A poco de cumplirse un año de la partida de Oscar Tangelson, me llega un correo de Fernando Segura, colega del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) de México. Fernando, con una extraña mezcla de alegría y tristeza, me comenta que salió el último número de la Revista ISTOR. https://istor.cide.edu/files/revistas/ISTOR80v4.pdf

Iba a ser un número especial, en el que venían trabajando con Oscar antes de que enfermara. Trataba acerca de los argentinos en el exilio mexicano; ahora se volvería un número todavía más especial, porque Fernando Segura y Laura Trejo tomaron la posta y decidieron no solo culminar el trabajo que habían empezado con Oscar, sino que le sumaron un capítulo en el que se le rendiría homenaje. 

Como hijo, me conmueven las hermosas palabras de afecto en las que se rescata la alegría, generosidad, humildad y compromiso de Oscar. Ana Cardoso, Daniel Moreira, Julián Di Silvestro, Gustavo Tombesi, Alicia Barreiro, Facundo Javier Frattini, Lihuén Arscone Gasser, Julio Ricardo Mosle, María Laura Morales, Alejandro Tornay, Aritz Recalde, Silvia Cárcamo, Nerio Neirotti y Eduardo Laingbord se tomaron un tiempo para honrar su memoria. 

Dejo un fragmento de la biografía que Oscar nunca terminó de escribir y que rescaté como parte del homenaje. En ese fragmento hablaba de un encuentro muy especial que tuvo durante su infancia, nada menos que con Eva Perón:

«Se corrió la voz en el barrio de que vendría Evita a saludarnos y estimularnos como ejemplo. Todos, grandes y chicos, nos reunimos junto a la puerta del taller. Efectivamente, Eva Perón estaba adentro. El coche oficial, junto a la vereda lo confirmaba.

Esperamos impacientes. Evita allí, en el barrio. Cuando salió, no supe ver lo delgada y demacrada que estaba. Su sonrisa lo ocultaba todo. Muchos le entregaban cartas y pedidos. Yo, junto al cordón, estiré mi mano. Ella, que tal vez esperaba una carta más,me la estrechó. No pude creer entonces, y aún hoy no lo creo, la oportunidad que tuve, tan poco antes de que nos dejara.»

Pero, más allá de esos testimonios y del recuerdo de Oscar, este número de ISTOR es muy importante para nuestra institución. México, no creo equivocarme al afirmarlo, es parte del ADN de la UNLa. Los lazos son innumerables y trascienden los convenios firmados, los estudiantes y docentes que nos visitan, las investigaciones compartidas. México fue para muchos de nosotros un hogar en tiempos sombríos y la quisimos como nuestra propia tierra. La UNLa le rinde homenaje a México celebrando a sus próceres, agradeciendo su cobijo como hicimos cuando creamos el Caballo del Exilio. Nuestra universidad tiene sin duda en su corazón una huella de México. Muchos de sus miembros fundadores son orgullosos Argen-mex. 

Recomiendo la lectura de este número de ISTOR, que es una prueba de nuestra fraternidad con México. “Dos partidas historias de migrantes de Argentina a México (y de regreso)” presenta miradas múltiples, de los que fueron, de los que volvieron, de los que partieron.  

Y si de mirada se trata, en estos tiempos de pandemia, en los que la educación se repiensa, en los que el mundo mismo se repiensa, se extraña más que nunca la mirada de Oscar. Porque charlar con él era como ir al oculista. Cuando creías que estabas viendo bien, o pensabas haber analizado un hecho con precisión, él te ayudaba a mirarlo en perspectiva, te daba elementos para sopesar y repensar tus certezas. De alguna manera te calibraba la mirada. Parte de esa mirada, espero, ha quedado no solo en esta colaboración con ISTOR, sino en la UNLa toda, y en cada una de las vidas con las que, con tanta pasión y alegría, supo conectarse. 

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