Cuando estábamos en la escuela, el 12 de octubre era una celebración centrada en Cristóbal Colón y el “descubrimiento” del Nuevo Mundo. Desde las carabelas construidas en medias cáscaras de nuez hasta los actos teatrales -navegantes con espadas de cartón, indios de cara tiznada con corcho- año a año se hablaba hasta el cansancio de la Reina Isabel y de los hermanos Pinzón, y nada de los pueblos que los vieron llegar, azorados, a la isla Guanahani. En 2010 la conmemoración cambió de nombre y de sentido, y comenzó a llamarse “Día del Respeto a la Diversidad Cultural” con el objetivo de promover la reflexión respecto a la interculturalidad en Latinoamérica y reconocer el respeto a los derechos humanos de los pueblos originarios.

Cambiar una denominación, ¿es suficiente para cambiar una situación que se remonta a siglos atrás? “Con eso pareciera que está ya cumplida la deuda” dice al comienzo de esta entrevista Beatriz Pichi Malén, cantora y cuentacuentos, quien dedica su vida a difundir y defender la cultura mapuche que le legaron sus ancestros.

¿Cuál es la realidad y cuál la percepción de esta fecha para alguien que pertenece al pueblo mapuche?

Mi manera de ver la historia es personal y también la de 40 años de andar entre nuestra gente, siempre dentro de los pueblos originarios y dentro por supuesto del pueblo mapuche que es al que yo pertenezco. Se podría decir que esto del “Día del Respeto a la Diversidad Cultural” se muestra como un avance en cuanto a la época en que yo iba al colegio, cuando era el “Día de la Raza”. Yo siempre me preguntaba qué era “la raza”. Hace ya unos cuantos años un científico italiano nos dijo al mundo que el concepto raza no existe, por el solo hecho de que es una sola la especie y es la humana, así que desde ahí podríamos decir que hay un avance. ¿Pero qué hacemos con eso, me pregunto? Las culturas originarias tenemos otras voces para mencionarnos y para mencionar la vida. Y cuando una especie menciona la vida con determinados sonidos es porque conforma la vida de esa manera, y por lo tanto entiende y comprende y se comprende con esa otredad. Nosotros tenemos esas voces tan distintas y además orales, lo cual nos hace diferentes. Ni mejores, ni peores. Tenemos que seguir bregando para decir quiénes somos, dónde estamos, qué queremos y qué nos pasa. Que no es menor.

Hace poco trascendió una noticia relacionada con la compra de la isla Guafo, en el sur de Chile.

El hecho de querer comprar y vender la tierra está tan arraigado que eso parece natural, pero no es natural. Cuando uno nace en el concepto de los pueblos originarios la Mapu Ñuke, la Madre Tierra, nos ofrece todo absolutamente: el aire, el agua, los elementos para la vida, los frutos para sustentar esa vida, las formas para aprovecharlos y abonarlos para las futuras generaciones. Ha habido un avasallamiento tremendo desde aquella llegada de los antiguos españoles a sangre y fuego, a romper ese equilibrio para ver cuánto podían asirse de lo que había: minerales, por ejemplo. Y se sigue de la misma manera, sin valorizar lo esencial, que es la vida. Ahora que nos acontece esto de este virus podemos apreciar el valor que tiene la vida y que de nada sirve todo lo demás. Pero parece que todavía eso no se comprendió. Nosotros somos un pueblo y queremos entrenar a nuevas generaciones nuestras en este legado que fuimos recibiendo de aquellos antiguos y volver a pasarlo, porque creemos que somos un aporte dentro de esta diversidad que la Mapu Ñuke nos ofrece: todo lo que hay y también lo que no conocemos, porque más arriba sigue habiendo espacio para poder andar y bajo la tierra también hay vida. Todo eso está avasallado.

¿Cómo reacciona a esta situación el pueblo mapuche?

Nosotros tratamos de ponerle coto -qué hijo o hija no va a defender a su madre, sobre todo si sabe que le va la vida en esa defensa-, entonces sucede el avasallamiento porque molestamos. Estamos muy mal no solo como pueblo originario sino como especie, y estamos viendo el resultado. ¿Qué es eso que ahora tenemos que ir con la nariz tapada, con la boca tapada, con los ojos tapados? Quiere decir que no hemos sabido al hablar, decir; no hemos sabido ver cuando miramos. Entonces como buena madre la Mapu Ñuke nos ha puesto un correctivo. La gente empieza a desesperarse pero no hace una introspección de por qué hemos llegado a esta situación. Esto no vino por ósmosis: el punto es la especie humana, cómo comete torpezas siglo tras siglo. No hemos cuidado nada, hemos abusado, hemos ultrajado. La Madre Tierra está entrada en años, cansada de dar, y nosotros seguimos manoseándola de tal forma que hasta de su útero se arrancan elementos con bombas: como si no hubiera nada de vida y como si eso no nos fuera a afectar el agua, el aire, el crecimiento de las plantas. El pueblo mapuche es uno de los pueblos que se ha parado desde hace tiempo en otro lugar diciendo “Señores basta”, y en eso les fue la vida a muchos jóvenes que denominamos weichafe. Pero la fuerza la tienen los que nos gobiernan y entonces son ellos los que disponen, y ahí la vida se termina porque con un tiro parece que todo se acaba.

