando una nueva noción de derecho entre la masa popular. Juan Perón difundió y generalizó una cultura política caracterizada por los valores nacionalistas y antimperialistas. El justicialismo instaló además una preocupación genuina respecto de la resolución de los problemas del pueblo. 

Propuso la conformación de una fuerza armada nacionalista y consustanciada con el desarrollo industrial y científico argentino. 

Su aparición en la esfera pública debilitó a los partidos tradicionales y fundó en su lugar una fuerza política que existe hasta la actualidad y que sigue definiendo el ordenamiento institucional argentino. Desde 1974, ya sin su líder, esa organización varió considerablemente. Actualmente, el espacio peronista funciona como una federación de gobernadores, de intendentes, de sindicatos y de miles de agrupamientos, a lo largo y a lo ancho del país. No existe un líder o un espacio político en su vértice que lo centralice. John William Cooke sostuvo que el justicialismo fue el hecho maldito del país burgués y, en buena medida, esa caracterización sigue vigente. Hoy en día, y pese a las claudicaciones neoliberales de los años noventa, el peronismo sigue manteniendo una vocación de rebeldía frente a los poderosos de adentro y de afuera.

El tercer legado de Juan Perón: el constructor de la Argentina moderna

Julio Argentino Roca llevó a su esplendor el modelo liberal y refundó el Estado. Juan Perón constituyó un nuevo programa de desarrollo nacionalista, industrialista e integrado socialmente. Los debates políticos del siglo XIX y XX giraron en torno a estos dos sistemas. El desarrollismo se acercó al programa de Juan Perón y el neoliberalismo al esquema de Julio A. Roca.  

En tan solo una década (1946-1955), el Justicialismo potenció el perfil productivo e industrial argentino y construyó una infraestructura moderna de transporte, puertos, rutas y energía. Alcanzó históricos niveles de bienestar social y todo esto lo hizo desendeudando al país y demostrando que se puede crecer con base en el ahorro y en el trabajo nacional. En el año 1973, Perón ratificó todos estos planteos y políticas con el revolucionario Plan Trienal.

El Justicialismo fue el único programa de desarrollo integral que planificó el crecimiento armónico, el poblamiento y el progreso sustentable de las provincias. En Tucumán se producían Ferrocarriles y en Jujuy se instaló una potente actividad siderúrgica; en Córdoba y en la zona centro se producían autos y aviones; la Provincia de Buenos Aires, por su parte, potenció su tejido industrial y su capacidad de fabricación naval, así como también fortaleció la producción agropecuaria en el marco de una potente política de tecnificación del sector. En el Sur del país se apoyó la producción petrolífera y energética y se fomentó la ciencia atómica y el saber aplicado a la innovación.

Hace 46 años que Perón nos abandonó, y transcurrieron sangrientas dictaduras y la implementación de planes económicos neoliberales, que fueron demoliendo muchas de sus obras. El mundo en que vivió el mandatario cambió: cayó el Comunismo, Europa profundizó su crisis y China avanza vertiginosamente a superar a los EUA en la carrera económica y tecnológica. Pese a todos estos cambios, la Argentina sigue en pie luchando por la edificación de una nación libre, justa y soberana, y esa voluntad indeclinable es, también, el legado de Juan Perón.  

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