Resulta extraño pensar que alguien pueda anclarse frente a la pantalla de una computadora o un teléfono durante horas, a desplazar —dedo o mouse mediante— caramelos de colores, trozos de chocolate y copos de crema, entre otras delicias dulcemente virtuales. Sin embargo, las estadísticas muestran que solo en 2016 se jugaron 198 mil millones de vueltas de Candy Crush en el mundo. El 58% de los jugadores habituales son mujeres, y el 46% del total pertenece a la franja generacional nacida entre principios de los años 60 y fines de los 70.

Candy Crush se lanzó en 2012: once años después, sigue siendo uno de los más exitosos usos del modelo de comercialización llamado freemium (contracción de “free”, gratis,y “premium”) ya que, si bien se puede jugar sin gastar un peso, los jugadores pueden comprar acciones especiales para solucionar pantallas más difíciles, y de hecho es evidente que lo hacen: si bien King —la compañía británica creadora del juego— no da a conocer los datos económicos, se estima que Candy Crush podría generar más de un millón de euros diarios. Semejante nivel de ganancia queda demostrado por el torneo Candy Crush All Stars con que King celebró su 20º aniversario: además de sendos anillos costosísimos, el ganador se llevó 100 mil dólares, el segundo puesto 50 mil y el tercero 30 mil.

Sobre el por qué del éxito innegable de este juego y de las razones que lo convierten en uno de los pasatiempos estrella de la era que nos toca vivir charlamos con María Cecilia Palozzo, licenciada en Psicología especializada en Terapia Médica Familiar, con estudios en la Universidad de Harvard y en otras instituciones del país y del exterior. Actualmente Cecilia pertenece al staff de CEETA (Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad), donde trabaja con niños y adolescentes.

¿Qué hay detrás de las ganas imperiosas de jugar Candy Crush?

Como todo videojuego, una vez que empezamos es muy difícil dejarlo. A simple vista, Candy Crush en particular tiene un atractivo especial, sea por el formato y estilo de juego simple, sea por su diseño envolvente y dulce. Todos los elementos suman, ya sean los colores y el diseño empleados, como la facilidad para jugarlo. Es un excelente distractivo, un pasatiempo que nos “libera” un poquito del estrés y la ansiedad cotidiana. Lo podemos tener hasta en el celular, dispositivo que llevamos a todas partes y al que usamos y consultamos todo el tiempo. Siempre es posible jugar. Ahora, lo que podemos observar detrás de esta necesidad imperiosa es una mecánica de juego que genera tareas incompletas, que quedan en nuestra memoria y en las que la mente no descansa hasta cumplir con dicha actividad. El tener que esperar media hora para poder continuar con el juego, genera una sensación de no saciedad: es un juego diseñado para generar esta dependencia, cuanto más jugamos más síntomas de abstinencia generamos. Muchos factores intervienen para hacer de Candy Crush un juego altamente adictivo: si bien no todos podemos desarrollar una adicción propiamente dicha, todos podemos asegurar que las ganas de jugar son imperiosas.

María Cecilia Palozzo

¿Hay también cuestiones neuroquímicas, como la liberación de pequeñas cantidades de dopamina?

Si, la dopamina tiene un rol fundamental como también el sistema de “recompensa”. La dopamina es uno de los neurotransmisores más importantes encargados de generar sensación de placer, deseo, satisfacción, de hacernos sentir motivados, entre tantas otras funciones como también la de regular el aprendizaje por repetición. Cada vez que jugamos y pasamos niveles, sobre todo y no es casual al principio, vamos logrando confianza y sensación de dominio, se genera la liberación de dopamina y con ella la sensación de placer y satisfacción premiando y contribuyendo a repetir nuevamente la acción.

La ilusión de estar controlando el juego, ¿contribuye a hacerlo adictivo?

Sentir que tenemos control sobre algo, un evento, un pensamiento, una acción, nos hace sentir capaces y competentes, regulando nuestra ansiedad ante la incertidumbre y aumentando nuestra confianza. Por consiguiente, aumenta la probabilidad de repetir conductas que sostengan dicho control. En un punto forma parte de este circuito adictivo del juego, aunque sea una ilusión.

Candy Crush parece más adictivo para mujeres de mediana edad que para hombres. ¿Por qué?

Se puede observar y estudios también lo demuestran que las mujeres de mediana edad eligen este juego mientras los hombres prefieren videojuegos de acción, y si son en red, mejor. Tanto el estilo de juego como también su diseño, los colores, el motivo más “delicado” o “femenino” ya que se trata de caramelos en tonos pastel y no autitos o figuras geométricas como en el Tetris, pienso que también influyen en tal elección. Por otro lado, Candy Crush se encuentra en Facebook, red social vigente para personas de mediana edad y para arriba, no tanto para jóvenes y adolescentes que hoy utilizan Instagram y TikTok como red social preferida.

CEETA (Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad): https://ceeta.org/

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