¿Qué está sucediendo con el tema de las tierras?

Acá en Mascardi un señor con muchísimos billetes verdes compró una tierra que le vendieron con gente y todo. Entonces el pueblo mapuche dice “No señor, esto no pertenece al Estado, esto pertenece a la memoria del pueblo mapuche porque además están ahí nuestros muertos, el alma, el espíritu de nuestros antepasados, y además nuestro espacio sagrado donde nos re-ligamos”. No tenemos iglesia ni santos, todo es una relación absoluta con la naturaleza. Somos hijos de la tierra y permanentemente refrescamos esa relación yendo a nuestros lugares milenarios, a abrevar porque ahí está la energía antigua. En Mascardi nadie fue a hacer una toma de tierras, lo que pasa es que no hay papel, pero cómo va a haber papel si la gente nunca compró ni vendió. El Lonko Calfucurá nos dejó dicho “Una tierra para ser, no para tener”. Porque el tenerla significa hacer comercio. Para ser uno necesita un espacio territorial para poder desarrollar su cultura, su vida, echar raíz. En otro momento lo mataron a Rafael Nahuel, lo mataron a Santiago Maldonado por una comunidad que estaba reclamando también quedarse en su lugar.

¿Hay instancias para el diálogo?

En lo que hoy es Chile, el Gulumapu, ya no hay diálogo. El pueblo mapuche siempre ha sido pacífico, nunca le interesó avasallar a otra cultura. Que hubieron alianzas y rencillas por supuesto porque es la especie humana, pero ir a invadir jamás sucedió. Y por qué tenemos que permitir eso. La voluntad está puesta pero hay gobiernos que no quieren conversar y refuerzan el avasallamiento con metralletas, con cuerpos especiales, van a las comunidades a la medianoche o a la madrugada. No les importan los niños presos con esposas, la gente lastimada con perdigones y a veces con balas de verdad. Ni hablar de los que están detenidos con causas inventadas. Es una situación muy dolorosa.

Este 12 de octubre, ¿qué sería digno de festejarse para el pueblo mapuche?

Nosotros tenemos dos fechas desde hace algunas décadas. El 11 de octubre como último día de libertad dentro del calendario gregoriano porque el nuestro es otra cosa. Podemos decir que un 11 de octubre de 1492 estábamos en plena armonía y libertad como siempre había sucedido. A partir del 12 de octubre -siempre en el calendario gregoriano- nosotros entendemos hoy que no es un día de festejo, es un día conmemorativo, y lo que conmemoramos es que seguimos estando vivos. Exigimos e hicimos acciones para que se cambie el tiempo de verbo: en los manuales siempre el tiempo que usaron con nosotros fue el pasado: “los indios vivían, comían, eran”, o sea que nosotros no estamos más. Seguimos diciendo “nosotros estamos, nosotros somos”.

El mapudungun como resistencia
“Yo canto en lengua mapuche para ofrecer una resistencia viva, y también es una invitación” dice Beatriz Pichi Malén. “No es que salgo a cantar y no me interesa que sepan lo que digo, a mí me interesa que sepan qué quiero ofrecer y dentro de qué contexto para que nos vean desde lo cultural como la vida completa. Para que vean cómo es el teatro de la vida mapuche”.

Desde hace varios años Beatriz reparte sus días entre las comunidades mapuche de Gulumapu -hoy Chile- y Puelmapu -hoy Argentina-. Es mensajera de la música y la cultura de su pueblo a través de espectáculos que brinda en todo el mundo, y también lleva su arte a ámbitos educativos porque cree firmemente que en la educación se sientan las bases para mejorar la situación actual de su pueblo. En estos días de aislamiento, sigue adelante con una agenda exhaustiva de actuaciones por streaming mientras compone nuevas canciones y trabaja en la agenda de actividades para niños y jóvenes que su comunidad de Los Toldos ofrecerá este 12 de octubre. “En otro contexto siempre se hizo un acto, se leyó una proclama, fuimos ganando algún espacio pero la esencia es que se nos respete como tal y se nos de el tiempo y el derecho como pueblos, algo que todavía no acontece”.

Hacer Comentario